Dada la actual coyuntura económica, ante la solicitud de un crédito hipotecario, las entidades evalúan con lupa los riesgos de su posible concesión y las posibilidades reales del demandante para devolver el préstamo. El aumento de la morosidad entre los clientes bancarios ha propiciado una mayor exigencia en los requisitos. Bancos y cajas de ahorro solicitan diversa documentación, como la vida laboral del titular o la declaración de sus pautas de consumo. Además, con el elevado stock de viviendas que acumulan, es habitual que denieguen una hipoteca para un inmueble que no esté en su cartera.
Condiciones más duras
El grifo crediticio continúa cerrado tras el recrudecimiento de la crisis que atraviesan las entidades financieras. Apenas se conceden hipotecas para la compra de vivienda y los requisitos de solvencia se han endurecido aún más.
Si bien tanto la documentación solicitada como los principales motivos para denegar o conceder una hipoteca varían entre las distintas entidades financieras (e incluso entre oficinas de una misma compañía). Los siguientes serían los más habituales:
Apenas se conceden hipotecas para la compra de vivienda y los requisitos de solvencia se han endurecido aún más
DNI o NIE. Los bancos comprueban los datos del solicitante, en especial, el lugar de residencia y su edad. El primer motivo de denegación puede llegar por la edad. Tanto si es demasiado joven, por falta de estabilidad profesional, como si se es muy mayor. En este segundo caso, la menor esperanza de vida, el descenso en los ingresos por la jubilación o el aumento de los riesgos en los seguros ligados al préstamo, juegan en contra.
Por regla general, las entidades conceden hipotecas a un plazo superior a 40 años, siempre que al sumar la edad del solicitante con este plazo no supere los 70 o 75 años. En la actualidad, se ha endurecido aún más y para personas con 45 años hay dificultades, ya que es poco probable que el banco acceda a conceder una amortización superior a los 15 años.
También influye el tipo de hipoteca que se desea solicitar, ya que para cantidades superiores a 150.000 euros los requisitos se endurecen y, a medida que se alargan los plazos, las posibilidades se reducen.
Vida laboral. Con este documento, bancos y cajas pueden valorar la estabilidad profesional del solicitante y su capacidad económica futura. Para desempleados, trabajadores temporales o discontinuos y mileuristas, que no cuenten con ahorros o solventes avalistas, resulta prácticamente imposible acceder a un crédito hipotecario.
Morosidad. Bancos y entidades deben cerciorarse de que el usuario no está incluido en listas de morosos de productos varios (créditos, cuentas, tarjetas…) o de otro tipo de sectores, como las telecomunicaciones. Pertenecer a una de ellas (RAI, ASNEF, EQUIFAX) es motivo suficiente para la denegación del acceso al crédito.
Avalistas. Disponer de personas cercanas que puedan responder de la deuda ante la entidad con su ingresos y bienes en caso de impago es una de las solicitudes más habituales de las compañías bancarias. Los avalistas deben demostrar su solvencia y su capacidad financiera para que les acepten.
Para las parejas, solicitar financiación de forma conjunta reduce los riesgos de impago ante los ojos de las entidades. El mero hecho de ser soltero complica más la concesión, puesto que el banco ve más segura la participación de una segunda persona sobre quien recaiga la hipoteca en caso de fallecimiento, desgracia personal o económica.
Propiedades. Deben presentarse las escrituras de propiedad (contrato de compraventa, nota simple actualizada del registro de la propiedad del inmueble, recibo del IBI…), que permitirán a la entidad de crédito conocer qué bienes podrían embargar en caso de impago.
Stock de viviendas. Es probable que si se solicita financiación para una vivienda que no sea propiedad de la entidad donde se pide, esta la deniegue. Ante el elevado stock de viviendas de bancos y cajas, siempre buscarán darle salida y favorecer la financiación para el acceso a estos inmuebles.
Extractos bancarios. Reflejan las pautas de consumo del solicitante. Las entidades disponen así de una documentación muy valiosa para evaluar su capacidad de gestión de sus ingresos y gastos (domiciliaciones, seguros, cargos…). Antecedentes de números rojos, saldos negativos o dificultades financieras constantes hacen que la solicitud de la hipoteca se deniegue. Tener muchos préstamos pequeños o retrasos en la amortización de los mismos favorece también la negativa del banco.