Condiciones bancarias más duras
Firmar una hipoteca en este momento en el que los bancos rechazan seis de cada diez solicitudes es difícil para cualquier trabajador. Para un mileurista, la situación se complica, y mucho. Pero si a esta condición se le une tener familia a cargo o haber cumplido una edad en la que el solicitante no sea considerado joven, comprar una vivienda y financiarla por medio de una hipoteca puede convertirse en una misión imposible. A los llamados mileuristas, por tanto, no les quedan muchas más opciones que intentar acceder a viviendas de protección oficial (VPO) u optar por la compra de una casa en lugares donde éstas han bajado sus precios, como determinadas zonas rurales o playas.
La continua subida de precios en el sector de la vivienda ha cerrado las puertas a muchas personas interesadas en adquirir un bien tan necesario como un piso. Durante el tiempo que ha durado el boom inmobiliario, el poder adquisitivo de numerosos españoles se ha resentido por los desorbitados precios que ha alcanzado la vivienda y el estancamiento que han sufrido los salarios. Quienes no podían acceder a una residencia en propiedad han esperado la bajada de precios que durante varios años se había anunciado y que se ha materializado en los últimos meses. Ahora es el momento, han pensado muchos. Pero, desafortunadamente, se han equivocado porque junto al fin de la burbuja inmobiliaria ha llegado la subida del Euribor y de los tipos de interés, el frenazo económico, la amenaza del paro, la subida de los impagos y el endurecimiento, por parte de las entidades financieras, de las condiciones para conceder una hipoteca. Los más afectados son, una vez más, quienes menos dinero cobran: los mileuristas o, peor aún, quienes sueñan con serlo.
Más de 11 millones de mileuristas
A menudo se tiende a equiparar al mileurista con una persona joven, recién licenciada, que no lleva mucho tiempo trabajando y que, en un gran porcentaje, reside en el hogar familiar. Pero no es así, el colectivo denominado mileurista es mucho más heterogéneo y pueden formar parte de él trabajadores de cualquier edad, antigüedad laboral y sector: profesores universitarios, personal de la Administración, empleados de banca, obreros de la construcción. Su edad puede oscilar entre 16 y 65 años y ser solteros, casados, viudos, divorciados o separados. Si hace 30 años el título universitario garantizaba un mejor trabajo, actualmente, la cosa ha cambiado mucho ya que en España las posibilidades de encontrar un empleo bien remunerado no guardan demasiada relación con el grado de formación académica: un doctorado, dos master y un título de experto no dan derecho a cobrar mil euros brutos mensuales.
Según los datos recogidos por la Agencia Tributaria y publicados a finales de 2007, casi 11 millones de trabajadores en España ganan menos de 1.100 euros mensuales, lo cual supone un 58% de los asalariados. El mayor porcentaje se encuentra en Extremadura, con un 70%, seguida por Murcia con el 67% y Andalucía con el 64%. Pero esto no quiere decir que todos ellos sean mileuristas pues muchos de los integrantes de este porcentaje pueden cobrar entre 600 y 900 euros, e incluso menos. De hecho con el término mileurista se tapa, se oculta, y se deja de lado a un amplio sector de la población, como si los 900 o 1.000 euros mensuales fueran la cantidad mínima que recibe un asalariado en España.
Para un préstamo de 160.000 euros a 40 años, con un interés del 5,3%, las cuotas mensuales que debería pagar un mileurista serían de en torno a 800 euros
En todo caso quien, con este escaso sueldo, haya podido ahorrar para hacer frente a los gastos de la entrada de un piso se tiene que enfrentar a la situación económica actual. Aunque los pisos estén bajando, los bancos endurecen día a día las condiciones para conceder las hipotecas. Entre otros motivos debido a la crisis generada en Estados Unidos por las hipotecas “subprime”, que ha arrastrado al resto de las economías occidentales, y al aumento de la morosidad generada por las ajustadas economías familiares, que empiezan a no poder hacer frente a todos los gastos o la dificultad de vender una vivienda para comprar otra nueva.
Si un mileurista llega a una caja de ahorros y pide una hipoteca para comprar una vivienda de 200.000 euros le informarán de que sólo se financia el 80% del valor de la casa -raramente se otorgan créditos superiores a esta cantidad, excepto si se cuenta con avales muy consolidados-. Calculando que necesite 160.000 euros y que los vaya a devolver en 40 años a un 5,3% de interés, tendría que pagar unas cuotas mensuales en torno a los 800 euros, en el casi imposible caso de que le otorgaran la hipoteca. A esta cantidad habría que sumar los gastos correspondientes al notario, la tasación, el registro, los impuestos o la gestoría, que ascenderían en total a más de 2.300 euros. En los bancos la situación es similar, una persona que precise la misma cantidad en 30 años pagaría unos 975 euros mensuales. Es decir, ninguna entidad bancaria le concedería la hipoteca.
Viviendas de protección oficial
A pesar de tan desolador panorama, quedan algunos pequeños resquicios para la esperanza: viviendas de protección oficial, convenios de ayuntamientos y comunidades autónomas con las cajas de ahorro para mejorar las condiciones de la hipoteca, construcción en terrenos propios o en determinadas zonas rurales, adquisición de locales pequeños reconvertidos en estudios o compra de casas en la playa de las que se desprenden ahora quienes las tenían como segunda vivienda. Son soluciones no aptas para todos pero que pueden abrir una pequeña ventana donde se ha cerrado una puerta.
Las viviendas de protección oficial se venden a un precio bastante inferior al del mercado y las condiciones de financiación que puede disfrutar el propietario son mejores. Hasta hace unos meses, el plazo máximo para pagar la hipoteca estaba en 25 años, pero ahora se puede ampliar si se llega a un acuerdo con la entidad financiera, aunque con la subida de los tipos de interés esta solución no es muy aconsejable, pues la diferencia en las cuotas no se nota demasiado.
Para acceder a una VPO hay que cumplir requisitos y resultar agraciado en el sorteo o superar a los demás en baremo
Este tipo de viviendas puede costar la mitad que el resto de los inmuebles en el mercado. La media en España, según los datos correspondientes al mes de marzo ofrecidos por el Ministerio de Vivienda, es de 1.100 euros el metro cuadrado, con lo que un piso de 90 metros costaría 99.000 euros. Lo que se paga en cada comunidad autónoma varía. La región más barata es Extremadura con 856,9 euros el metro cuadrado, seguida por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (con 956,2 euros) y Castilla-La Mancha, donde se pagan 985,9 euros. Así, las viviendas protegidas en Extremadura cuestan poco más de 77.000 euros, 86.000 de media en Ceuta y Melilla y no llega a 88.000 euros en la comunidad castellano-manchega. La hipoteca que pagan los ceutíes, melillenses y castellano-manchegos a los que se les adjudique una vivienda protegida sería de unos 424 euros a 25 años, quitando ya el 20% de la vivienda que no se financia. En Extremadura las cuotas descienden hasta los 375 euros mensuales, pero hay que recordar que es la región con mayor porcentaje de personas que cobra menos de 1.100 euros.
En el otro extremo se encuentran las comunidades autónomas más caras: Cataluña, donde pagan 1.253 euros por metro cuadrado de vivienda protegida; Navarra, con 1.241,7 euros/m2 y el País Vasco, que se sitúa en 1.216,3 euros/m2. O sea que los pisos de 90 metros cuestan en estas tres regiones en torno a 112.000 euros, lo cual equivale a una hipoteca a 25 años, que exigiría un desembolso de 545 euros al mes, siempre y cuando previamente se hubiera abonado la cantidad de 22.400 euros correspondiente al 20% del precio de la vivienda, puesto que sólo se financiaría el 80% restante. La diferencia de precios es equiparable también a la de los salarios porque el sueldo medio en Extremadura dista bastante de acercarse al catalán.
Pero acceder a estas viviendas no está al alcance de todos, sino de un reducido grupo de personas que cumplen los requisitos necesarios y, además, son agraciados en el sorteo o superan a los demás en el baremo.
La playa y las zonas rurales
Las personas que residan en determinadas zonas del litoral y quieran comprar allí su primera vivienda pueden tener las cosas algo más fáciles. La crisis inmobiliaria está haciendo que los dueños de más de una vivienda pongan a la venta su casa en la playa. Los precios de estos inmuebles son los primeros en bajar porque los compradores ya no pueden adquirir tan fácilmente segundas residencias, que empiezan a considerarse artículos de lujo.
Los propietarios lo saben y han empezado a desprenderse de ellas en cascada. Así es que actualmente se pueden encontrar anuncios en los que se vende piso en la zona de Levante por menos de 60.000 euros. De este modo, si el importe que se debe financiar es de 53.000 euros para pagar en 30 años, el cliente tendría que desembolsar en torno a los 270 euros mensuales. En este caso no sería tan difícil que el mileurista pudiera hacer frente al pago y que la entidad bancaria concediera la hipoteca. Si el piso costara algo más, 80.000 euros, y se otorgara la hipoteca por 74.000, las cuotas seguirían siendo inferiores a 400 euros, en torno a los 380, un coste que también se podría asumir.
La bajada del precio de muchas viviendas en la playa puede beneficiar a quienes cobran menos
Quienes habitan en determinadas zonas rurales también pueden disfrutar de ventajas a la hora de adquirir una casa. En aquellos sitios donde no ha llegado la urbanización masiva -que ha convertido muchos pueblos del interior de España en filas de urbanizaciones, adosados, pareados o chalés individuales- se puede comprar una vivienda por un precio mucho más bajo. Por 60.000 euros se venden casas en zonas rurales de Castilla-La Mancha o Castilla y León con 90 metros cuadrados, tres alturas y cuatro habitaciones; o por 50.000 euros, otras con tres dormitorios y patio. En este último caso, financiando 43.000 euros en 30 años, las mensualidades ascenderían a unos 223 euros, cantidad que se puede pagar con un salario de 1.000 euros y que la entidad bancaria sí puede arriesgarse a entregar. Del mismo modo, el propietario de un suelo urbanizable en el que quiera construir una vivienda puede encontrar una financiación más asequible porque no tiene que pagar el precio del suelo.