Las recomendaciones para proteger el cerebro, y así disfrutar de una buena salud cerebral, no distan de las necesarias para mantener cualquier otro órgano en óptimas condiciones: adoptar un estilo de vida saludable con dieta sana, ejercicio físico, un buen círculo social y de amistades y un buen manejo de emociones, como el estrés. No obstante, no hay que olvidar la estimulación cognitiva y todo lo que aporta el aprendizaje. Hablar varias lenguas ayuda a cuidarlo. Este artículo describe qué beneficios conlleva para el cerebro ser bilingüe y cuáles aprender un segundo idioma. Además, se apunta qué dice la evidencia científica sobre las recomendaciones para mantener las demencias a raya.
Beneficios de ser bilingüe
Las personas bilingües tienen una morfología cerebral distinta al resto y disponen de una mayor capacidad de concentración y más ventajas cognitivas. Además, el bilingüismo ayuda a ser más rápido y más eficiente en la toma de decisiones en las que se necesite inmediatez, como ante un caso de apuro o emergencia. Estas eran las conclusiones de un estudio realizado por científicos de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona y coordinado por Albert Costa, investigador del ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados).
El entrenamiento extra que supone controlar dos lenguas también retardaría la aparición de los síntomas del mal de Alzheimer
Dominar un segundo idioma, más allá del conocimiento de la lengua en sí, contribuye a tener una mayor capacidad en el control de la atención. La explicación está en que, de pequeños, los niños se habitúan a la necesidad de separar sus dos idiomas para evitar interferencias, al hablarlos o comprenderlos. Y este proceso utiliza las mismas células nerviosas que median en la toma de decisiones rápidas. De hecho, esto configura un entrenamiento extra que no tienen los menores monolingües.
Asimismo, algunas investigaciones insisten en que este entrenamiento extra también ayudaría no a evitar el mal de Alzheimer, pero sí a retardar la aparición de sus síntomas, periodo que algunos especialistas señalan que puede alargarse hasta cinco años. De todas maneras, se ha demostrado que una vez que la enfermedad hace acto de presencia en las personas bilingües, las dos lenguas se ven afectadas por igual, aunque el deterioro es mayor en el idioma que se adoptó más tarde.
Proteger el cerebro aprendiendo un segundo idioma
Sin embargo, estos beneficios no son exclusivos de las personas bilingües. Así lo concluye un estudio reciente, realizado por investigadores de la Escuela de Psicología de la Universidad de Kent (Reino Unido) y publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS). En él se ha demostrado que el aprendizaje de una segunda lengua, si se da en condiciones similares a las de un hablante nativo cuando aprende su idioma materno, aporta eficiencia en la transmisión de la información.
El aprendizaje de una segunda lengua aporta eficiencia en la transmisión de la información
Mediante registro con resonancia magnética, los especialistas han podido probar que también los adultos que aprenden una segunda lengua tienen una cobertura de mielina (componente que garantiza la transmisión de los conocimientos en la materia blanca) mejorada, tal y como se había confirmado con anterioridad en personas bilingües. Así pues se observó una mayor integridad en varias zonas de la materia blanca en quienes estudiaban el segundo idioma parecida a la que tenían las personas bilingües. Y este descubrimiento no se correspondía con lo que revelaban las imágenes captadas en los voluntarios monolingües. Eso sí, con una condición obligada: el aprendizaje de esta segunda lengua debe hacerse en un entorno de inmersión total.
Así, los resultados no mostraban variaciones entre los que habían sido bilingües desde siempre y los que lo habían sido los últimos siete u ocho años. Es decir, que parece ser que el beneficio vendría dado por el simple efecto de manejar dos idiomas: incluso de manera tardía, el bilingüismo provoca cambios estructurales en el cerebro y preserva la estructura de materia blanca.
Muchas de las medidas que se aconsejan para las demencias no están dirigidas a prevenir, de manera específica, la pérdida progresiva de las facultades mentales, sino los factores de riesgo que la podrían acompañar. Según la ‘Guía de Práctica Clínica sobre la Atención Integral a las Personas con Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias’ del Sistema Nacional de Salud, todavía no hay evidencia científica que sostenga qué hay que controlar para mantenerlas a raya.
En este documento, después de analizar la evidencia de los estudios que evalúan si determinadas actuaciones sobre los posibles factores de riesgo podrían modificar el riesgo de demencia, los especialistas aconsejan:
- Controlar la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la hipercolesterolemia, como factores de riesgo cardiovascular demostrados, y los hábitos de vida saludables (ácidos grasos omega 3 y ejercicio físico y mental), porque, aunque todavía no hay suficiente evidencia de sus beneficios sobre el riesgo de demencia, sí la hay en otros aspectos de la salud.
- No hay suficientes estudios que demuestren que la ingesta moderada de alcohol o el consumo crónico de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) se correspondan con un menor riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer y sí se asocian a otros riesgos para la salud, por lo que no se recomienda.
- No tomar vitamina C, vitamina E, ni terapia hormonal sustitutiva para la prevención de la demencia.