La fisioterapia obstétrica es aún una disciplina poco extendida en el sistema sanitario español a diferencia de lo que ocurre en otros países, cuando es mucho lo que el fisioterapeuta obstétrico puede hacer durante el embarazo, parto y postparto de una mujer. Disminuir los síntomas dolorosos, evitar que se dañe el suelo pélvico y facilitar el alumbramiento y la recuperación de la fémina son algunas de sus funciones. José Miguel Amóstegui, especialista en fisioterapia obstétrica y presidente de la Sociedad Española de Fisioterapia y Pelviperineología (SEFIP), lo cuenta en esta entrevista.
La fisioterapia obstétrica es esa parcela o especialidad de la fisioterapia que se acerca al hecho obstétrico del embarazo, el parto y el posparto, con el fin de que la mujer embarazada disfrute de una buena salud. Hay que tener en cuenta que durante la gestación, el cuerpo de la mujer llega al límite de su funcionalidad y puede sufrir dolores lumbares, dorsales, alteraciones del suelo pélvico -última barrera del bebé-, y sobrecarga ponderal en la parte vaginal, que son las principales causas del daño perineal, es decir, en la musculatura del suelo pélvico.
En principio, las que tienen un dolor, por supuesto que sí. Aunque toda mujer que va a dar a luz debería contar con el control del fisioterapeuta, al igual que ocurre en Bélgica y los países de la cultura anglosajona, como profilaxis y para evitar que la región lumbopélvica y las articulaciones sacroilíacas padezcan la sobrecarga del embarazo. El fisioterapeuta obstétrico ayuda a evitar lesiones del suelo pélvico, consigue que la mujer tenga un mejor parto y una mejor recuperación postparto. Puede practicar una terapia manual, preparar las articulaciones y el suelo pélvico, ofrecer consejos de posturas específicas y enseñar un tipo de pujo (o empuje) determinado.
Enseñar una forma de empujar que no cause daño al resto de las vísceras, que consista en empujar al bebé pero sin dañar las vísceras pélvicas -vejiga, matriz y recto- ni causar daño perineal. Ése es el valor añadido del fisioterapeuta obstétrico. En los cursos de preparación al parto en España, por costumbrismo o por dejadez, el fisioterapeuta no se ha hecho cargo de esta preparación a la maternidad. Ahora hay un mayor interés por parte de la sociedad para que asuma esta preparación.
Sí, son Bélgica, EE.UU. y, en general, los países anglosajones. En ellos el fisioterapeuta obstetra tiene una presencia clara en la preparación a la maternidad, junto a una matrona que acompaña a la embarazada para que el bebé nazca bien. Para ello, le enseña ejercicios de biomecánica de la pelvis, para disminuir el dolor. En esto la figura experta es el fisioterapeuta. De hecho, los Estatutos de la Seguridad Social atribuyen al fisioterapeuta las funciones de prestar atención prenatal y postnatal.
En este momento hay recursos para que esté más presente, pero hasta hace poco ha habido un abandono por parte de los fisioterapeutas, que se han dedicado a otros trabajos durante más tiempo, mientras que la fisioterapia obstétrica ha quedado más abandonada. Además, durante años los fisioterapeutas se han dedicado más a la preparación a la maternidad que al parto.
El cuidado postural de la embarazada consiste en evitar los tacones, los pesos asimétricos, la bipedestación prolongada y el estrés
Después del primer trimestre o a partir del cuarto mes, cuando se evidencia el embarazo físico (aparece la tripita) y empieza a haber desórdenes lumbares o dorsolumbares, la embarazada debería recibir información por parte del fisioterapeuta. Hay que destacar que la musculatura que cierra la pelvis de la mujer es muy vulnerable a la incontinencia urinaria o a la caída de vísceras al exterior. Durante ciertas épocas de la vida -el embarazo, el parto y la menopausia- así como en la mujer deportista, se debería informar bien de qué ocurre con el suelo pélvico.
En esta fase del embarazo convendría que acudiera a una escuela perineal, donde la atiendan una matrona y un fisioterapeuta. En ella se explica qué es el suelo pélvico, cómo se sobredimensiona y cómo recuperarlo tras nacer el bebé; se trata a la mujer de su patología dolorosa con terapia manual. A partir del séptimo mes, se imparte a la embarazada un curso de preparación a la maternidad, se trabaja la gimnasia prenatal, se le aconseja el masaje perineal y se le enseña a controlar las posturas, a fin de que goce de una mayor calidad de parto y un menor daño de las articulaciones sacroilíacas. Y también se le enseñarán ejercicios de Kegel, específicos para los músculos del suelo pélvico.
En evitar la hiperlordosis lumbar, es decir, en llevar al bebé alto; en evitar los tacones, los pesos asimétricos, la bipedestación prolongada y el estrés; en procurar, en las últimas semanas, descansar en la mitad de la jornada; en caminar entre uno y tres kilómetros al día, y en hacer diariamente los ejercicios de gimnasia prenatal.
En la actualidad el fisioterapeuta no está en el nacimiento del bebé, se ocupa de ello la matrona. Aunque en países como Bélgica y los anglosajones sí que forma parte del equipo multidisciplinar que está en el paritorio, junto al ginecólogo-obstetra y la matrona. En este caso, el fisioterapeuta puede colaborar, durante la fase de dilatación, aconsejando masajes y posturas para disminuir el umbral doloroso y el dolor que sobreviene con cada contracción.
Sí. Podríamos decir que lo “desmoldamos”, gracias a posturas asimétricas y a movimientos circulares de la pelvis con los que estamos facilitando la salida del bebé. También se proponen masajes y posturas que la mujer parturienta realiza con su pareja, que colabora de forma conjunta con ella. El fisioterapeuta, que puede haber adiestrado previamente a la mujer, puede orientarla después de la dilatación, en el momento del parto, a situarse en determinadas posturas que faciliten el nacimiento del bebé con el mínimo daño perineal. Aunque hoy la postura de alumbramiento en los hospitales españoles es la litotomía o de la postura boca arriba.
No es la natural en absoluto. En realidad, ningún mamífero pare boca arriba. Los monos lo hacen colgados desde los árboles. La postura de la mayoría de paritorios es estática y simétrica. Las mujeres paren quietas y esto no es lo más adecuado. Sería mucho mejor una postura a cuatro patas que permite mover la pelvis en todos los sentidos, hacia delante y hacia detrás, como la de las mujeres del Serengeti.
Otra postura mejor es la de decúbito lateral, como en Reino Unido, que es una adaptación hecha por la doctora Bernardette Gasquet. En esta posición, la mujer puede mover una pierna a la parte de arriba y estirar la otra pierna hacia abajo, y el brazo a la parte de arriba, empujando contra su pareja y la enfermera, provocando una contracción del músculo transverso abdominal, que es una cincha que está entre el ombligo, los músculos tensores y la pelvis, y que es el músculo que nos permite parir, toser, estornudar y vomitar.
En esta postura, la pierna de arriba se coloca en rotación interna para facilitar la salida del bebé. Otra buena postura para el parto es la de semicuclillas -no de cuclillas completas-, en la que la mujer se sienta en una banqueta baja, en forma de herradura, junto a su pareja, que la estira de los hombros hacia arriba. En este caso, unido al pujo, la mujer tiene que llevar el diafragma hacia arriba y meter la tripa para tener un buen parto.
La misión del fisioterapeuta obstétrico no finaliza con la culminación del embarazo o parto. Después, este profesional realiza técnicas de terapia manual para normalizar las articulaciones pélvicas, las sacroilíacas y el coxis, informa José Miguel Amóstegui. La secuencia de los cuidados que se deben aplicar tras el alumbramiento es la siguiente: 48 horas después del parto, la mujer debe realizar los ejercicios de Kegel; en la sexta semana tras el parto, el fisioterapeuta hace una valoración abdominopélvica y la reciente madre sus ejercicios de gimnasia postnatal específicos, con interés en la gimnasia abdominal hipopresiva, pues en el postparto se deben evitar las hiperpresiones abdominales como el uso de fajas, “un consejo desoído”, afirma Amóstegui.
Y también se debe tener una buena higiene postural, ya que al dar de mamar y sostener al bebé en brazos se suele sobrecargar mucho la espalda. Según este profesional, “en EE.UU. son los llamados fisioterapeutas ginecólogos los que hacen esta valoración. Nosotros somos fisioterapeutas especialistas en uroginecología. En Francia, se facilitan diez sesiones con el fisioterapeuta obstétrico de recuperación del suelo pélvico”.
En la valoración, que insiste Amóstegui que no la puede hacer cualquiera, se comprueba cómo ha quedado el tejido del suelo pélvico, si las cicatrices están en buenas o malas condiciones, si el masaje perineal es suficiente, si hay dispauremias (dolor en las relaciones sexuales), incontinencia urinaria o caída de vísceras y, en general, las disfunciones que pueda tener la mujer después de dar a luz. Si es preciso, se decide un tratamiento específico para ella.
El fisioterapeuta obstétrico continúa prestando su apoyo a la mujer hasta aproximadamente el tercer mes después del alumbramiento. En ese momento, si no se observa ninguna disfunción o malestar, la relación entre el fisioterapeuta obstétrico y la paciente habrá terminado. En el caso contrario, si persiste algún tipo de afectación, la mujer sería atendida por un fisioterapeuta especializado en uroginecología.