Vivir en régimen de alquiler es más económico que comprar una casa, pero los precios por arrendar una vivienda tampoco son regalados. Pagar una cuota mensual de 700, 800 o, incluso, 1.000 euros en las principales capitales de España por un piso de 80 metros cuadrados es una realidad. Pero, como se explica en estas líneas, si se muestra cierta paciencia, capacidad para negociar y algo de perspicacia, es posible aligerar el importe de la renta de la vivienda deseada. Para materializar esta estrategia, habrá que hacerlo sin prisas, jugando con las necesidades del propietario por alquilar y con cierta habilidad psicológica para detectarlas. Así, pueden rastrearse en las webs inmobiliarias los pisos que más hayan bajado su coste durante los últimos meses, pues indican el deseo de arrendarlos con rapidez y una predisposición a la negociación.
Qué estrategias emplear para bajar el alquiler
Conviene reclacar que se será un inquilino de larga duración y que se es buen pagadorQuienes deseen una vivienda en régimen de alquiler a buen precio disponen de pequeños trucos para conseguir su objetivo: una renta que se amolde mejor a sus ingresos mensuales y les permita tener una mayor liquidez en su cuenta corriente para afrontar otros gastos (alimentación, facturas domésticas, vestuario, pequeños caprichos, etc.). Es preciso un poco de perseverancia y habilidades para entablar una negociación franca y efectiva con la que llegar a un acuerdo con la otra parte.
Si se aplican las siguientes recomendaciones, el camino se habrá allanado de manera sensible. Y merece la pena llevarlo a cabo, pues se puede rebajar el coste en 50, 100 o 200 euros, en función de las características del inmueble.
Recalcar que se será un inquilino duradero: en estos casos se puede obtener una rebaja en el alquiler, ya que los dueños de la casa prefieren un inquilino estable a uno ocasional, aunque sea a costa de bonificar el importe de su piso.
No firmar la operación con rapidez: aunque la vivienda guste mucho, y hasta la oferta que propongan, no debe aceptarse rápido. Si a ello se añade explicar que se pensará y mirarán más pisos, el casero se verá obligado a rebajarlo para poderlo alquilar, sobre todo si no cuenta con demasiadas ofertas.
Jugar con la necesidad del arrendador: tendrá que dar salida a su inmueble para afrontar gastos, fomentar su ahorro o no tener parada una casa con los gastos que conlleva su mantenimiento. Con esas variables se pueden apuntalar las negociaciones para reducir la tarifa del alquiler.
Buscar viviendas con precios rebajados: en muchas webs de alquiler se ven pisos con descuentos, incluso con cierta regularidad. Pueden ser una pista para canalizar las negociaciones y para que los dueños hagan nuevas ofertas.
Resaltar que se es un buen pagador: si se transmite esta virtud, es probable que se abra la posibilidad a la otra parte para bajar el importe. No en vano, uno de los deseos más apreciados por parte de los propietarios es captar inquilinos que cumplan escrupulosamente con los plazos de los pagos, sin demoras ni impagos.
Presentar credenciales: si se es funcionario, trabajador con nómina o estudiante, no hay que dudar en exponer tal situación. Con probabilidad, ayudará mucho a finalizar la negociación con éxito.
Si se quieren llevar a buen puerto las negociaciones con el casero, no queda más remedio que detectar sus necesidades: si precisa alquilarlo con urgencia o si no tiene prisa para realizar la operación; si pasa por problemas económicos o dispone de una gran liquidez; o si hace poco ha comprado el piso para alquilarlo a otras personas; o incluso si es fruto de una herencia. En función de cada una de estas variables se podrá conseguir una mejora u otra.
Además, es importante también disponer de información sobre la oferta y demanda en la zona en donde esté ubicado el inmueble, un instrumento muy útil para negociar el precio.