Las lesiones deportivas y pequeños gestos de la vida cotidiana pueden provocar inflamación en ciertas zonas del organismo. Para poder tratarla de manera adecuada, el médico buscará la causa primera, ya que puede tener orígenes muy distintos. En la actualidad, hay tres familias de antiinflamatorios diferentes para poder combatirla. Una de ellas, constituida por una sustancia natural, la bromelina, se perfila como una buena opción para la inflamación que se mantiene durante un tiempo prolongado y las pequeñas molestias. Además, evita utilizar otros fármacos más potentes, a menudo innecesarios y que pueden provocar daños en el hígado, el riñón y el estómago.
Un tropezón al caerse por las escaleras y que se salda con un esguince, el uso abusivo del ordenador y, sobre todo, una lesión deportiva que ocasiona una inflamación de la zona afectada. En general, un traumatismo directo -contusión- provoca una lesión en el organismo e inflamación. Las culpables son las células reparadoras: tras un golpe se origina calor, que ocasiona el aumento del número de estas células causantes del edema traumático.
En otros casos, la inflamación se origina por un motivo tumoral o un absceso dentario. También puede inflamarse un órgano, como el hígado (hepatitis), el corazón (la pericarditis), el apéndice (apendicitis), además de las amígdalas (amigdalitis) o el oído (otitis), explica Juan García-Nieto, médico del deporte y director de Medicina del Deporte de Inesport, del Centro Médico Teknon (Barcelona).
«La inflamación no es un peligro en sí. El riesgo es la causa que ocasiona la inflamación, que avisa de que algo no funciona bien en el organismo o de que, en un plano traumatológico, ha habido un golpe o una fractura». Sin embargo, en ocasiones, sí constituye un riesgo. Es el caso de la tendinitis (tener un tendón inflamado) ya que, si no se cura y se prosigue el gesto que la causa, se puede ocasionar una rotura muscular. Lo mismo ocurre con la capsulitis (una inflamación de la cápsula articular del dedo), que puede tener su origen en un golpe en una mesa: si no se cura, el dolor en ese hueso puede dificultar el gesto de dar la mano o hacer el movimiento de pinza. «Por último, en casos como los de la hepatitis, hay que tratar la causa, el virus que ha originado la inflamación del hígado», aclara García-Nieto.
Inflamación y práctica deportiva
La inflamación asociada al dolor se convierte en un aviso de lesiones en el deportista
Practicar deporte no es sinónimo de sufrir una inflamación en alguna parte del cuerpo. No obstante, la actividad deportiva, sobre todo si no se está bien preparado, puede favorecerla. Cuando hay inflamación, el deportista siente dolor y baja su rendimiento e, incluso, es posible que deba hacer reposo. La inflamación asociada al dolor se convierte en un aviso de lesiones en el deportista, que pueden deberse a mala postura o ejecución, «como coger mal los palos de golf o la raqueta de tenis», cita García-Nieto.
La lesión antecede, en general, a la inflamación. No obstante, el deporte en sí también causa una inflamación de los tejidos conjuntivos y conectivos (de tendones y músculos) que es benigna, lógica y orgánica. Además, una vez que cesa el ejercicio y se reposa, el organismo se recupera. Por esta razón, cuando el cuerpo realiza un esfuerzo de máximo nivel, en ocasiones, se administra al deportista antiinflamatorios después. Esto no sólo es útil para contrarrestar la inflamación originada por los impactos que ocasionan determinados deportes, sino también para ayudar al organismo a retornar a su situación basal, informa García-Nieto.
La persona que entrena de manera regular y con cierto nivel tiene la musculatura más acostumbrada al ejercicio, de modo que es más improbable que sufra inflamación, dolor muscular y, mucho menos, agujetas, cuya causa se cree que corresponde a una cantidad mayor de ácido láctico que segregan los músculos ante situaciones de máximo esfuerzo y que el hígado no es capaz de metabolizar. Su origen sería esta supuesta mala respuesta metabólica y no la inflamación.
Cuanto más entrenado se esté, menos se sufrirán estos problemas. Sin embargo, si se compite al máximo nivel, hay más riesgo de contusiones y, asociado, más inflamación. Por este motivo, hay que prever con tiempo un programa de ejercicios antes del inicio de la competición y aumentar, de manera paulatina, las cargas de ejercicio para llegar en forma al campeonato, con un menor riesgo de sufrir una inflamación.
Tres tipos de antiinflamatorios
El dolor y la inflamación se pueden aliviar con analgésicos y con antiinflamatorios, la aplicación de hielo o frío y los cuidados del fisioterapeuta. En la actualidad, hay tres tipos de antiinflamatorios para deportistas y población general: esteroideos o corticoides, que sólo se utilizan en casos muy concretos, en los servicios de urgencias o en el hospital, para hacer una infiltración ante una ciática o cuadros muy dolorosos y especiales; los antiinflamatorios no esteroideos (AINES), como el diclofenaco o el ibuprofeno, que se utilizan para tratar una inflamación aguda (debida a una fractura, entre otras) y cuya desventaja es que pueden tener efectos hepatotóxicos, nefrotóxicos y ser perjudiciales para el estómago (a menudo se administran junto con un protector gástrico, como el omeprazol); y las proteasas naturales, como la bromelina, con las que se tratan inflamaciones no muy agudas, pero sí mantenidas durante un tiempo prolongado.Imagen: Beautiful Insanity Photography
En los últimos años se han desarrollado diferentes compuestos naturales, las proteasas, que permiten tratar la inflamación de forma efectiva. Uno de ellos es la bromelina, una enzima que genera el organismo de forma natural y que ahora se puede administrar para contrarrestar procesos inflamatorios. Esta sustancia se extrae de la piña y ya la utilizaban los indios de las Indias españolas, comenta Juan García-Nieto.
Se puede tomar durante un período de tiempo más largo, tanto en el caso de las personas deportistas, después del entrenamiento o de un partido para ayudar a que el organismo retorne a su estado basal, como entre la población general, para ciertas situaciones de la vida cotidiana, como la inflamación debida a un esguince por un tropiezo, por el uso del ratón del ordenador, un golpe que provoca un hematoma, los edemas de las piernas o la mala circulación.
La bromelina actuaría como antiagregante plaquetario pero, según informa García-Nieto, faltan todavía estudios que lo corroboren. “Durante muchos años se han prescrito tratamientos antiinflamatorios demasiado potentes, e innecesarios en muchos casos, como el diclofenaco (voltarén ®) o el paracetamol, que además pueden ser hepatotóxicos, nefrotóxicos y causar problemas en el estómago”, señala. En la actualidad se dispone de medicamentos alternativos naturales para tratar la inflamación leve, como la relacionada con una torcedura de tobillo o un dolor en el hombro, “efectivos pero sin resultados adversos y que son naturales”, precisa este profesional.