Cuando termina el verano y llega el recibo de la luz de los meses más calurosos, es normal llevarse las manos a la cabeza. Su importe es astronómico, debido en gran medida al elevado consumo de energía de los sistemas de aire acondicionado. Sin embargo, con un uso racional de este tipo de climatización es posible estar fresco en casa sin gastar demasiado. Este año, tras el continuado encarecimiento del precio de la electricidad y con la subida del IVA, es más importante que nunca seguir una serie de pautas de ahorro que se detallan a continuación, para que en septiembre nadie se quede helado al recibir la factura de la luz.
El aire acondicionado, en su justa medida
El aire acondicionado no siempre se utiliza de manera eficiente. Las elevadas temperaturas a las que llega el mercurio durante el verano en algunas zonas de España hacen que la climatización sea imprescindible, pero es frecuente que refrescar la casa suponga que el termostato se fije muy por debajo de lo recomendable.
Por cada grado que se baja la temperatura en el aire acondicionado, se gasta un 8% más de electricidad
Al igual que hay personas que en invierno están en su vivienda con la calefacción al máximo y en camiseta, hay quien en verano quiere pasar frío y no le importa incluso ponerse una prenda de manga larga. Esto no es bueno para la salud ni para el bolsillo, y tampoco lo es para el medio ambiente. Con una elección y compra adecuadas y una serie de sencillos hábitos, es posible estar en casa a una temperatura apropiada sin pasar calor y, a la vez, ahorrar energía.
Comprar un equipo eficiente.
Las personas que aún no tengan aire acondicionado en casa y lo necesiten están a tiempo de adquirir un aparato que consuma menos electricidad. En el Instituto de la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) se puede consultar cuáles son los equipos de climatización que menos gastan.
La etiqueta energética también es útil para diferenciar los sistemas de aire acondicionado más eficientes. Los de clase A son los que tienen un menor consumo seguidos por la B, la C hasta llegar a los menos sostenibles. Conviene saber que un equipo eficiente gasta hasta un 60% menos de electricidad que uno de alto consumo que ofrezca las mismas prestaciones. Verano tras verano, el ahorro que supone comprar un buen equipo compensa.
Con el objetivo de incentivar los sistemas de aire acondicionado eficientes, algunas comunidades autónomas subvencionan la sustitución de aparatos menos sostenibles por otros con etiqueta energética de clase A mediante el Plan Renove. Quien tenga la intención de adquirir uno de estos sistemas, debería informarse antes en su región si puede beneficiarse de estas ayudas, que pueden alcanzar hasta el 30% del coste total del climatizador.
Dejarse asesorar por los expertos.
El equipo más grande, con mayor potencia y más frigorías no es siempre el más adecuado para todas las casas. Hay que tener en cuenta el tamaño de la habitación en la que se pondrá, la orientación de la vivienda o las necesidades de refrigeración del piso. Adquirir un equipo por encima de las necesidades puede suponer un gasto más elevado y continuo.
Como orientación, para refrigerar una superficie de 15 metros cuadrados se requiere una potencia de 1,5 kW y para una de 30 metros, basta con 2,4kW.
Quizá tampoco sea necesario que todas las habitaciones cuenten con aire acondicionado. En los cuartos que menos se utilicen o en aquellos en que la temperatura sea más baja, se puede prescindir de la climatización.
Las personas que a diario venden o colocan aparatos de aire acondicionado saben cuáles son las necesidades de cada casa en función de los parámetros que el usuario les indique.
Colocar el equipo de aire acondicionado en el lugar adecuado.
Lo idóneo es instalar el climatizador de manera que el sol le dé lo menos posible y en sitios donde haya una buena circulación de aire. Esto también incide en que gasten menos. En el IDAE indican que en el caso de que las unidades condensadas estén en un tejado, es conveniente cubrirlas con un sistema de ensombramiento. Tampoco deben ubicarse junto a otros electrodomésticos que den mucho calor ni cerca de bombillas.
Según señalan los expertos, no es recomendable refrigerar varias estancias con un solo equipo porque el gasto será superior y la temperatura alcanzada tampoco será la más adecuada.
Atención al termostato.
Poner el termostato del aire a una temperatura adecuada es uno de los gestos con los que se puede obtener un mayor ahorro. En el IDAE consideran que en verano, al llevar menos ropa y ser más ligera, la temperatura de confort de una casa es de 26ºC. Otros organismos aconsejan mantener la estancia entre 22 y 25ºC. También hay que regular los valores de humedad, que han de estar entre el 40% y el 60%.
Es muy común que, para que la habitación se enfríe de forma rápida, al encender el aparato se elija una temperatura muy baja. Esto en realidad provoca un gasto excesivo y un consumo innecesario. Algunos equipos vienen con sistemas que permiten enfriar la habitación ligeramente (como el «modo powerful») si hace demasiado calor en ella. En todo caso, una diferencia de más de 12ºC entre la temperatura de la calle y la del interior no es saludable.
Otro extremo a tener en cuenta es que por cada grado que se baja el termostato, el aire acondicionado gasta un 8% más de electricidad. Si se hacen cálculos, una temperatura adecuada puede suponer un ahorro importante a lo largo del verano.
Encender el aire solo cuando sea necesario.
En algunas ocasiones, por costumbre, lo primero que se hace al llegar a casa es poner el aire acondicionado. Si el objetivo es gastar menos, en los días no demasiado calurosos se puede elegir otras alternativas.
Apagar el equipo un rato antes de salir.
Si se deja la estancia durante bastante tiempo o se sale a la calle, conviene quitar el aire acondicionado con antelación. El fresco seguirá en la habitación durante diez minutos o un cuarto de hora. Si se apaga justo en el momento de irse, se habrá desaprovechado ese tiempo y se habrá gastado energía de forma poco eficiente.
No dejarlo encendido por error.
Aunque parezca obvio, hay quien se olvida de apagar el aire acondicionado. Pese a que cada vez es un descuido menos frecuente debido al elevado precio que alcanza la electricidad, es un fallo que de vez en cuando se sigue produciendo. Si pasan varias horas, al volver a casa, además de encontrarla helada, el consumo se habrá disparado.
Hay aparatos de aire acondicionado que tienen detectores de personas y si no hay nadie en la habitación se apagan solos. En algunos casos conviene activar este sistema para evitar consumos innecesarios.
Cerrar las puertas y las ventanas.
Es otro de los hábitos que ayuda a ahorrar. Si las puertas interiores se mantienen abiertas, el aire fresco irá hacia los pasillos o a cuartos que no se estén utilizando. De esta forma, ni enfriará del todo la estancia que se intenta refrigerar ni alcanzará las otras habitaciones, con lo cual se estará desperdiciando energía.
Con las ventanas es aún peor, pues el aire que entra es caliente y el que se va es frío, así que el electrodoméstico tendrá que hacer un esfuerzo superior.
Acondicionar la vivienda.
Hay numerosos elementos que contribuyen a tener la casa más fresca sin necesidad de gastar electricidad. Los toldos, las persianas, las pérgolas o las cortinas no dejan pasar la luz del sol y evitan que la casa se caliente. Cuando sea posible, conviene tener las persianas bajadas y la vivienda casi en penumbra para lograr una temperatura más agradable.
Si en la casa hace siempre mucho calor y los dueños están pensando en pintar las paredes, conviene elegir tonos claros porque reflejan la luz y evitan que la vivienda se caliente.
Ventilar en horas frescas.
Se puede aprovechar el fresco exterior para refrigerar la vivienda. A primeras horas de la mañana o a partir de las cuatro de la madrugada la temperatura es más baja. Será entonces el momento más adecuado para abrir las ventanas y que entre el aire.
Limpiar el equipo.
Si acumulan suciedad o polvo, los filtros se obstruyen, el rendimiento del sistema se ve reducido y, por tanto, el consumo energético es mayor. Se recomienda limpiar los filtros con cierta frecuencia para que el aire acondicionado alcance su máxima eficiencia.
Utilizar ventiladores.
En las zonas en las que la temperatura no sea demasiado elevada o en los días menos calurosos del verano, el aire acondicionado se puede sustituir por un ventilador. Según aseguran desde el IDAE, el movimiento del aire produce una sensación de descenso de la temperatura de entre tres y cinco grados. Su consumo energético es muy bajo y, además, evita alergias y molestias que pueden surgir si el aire acondicionado no se controla de manera adecuada. Si no es posible sustituirlo, alternar el uso de ambos aparatos también puede suponer un ahorro en la factura.
Sustituir el aire acondicionado por sistemas evaporativos.
Los sistemas evaporativos son aparatos que hacen pasar una corriente de aire por una bandeja llena de agua. Cuando se evapora, humedece la estancia y la enfría. Bajan la temperatura unos cuantos grados y son adecuados para regiones secas. Aunque no alcanzan la misma refrigeración que el aire acondicionado, pueden ayudar a refrescar el ambiente en las localidades donde la temperatura no es especialmente elevada. Su consumo es, además, muy bajo.