Por trabajo o por placer, son numerosos los españoles que cada verano viajan fuera de nuestras fronteras. Si el trayecto se realiza en coche, hay que tener en cuenta que es deber del usuario llevar toda la documentación del vehículo y el conductor en regla, además de conocer siempre las normas de conducción del lugar de destino, ya que su incumplimiento puede acarrear duras sanciones. En las siguientes líneas se detalla esta información más a fondo y se dan consejos para circular fuera de España sin tener ningún problema.
Para conducir fuera de España es preciso tener toda la documentación en regla y cumplir todos los requisitos que se exijan en el país (o países) por el que se circulará. Para ello, conviene tener en cuenta lo siguiente:
El conductor debe portar siempre el permiso de conducción original y el Documento Nacional de Identidad. Esto es así no solo en el extranjero: también en nuestro país hay que circular con estos documentos.
El permiso de conducción de España es válido para viajar en la Unión Europea y por todos los países con los que España tiene firmado un convenio: Andorra, Argelia, Argentina, Bulgaria, Bolivia, Brasil, Colombia, Croacia, Chile, Ecuador, Filipinas, Guatemala, Marruecos, Perú, Paraguay, República Dominicana, San Salvador, Serbia, Turquía, Túnez, Ucrania, Uruguay y Venezuela, además de Islandia, Noruega y Liechtenstein.
Para el resto de países del mundo hay que tener un permiso de conducción internacional. Para solicitarlo, hay que dirigirse a la Dirección General de Tráfico, que lo concederá previo pago de un importe que ronda los 10 euros.
No hay que olvidar que el coche también debe ir documentado. Siempre se debe llevar en el automóvil: el certificado de matriculación, el seguro obligatorio vigente, la ficha de las características técnicas junto con la acreditación de que ha pasado la ITV, los recibos de los impuestos de circulación y la «carta verde» (que certifica que un vehículo dispone de seguro de Responsabilidad Civil Obligatoria). Todos los documentos deben ser originales, y todos los requisitos son aplicables de la misma forma a remolques, caravanas y motocicletas.
No hace falta para viajar dentro de la Unión Europea la denominada «carta verde», pero sirve como prueba reconocida internacionalmente y facilita, por tanto, la reclamación de indemnizaciones en caso de accidente.
Si no se cuenta con ella, hay que llevar los papeles que certifiquen que el turismo está debidamente asegurado. Además, la compañía de seguros puede suministrar a sus clientes un formulario europeo de parte de accidente, con el que resulta más fácil y rápido rellenar el parte en otro país.
En caso de no ser los propietarios del vehículo, se recomienda llevar una autorización de uso por si hay algún problema.
Lo habitual es que el seguro de automóvil que se concierta en nuestro país tenga validez en cualquier otro de la Unión Europea hasta el límite obligatorio vigente en cada uno, excepto si se ha pactado una amplitud territorial al contratar la póliza. De cualquier forma, es mejor preguntar a la compañía aseguradora por qué países se puede circular con las mismas condiciones de protección.
También es aconsejable que en el contrato de seguro se tenga la cobertura de asistencia en viaje, gracias a la cual estarán cubiertas muchas situaciones que puedan surgir durante el trayecto.
Con independiencia de la documentación que hay que portar, conviene tener claro que la normativa en materia de tráfico difiere de unos países a otros, inclusive dentro de la Unión Europea. Por ello, cabe destacar que es muy importante conocer las leyes del país de destino, así como las sanciones que pueden aplicarse, y saber qué hacer si nos ponen una multa.
Es muy importante fijarse en las señales para asegurarse de los límites exactos de velocidad, que por lo general son de 110, 120 o 130 kilómetros por hora, por autopista, y de 50 o 60 kilómetros por hora por área urbanizada. Además, se debe observar y prestar atención a cualquier condición especial aplicable en un determinado país.
Hay que tener especial cuidado con el índice máximo de alcoholemia permitido, que varía entre 0,2 y 0,9 mg/ml en la mayoría de los países. También hay algunas regiones, como Hungría o Rumanía, en las que no se permite tener nada de alcohol en sangre cuando se está al volante.