En España viven más de 10 millones de personas alérgicas y la cifra sigue en aumento. Las hipótesis sobre las razones de este incremento son varias: la memoria inmunológica, la contaminación y las nuevas sustancias químicas que el organismo considera enemigas. La alergia no se cura, pero hay medicamentos para mitigar sus síntomas (antihistamínicos, corticoides y broncodilatadores) y la inmunoterapia, que puede inducir tolerancia al alérgeno. Sin embargo, es primordial conocer qué tipo de alergia se sufre y cómo prevenirla. En este artículo se describen diferentes aspectos sobre las alergias más habituales y se aportan algunas recomendaciones para minimizar sus efectos.
Una alergia se desarrolla cuando el sistema inmunológico reconoce a determinadas sustancias (alérgenos) como peligrosas, a pesar de que no lo son, y experimenta diversos síntomas que dependen del tipo de alérgeno: picor de ojos y congestión nasal para la alergia al polen, problemas digestivos para la alergia a los alimentos o reacciones cutáneas para las alergias a los medicamentos. Cada una de estas patologías requiere un tratamiento concreto, por lo que es imprescindible conocer el origen de la alergia.
La alergia al polen: recomendaciones
Casi ocho millones de españoles son alérgicos a algún tipo de polen, como el de las gramíneas, el olivo o el plátano de sombra. Cada año, el Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología (SEAIC) notifica como prevé que será la primavera, siempre condicionada por la meteorología, para los 4,5 millones de españoles alérgicos al polen de las gramíneas. La información aporta concentraciones acumuladas de polen por metro cúbico de aire según la zona. Esta primavera de 2016, se avisa que será más intensa que la del año pasado, sobre todo en el centro peninsular, Extremadura y Andalucía.
La excesiva higiene es una de las principales causas del aumento de las alergias infantiles
Para tratar la alergia al polen lo primero que hay que hacer, aunque suene a Perogrullo, es detectarla, ya que es sencillo confundirla con un resfriado. La alergia puede prolongarse varias semanas o meses, mientras que el resfriado apenas dura siete días o menos y la fiebre es más común que en el caso de tener alergia. Otra señal de esta sensibilidad es el agravamiento del malestar al salir al exterior, cuando se entra en contacto con el polen en suspensión.
El principal consejo es evitar salir a la calle, acudir a parques o permanecer cerca de jardines, en la medida de lo posible y, sobre todo, los días de mayor concentración de polen o de viento. Durante las primeras horas de la mañana (entre las cinco y las diez) y las últimas de la tarde (a partir de las siete), la concentración de polen es mayor. No obstante, por la noche, se recomienda no dormir con las ventanas abiertas y circular en coche con las ventanillas cerradas, secar la ropa dentro de casa para evitar que se impregne de polen y evitar el humo del tabaco, insecticidas o perfumes fuertes, entre otros. Es aconsejable utilizar aire acondicionado, ya que la mayoría de los aparatos incorporan filtros que dejan fuera los pólenes.
Alergia alimentaria
La alergia a los alimentos es una reacción anómala a un alimento y afecta a más del 7% de la población. Los síntomas aparecen inmediatamente después de consumir el alimento. Los más comunes son reacciones cutáneas (dermatitis y edema de piel y mucosas), digestivas (dolor abdominal, náuseas, diarreas) y, menos frecuente, hinchazón de lengua o labios.
En adultos, los frutos secos (sobre todo, el cacahuete), las frutas, el pescado y el marisco son los responsables de gran parte de estas alergias. No hay medicamentos ni vacuna, así que hay que acudir al médico para identificar el alimento culpable y excluirlo de la dieta.
Alergia a los ácaros del polvo
Los ácaros que viven en el polvo causan este tipo de alergia, cuyos síntomas más comunes son problemas respiratorios y picor de ojos y nariz. Es una de las más frecuentes. Sus hábitats favoritos son colchones, almohadas, alfombras, mantas, sofás, juguetes de peluche, etc. Así que es preferible que colchones y almohadas sean de goma espuma látex o de material acrílico.
Estos microscópicos arácnidos necesitan una temperatura de 25 ºC y una humedad óptima entre el 70% y el 80% para reproducirse. Por tanto, una de las medidas para hacerles frente es mantener una temperatura menor de 22 ºC y una humedad inferior al 45%. Lavar la ropa a más de 55 ºC también los elimina.
Es necesario limpiar la casa con frecuencia, con aspiradora y un paño húmedo, protegidos con una mascarilla; es mejor realizar esta tarea por la mañana y con las ventanas abiertas, para que la corriente se lleve los ácaros. El resto del día, de la misma manera que sucede con el polen, la ventanas deben permanecer cerradas y, en verano, el aire acondicionado con filtros de aire es una buena opción.
Animales que provocan reacciones alérgicas
Cada año mueren en España entre 10 y 20 personas debido a la alergia del veneno de abejas y avispasLos gatos son los animales que más reacciones alérgicas provocan, por la inhalación de productos derivados de su piel, pelo, orina o saliva. Los síntomas son picor de ojos, congestión nasal y problemas respiratorios. El mejor consejo es evitar el contacto con esta mascota pero, a veces, basta limpiar bien su hábitat y la casa, además de impedirle entrar en el dormitorio o la sala de estar. Otros animales que también se asocian a alergia son perros, caballos, hámsteres, cobayas y conejos.
Una de las menos frecuentes es la reacción a las picaduras de insectos, que afecta al 1% de la población. Sin embargo, sus síntomas pueden revestir gravedad. Son las picaduras de abejas, avispas, hormigas, arañas, mosquitos, garrapatas, pulgas y chinches las mayores culpables de estas reacciones. Las abejas y las avispas son las responsables de los síntomas más graves, como pérdida de conciencia y dificultades severas para respirar. Según el estudio que realiza la SEAIC, cada año mueren en España entre 10 y 20 personas debido a la alergia de su veneno y la mitad de las reacciones requiere atención en urgencias.
El objetivo primordial es evitar las picaduras. Para ello, en las salidas a la naturaleza hay que cubrir con ropa brazos, piernas y cuello y evitar el calzado abierto. Y si un insecto se aposenta en el cuerpo, no hay que intentar espantarlo.
Alergia a los medicamentos
Las alergias a los medicamentos afectan a alrededor del 5% de la población. Aunque cualquier fármaco puede ser alergénico, los más frecuentes son antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos. Los síntomas más habituales son reacciones cutáneas, dificultad para respirar e hinchazón de labios. Ante la mínima sospecha, no hay que tomar más dosis de la sustancia en cuestión y acudir al médico.
Los niños pueden sufrir cualquier tipo de alergia, aunque las más frecuentes son las respiratorias (originadas por polen y polvo) y las alimentarias. Asimismo, el asma es la enfermedad alérgica más extendida en los más pequeños. La excesiva higiene en bebés y niños es, según muchos expertos, una de las principales causas del aumento de las alergias infantiles. Numerosos pediatras aconsejan no utilizar jabón (u optar por los neutros) más de dos o tres veces a la semana al bañar a los bebés y abogan por la lactancia materna como mínimo hasta los seis meses debido a que fortalece el sistema inmunológico.
La exposición a niveles elevados de polen durante la infancia multiplica por tres el riesgo de padecer asma. Hay estudios que señalan que los recién nacidos que están en contacto con demasiado polvo o con animales tienen más probabilidad de desarrollar alergias. Nunca hay que medicar al niño sin prescripción médica, pues podría desarrollar hipersensibilidad al medicamento.
Las alergias alimentarias más comunes son a la leche, el huevo, el pescado, las legumbres, los cereales y los frutos secos. Una estrategia para prevenirlas es retrasar (siempre bajo control médico) la introducción en la dieta de los alimentos potencialmente alergénicos para que el sistema inmunológico tenga tiempo de fortalecerse aún más.