¿Tiene que ver el lugar donde se viva en la felicidad de sus habitantes? La respuesta es sí. Las ciudades donde se vive más feliz suelen localizarse en los países más ricos; sin embargo, el nivel de prosperidad no es el único factor que influye en la felicidad. Las relaciones humanas, la realización en el trabajo y las condiciones de vida también afectan a la felicidad de los ciudadanos. En este artículo se describe un estudio que aborda los elementos claves de una ciudad para la felicidad de sus habitantes y la valoración que se da a cada uno de ellos.
Las claves de la felicidad en ciudades y países
¿Por qué elegir un lugar para vivir y no otro? Instalarse en ciudades saludables y que hagan felices a sus habitantes es la opción soñada para muchos. En los últimos años, se han difundido diversas clasificaciones de las urbes idóneas para vivir.
Río de Janeiro, Sídney y Barcelona serían, por este orden, las mejores ciudades para vivir, según el índice de Anholt-Gfk Roper City Brands, elaborado por una compañía privada que cataloga las mejores urbes para residir. También entre las top 10 del planeta figura la capital española, Madrid, pero ya en el sexto lugar. Las atracciones culturales, turísticas y la oferta para el «shopping» son algunos de los aspectos valorados en este ranking. Pero, ¿son estas las claves de la felicidad en las ciudades?
Para ser feliz es importante gozar de una buena salud mental y física, alguien en quien respaldarse, trabajo y lazos familiares establesAl parecer, los países más felices del mundo son los más ricos y corresponden a los del norte de Europa, como Dinamarca, que estaría en primer lugar, seguido de Finlandia, Noruega y los Países Bajos; mientras que entre los más infelices figuran los más pobres del mundo, los localizados en África, como Togo, Benin, República Centroafricana y Sierra Leona, según el Informe de la Felicidad en el Mundo editado por John Helliwell, Richard Layars y Jeffrey Sachs, del Earth Institute (Instituto de la Tierra), de la Universidad de Columbia. Según este sondeo, España se sitúa en el puesto 22 en cuanto a felicidad.
No obstante, la felicidad no depende solo de la prosperidad económica, sino de otros factores, como contar con una buena red de apoyo social, la libertad política y la ausencia de corrupción, según este informe. De hecho, el rey de Bután, un pequeño país situado en el Himalaya, ante las cifras de pobreza de su país, decidió medir la felicidad bruta interna (FBI) en lugar del producto interior bruto (PIB), con el fin de ver la calidad de vida de sus ciudadanos, ya que incluye aspectos psicológicos y holísticos, más allá de la prosperidad económica.
Desde el punto de vista individual, para ser feliz es importante gozar de una buena salud mental y física, alguien en quien respaldarse, trabajo y lazos familiares estables, añade el Informe de la Felicidad en el Mundo.
La felicidad urbana
Hay distintas formas de medir la felicidad en las ciudades: la felicidad subjetiva o grado de satisfacción respecto a diferentes aspectos de la vida (el entorno familiar y de amistades, la educación, el sueldo, etc.); la felicidad objetiva, que se refiere a la calidad de la vida urbana; y, por último, la felicidad integrativa, una combinación de las dos anteriores, que se aproxima más a la sensación real de las personas. Así lo asegura Ioanna Papachristou, doctorando e investigadora en el Sustainability Measurement & Modeling Lab de la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC), quien ha llevado a cabo un estudio sobre la cuantificación de la felicidad urbana.
En general, en su informe concluye que la felicidad subjetiva de los residentes de una ciudad es más alta que la felicidad objetiva y, por lo tanto, que la felicidad real de los ciudadanos. Para averiguarlo, realizó un cuestionario a 174 personas que residían o trabajaban en un distrito de Barcelona (Gracia), de las cuales el 39% dijo sentirse bastante feliz y solo el 3,5% se declaró totalmente feliz.
Más del 77% de los encuestados se mostró satisfecho y feliz con su salud, su vida en general, el tiempo libre, su familia, su vida social y su estatus social, ya que puntuaron estos aspectos con un valor alto, de 4 sobre 5. En cambio, hubo menos personas satisfechas con su dinero (el 43%), el trabajo (el 53%) y los desplazamientos diarios del domicilio al trabajo y viceversa, fenómeno denominado «commuting» en inglés (51%).
Los ciudadanos quieren más áreas verdes, el aire menos contaminado, menos ruido, una buena calidad del agua y buenos servicios de saneamientoEl estudio realizado en Barcelona lanzó otros resultados interesantes asociados al bienestar de los encuestados. Respecto a las condiciones de vida urbana, la mayoría de los entrevistados puntuó más bajo, con un 3 sobre 5, la calidad del agua y de las instalaciones de saneamiento (el alcantarillado); el 34% se mostró insatisfecho con la calidad del aire (según la Generalitat es buena en toda Barcelona); el 40% dijo estar insatisfecho con las condiciones de tráfico (la Generalitat señala que el flujo de tráfico no es alto en esta zona); y el 62% puntuó bajo, entre 2 y 3, su grado de satisfacción con el ruido.
La mayor parte se manifestó a disgusto por la falta de áreas verdes, ya que el 43% las calificó con solo un 2 y el 23% con un 1, mientras que las zonas peatonales fueron algo mejor valoradas con un 3, por el 28% de los entrevistados, y un 4, por el 33%. En cuanto a la seguridad, el 79% dijo sentirse muy seguro en su barrio y el 98%, tener acceso a la sanidad pública o privada.
Los datos evidencian que “los ciudadanos quieren más áreas verdes, el aire menos contaminado, menos ruido, una buena calidad del agua y buenos servicios de saneamiento”, resume Papachristou. Su trabajo concluye que la planificación urbanística debería enfocarse a crear las condiciones de vida adecuadas para las personas que viven en las ciudades, puesto que estas influyen en su estado de ánimo (en su felicidad o no), y no en planificar solo para las ciudades.