Los pediatras estiman que los menores deberían tener un control miccional a partir de los cinco años. Sin embargo, si a esa edad un niño orina de manera involuntaria dos o más veces en un mes, es probable que se trate de enuresis o incontinencia urinaria. En España, algo más de un millón de niños entre 5 y 15 años padecen este trastorno. Esta cifra proviene de los resultados preliminares de una encuesta realizada entre pediatras sobre los hábitos miccionales de los niños, que indica que el 21,6% (uno de cada cinco menores) no controla de manera adecuada su esfínter urinario.
En el estudio, puesto en marcha el pasado mes de febrero por la Asociación Española de Familiares y Pacientes con Enuresis (AFYPEN) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), han participado más de un 8% de los casi 7.000 pediatras españolas de todas las comunidades autónomas.
A pesar de la alta incidencia de este trastorno, sólo un 45,5% de los padres consulta a los pediatras. Más de la mitad no informa al médico del problema de sus hijos. Optan por ocultarlo, ya sea por vergüenza o porque no le dan importancia, a pesar de que existen tratamientos farmacológicos eficaces para combatir la incontinencia urinaria en escasos meses, apunta el doctor Juan Carlos Ruiz, director del Instituto Urológico Madrileño y representante de AFYPEN. «El tratamiento requiere un seguimiento durante seis meses y un año, pero en el primer mes las familias ya perciben avances importantes en el niño», explica.
El doctor Venancio Martínez, miembro de la SEPEAP, indica que la enuresis entre los 5 y los 10 años de edad se produce con una frecuencia media que duplica a la de los menores preadolescentes y adolescentes. Esta patología es más común entre los niños que entre las niñas, en una proporción 60/40.
Factores fisiológicos
El escape involuntario de orina entre los niños enuréticos es fruto de «una falta de maduración de la vejiga o de un déficit de la hormona ADH, que produce mucha más orina por la noche», indica Ruiz, quien asegura que no se trata de un problema psicológico. «En más del 90% de los casos se deriva de un problema fisiológico que tiene resultados efectivos si se pone en tratamiento», agrega. «El niño no se orina porque quiere, en la inmensa mayoría de los casos no tiene una causa psicológica y no hay que culpabilizarles», advierte. Sólo en menos de un 10% de los casos se produce este trastorno por motivos psicológicos, como problemas de celos o los nervios ante el inicio del curso escolar.
Los dos expertos coinciden en que el diagnóstico precoz de la enuresis es decisivo, ya que el problema se soluciona en algunos casos con medidas educacionales. Destacan, además, que en el 62% de los casos de micciones involuntarias existen «antecedentes familiares», que acreditan que «suele haber un factor hereditario importante».
Los doctores aseguran que sufrir de enuresis afecta de manera decisiva a los niños en su rendimiento escolar, implica una pérdida de su autoestima y perjudica sus relaciones sociales, además de generarles una gran inseguridad y malestar por las posibles burlas de amigos o hermanos. «El hecho de orinarse por la noche supone que no vayan a campamentos ni que acudan a casa de amigos a dormir, su integración en clase se ve dificultada y la falta de socialización puede terminar por pasar factura desde el punto de vista psicológico», señala Ruiz.