El consumo de frutas y verduras es beneficioso para la salud. Las ensaladas permiten combinar varias hortalizas para aprovechar sus distintas cualidades nutricionales. Su punto fuerte es que pueden reunir una gran variedad de vegetales crudos, sin apenas pérdida de nutrientes. ¿El punto débil? Que al ser una preparación tan fresca, a veces cuesta comerla en invierno. Cuando hace frío, apetece más otro tipo de recetas, como platos calientes o comida de cuchara. Sin embargo, no hay razón para renunciar a las ensaladas en los meses más fríos del año. A continuación explicamos cómo preparar una buena ensalada de invierno y ofrecemos cinco opciones para llevar a la mesa.
Cómo preparar una buena ensalada de invierno
El secreto de las ensaladas de invierno consiste en suavizar su temperatura para lograr que sean un plato templado. Pero, además, la clave está en añadir algún elemento que aporte energía, en especial si la ensalada será un plato único.
Así como en verano apetece que los ingredientes estén bien fríos (recién sacados de la nevera, buena parte de las veces), en los días gélidos es preferible aparcar lo refrescante y degustar unos bocados con sensaciones menos extremas. Conseguir esto es muy fácil: basta mezclar ingredientes crudos y frescos con otros cocinados y tibios (no calientes). De esta manera obtendremos una temperatura de conjunto muy agradable al paladar, mientras conservamos intactas las propiedades de muchos de estos alimentos.
- Entre los ingredientes crudos, contamos con varios «incondicionales» de la cocina: tomate, cebolla, pimientos, pepinos, zanahoria y verduras de hoja verde, desde lechugas variadas y espinacas hasta canónigos y endibias. Nunca fallan.
- Entre los ingredientes templados, la variedad es casi infinita. Podemos apostar por las legumbres (ya sean de bote o reservando un poco de las que hagamos en estos días) o por el arroz, un cereal muy versátil. Pero también podemos incluir más energía con unas patatas, cuscús o un poco de pasta, ricos en carbohidratos. Otra opción es agregar algo de proteína animal (mariscos, pollo, huevo cocido) o añadir quesos y pescados en conserva (atún, boquerones, anchoas) para sumar calcio a nuestro plato.
Cinco tipos de ensaladas para los días fríos
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Las combinaciones posibles son muchas y, en buena medida, las decisiones las toma el paladar. Aun así, reseñamos varias opciones, según grupos de alimentos: quesos, pasta y patatas, arroz, legumbres, carnes y pescados.
Ensaladas con queso
El queso, además de calcio, aporta sabor y textura a las ensaladas. Los quesos de cabra, los azules y los parmesanos tendrán más presencia que otros, pues su sabor es más fuerte, mientras que los untuosos y los blandos añadirán suavidad a la textura.
Entre las muchas opciones, destacamos: la ensalada templada de espinaca, bacón y queso de cabra; la ensalada de tomate confitado y queso de oveja; la de piquillos y berenjenas con queso; la de nueces y queso azul (los frutos secos son un ingrediente estupendo desde el punto de vista nutricional); y la ensalada de queso de cabra a la plancha, la propuesta más calentita de todas.
Ensaladas con pasta y patatas
Las ensaladas de pasta lucen mucho en la mesa, son muy fáciles de hacer y gustan a casi todo el mundo. La variedad de formas y colores de la pasta ayuda, además, a conseguir un plato más vistoso. Algunas combinaciones interesantes y originales son las siguientes: pasta y lechugas con sardinas en conserva; ensalada de pasta con vinagreta (queda muy bien con salmón y algún contrapunto dulce, como las uvas pasas); ensalada de pasta al curry, una receta que admite usar algo de fruta, como una manzana; y ensalada templada de macarrones con rúcula.
En cuanto a las patatas, otro ingrediente que da tanta energía como juego, podemos disfrutarlas en ensalada con múltiples ingredientes. Está la ensalada con patatas y shiitakes asadas; la que incluya patatas, germinados de brécol y lombarda; la que combina patatas con salmón ahumado y pomelo; o la de patatas a la sueca con rábanos, apio, huevo y manzana.
Ensaladas con arroz
Las ensaladas de arroz, al igual que las de pasta, son un mundo en sí mismas. Hay una gran cantidad de posibilidades. Además de las cinco ensaladas de arroz imprescindibles, y unos cuantos trucos para conseguir los mejores resultados, podemos añadir: la ensalada de arroz y plátano frito; la de arroz salvaje con cebada, calabacín y bonito; la de arroz salvaje y basmati con naranja; y la de arroz con champiñones, espárragos trigueros y garbanzos, una buena antesala para el siguiente grupo.
Ensaladas con legumbres
Las legumbres son ricas en proteínas vegetales. Por eso son interesantes desde el punto de vista nutricional. Aunque en los meses fríos protagonizan los platos de cuchara, también pueden destacar (y mucho) en exquisitas ensaladas templadas.
Queda muy bien la ensalada de judías blancas con salmón ahumado, como la de garbanzos con bacalao o la de garbanzos con naranja. Las lentejas también ofrecen muchas opciones: podemos hacer lentejas con nueces, unas lentejas con verduras frescas o unas lentejas con atún.
Ensaladas con carnes, pescados y mariscos
Algunas de las recetas citadas llevan pescados y mariscos, dos estupendos ingredientes para añadir a las ensaladas templadas. Otras variantes deliciosas son la ensalada con pasas, piñones y langostinos, la de gulas con calabacines, la de bacalao con queso crema y la de chipirones con vinagreta.
En cuanto a las carnes, con excepción del jamón, las que mejor funcionan son las blancas, como las del pollo y el pavo. Algunas ideas tibias: ensalada de pollo con pasta, aguacate y nueces; ensalada de endibias con pollo asado; ensalada de pollo y manzana; y ensalada de pechuga de pavo y mango.