Cuidar a un pájaro, sean periquitos, palomas o gallinas, es como jugar a la ruleta rusa con los pulmones. Hay personas que tienen predisposición genética para desarrollar una grave enfermedad respiratoria denominada “pulmón del cuidador de aves” que, incluso, puede precisar un trasplante de pulmones. En este artículo se describen los síntomas, las pruebas de diagnóstico y tratamiento de esta neumonitis y qué medidas de prevención deben tener en cuenta los cuidadores y criadores de aves.
Aficiones como la crianza de palomas, de gallinas en un corral (particular o en grandes granjas avícolas) o tener por mascota a un simpático periquito, una pareja de agapornis, un canario cantor, un loro o un ave de cetrería, como el halcón peregrino, pueden ser perjudiciales para la salud pulmonar.
El contacto con estas aves se ha relacionado con el desarrollo de una inflamación del pulmón (neumonitis) denominada «pulmón del cuidador de aves». Se produce por la inhalación de productos orgánicos derivados de animales o plantas. Está considerada una enfermedad respiratoria minoritaria o rara, ya que afecta a menos de 30 casos por cada 100.000 habitantes. Se estima que, en España, podría haber 25.000 casos, muchos de ellos sin diagnosticar.
Los principales síntomas del pulmón del cuidador de aves son el ahogo, la tos y la fiebre tras haber estado en contacto con pájarosLa neumonitis es grave cuando no se diagnostica a tiempo, puesto que la demora impide que el tratamiento sea efectivo, hasta el punto de que, en los casos más extremos, el trasplante de pulmón es la única solución terapéutica. De hecho, el primer caso de trasplante de pulmón realizado con éxito en España, el 1 de agosto de 1990, se debió a este motivo. La paciente de 18 años contrajo esta enfermedad tras haber convivido con un loro que tenía en su casa.
Aquel primer trasplante fue coordinado por el grupo del doctor Ferran Morell, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, catedrático de Medicina (Neumología) por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y presidente del próximo Congreso Nacional de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que tendrá lugar en Barcelona en 2013.
De los síntomas al diagnóstico de neumonitis del cuidador de aves
El pulmón de cuidador de aves es una neumonitis por hipersensibilidad, de las que se han descrito hasta 120 tipos distintos. La neumonitis, o inflamación del pulmón, se diferencia de la neumonía, porque esta la provoca una infección (vírica, bacteriana o fúngica); sin embargo, la neumonitis se desarrolla por una reacción de hipersensibilidad (no alérgica). Así, las personas con una predisposición genética que las hace hipersensibles a ciertos productos, al inhalarlos, sufren una inflamación de sus pulmones.
Los principales síntomas son el ahogo, la tos y la fiebre tras haber estado en contacto con las aves. Estos signos pueden surgir de forma aguda, tras limpiar un palomar, pero también de forma inmediata o cuatro, ocho y hasta doce horas después, por lo que, a veces, resulta difícil relacionarlos.
De la misma manera, la enfermedad puede producirse de modo subagudo y crónico, por la convivencia continuada con un ave en el domicilio. Esta es una forma de manifestación mucho más «traicionera y que puede conducir a que la enfermedad sea aún mucho más grave, al demorarse el diagnóstico», según Morell. «La principal dificultad para diagnosticar la neumonitis es que primero hay que conocerla. Una enfermedad no se diagnostica, si no se conoce. Además, se debe tener en cuenta que esta neumonitis solo da cinco o seis síntomas, y hay más de 1.000 enfermedades pulmonares», destaca el especialista.
Diagnóstico y tratamiento del pulmón del cuidador de aves
Para diagnosticar esta neumonitis relacionada con el cuidado de aves, es necesario realizar varias pruebas: una radiografía, aunque la inflamación pulmonar se puede ver mejor con un TAC torácico y, si hay dudas con estas técnicas de imagen, se confirma con pruebas de función pulmonar y análisis de sangre para ver si se han desarrollado anticuerpos contra el antígeno que provoca la sensibilidad a las aves, que está en su suero y sus plumas.
A veces, también se realiza una fibroscopia para comprobar si hay un aumento de la presencia de linfocitos. Se mete el fibroscopio (instrumento flexible para exploración de cavidades y órganos huecos) por la nariz, la tráquea, los bronquios y hasta el pulmón, con el paciente sedado. Una vez colocado, se introduce una cantidad determinada de suero fisiológico, que luego se aspira, y que permite contabilizar los linfocitos (células de defensa del organismo) que hay en el material extraído de los pulmones.
En caso de tener un pájaro en casa, algunas medidas de prevención son evitar el contacto continuado, no dormir en la misma habitación y ubicarlo en una sala muy grande y ventiladaLa seguridad absoluta del diagnóstico la ofrece una prueba de inhalación, que consiste en hacer inspirar al paciente, de forma controlada, el suero del pájaro que le provoca la hipersensibilidad y realizarle la prueba de función pulmonar al cabo de cuatro días, para ver si su capacidad pulmonar ha mermado.
Por desgracia, muchas personas llegan tarde a la consulta neumológica. Es habitual que este retraso sea de dos a tres años, según el estudio hecho en una serie de 86 pacientes, la más amplia de esta neumonitis publicada hasta ahora, en ‘Medicine Baltimore’, en 2008, por el grupo de Morell. Y, debido a esta demora, muchas veces la enfermedad se diagnostica cuando ya está en una fase crónica.
El tratamiento en la primera fase o fase leve es solo de observación, ya que puede desaparecer. Cuando la fase es moderada o grave, se administran corticosteroides orales para intentar revertir la inflamación pulmonar. Y en los casos más extremos, se realiza el trasplante de pulmones, siempre que se tengan menos de 60 años o 65 y un buen estado de salud general, ya que las complicaciones de efectuar una operación de este tipo en personas mayores excederían a los beneficios.
Medidas de prevención para evitar la fibrosis pulmonar
Hoy en día no se puede conocer, a priori, qué personas van a desarrollar una neumonitis. La padecen el 4% de las que mantienen un contacto habitual con aves. Por esta razón, los individuos que estén en contacto con ellas, en el domicilio o por razones profesionales, deben estar en alerta y, ante el mínimo síntoma, como la tos persistente, acudir al neumólogo para que les ausculte o, al menos, hacerlo una vez al año como una rutina anual, de la misma forma que las revisiones oculares, dentales o ginecológicas.
Esta revisión anual es crucial, porque la neumonitis no se nota al realizar actividades de la vida cotidiana, como ir a la compra, pasear o hacer las tareas domésticas. Es preciso practicar ejercicio físico de cierta intensidad o ascender a una montaña de 1.000 metros, para poner a prueba la capacidad de los pulmones y percatarse de su buen o mal funcionamiento. Los afectados por la neumonitis no la perciben hasta que han perdido más de la mitad de la capacidad pulmonar, momento en el que ya pueden padecer fibrosis pulmonar y el tratamiento ya no es efectivo.
La fibrosis pulmonar es el estadio final de esta enfermedad del pulmón del cuidador de aves, que al estar muy inflamado, cicatriza, de modo que ya es muy difícil revertir esta situación. «Un buen ejemplo para comprender lo que sucede es comparar los pulmones a una esponja que se puede exprimir. De la misma forma, los pulmones dejan entrar y salir el aire. Pero cuando hay fibrosis, es como si la esponja hubiera endurecido y sin movimiento. De la misma forma, los pulmones estarían rígidos y ya no podrían tomar aire ni sacarlo fuera», explica el jefe del Servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron.
Para no llegar a estas situaciones tan críticas, otras medidas de prevención importantes, en caso de tener un pájaro en casa, son evitar el contacto continuado, no dormir en la misma habitación, ubicarlo en una sala muy grande y ventilada o, de forma preferible, en el balcón. En cambio, «el uso de mascarillas es exagerado y, además, las mascarillas vulgares que se venden protegen poco», advierte el doctor Morell.
El pulmón del cuidador de aves es la neumonitis que los especialistas neumólogos ven de forma más cotidiana en la consulta. De hecho, un estudio sobre esta y otras neumonitis por hipersensibilidad en España, llevado a cabo por el equipo de Ferran Morell, del Hospital del Vall d’Hebron, apunta que solo en Barcelona hay un 9% de la población que convive con un pájaro en casa. Y, de estas personas, el 4% habría desarrollado neumonitis por hipersensibilidad a las aves.
Pero hay muchos otros tipos de neumonitis, hasta 120. Tras el pulmón del cuidador de aves, las más frecuentes son las que se producen por inhalación de esporas de hongos, presentes en aerosoles (sistema para dispersar partículas), que también se pueden encontrar en lugares húmedos. Así, entre los afectados están quienes utilizan materiales que se pueden contaminar por estos microorganismos, como los trabajadores del corcho; los escayolistas que utilizan esparto húmedo; los que manipulan embutidos, ya que deben sumergirlos en un líquido provisto de un hongo, el Penicillium, y luego limpiarlos, momento en el que puede producirse la inhalación indeseada.
Hay muchos tipos de exposiciones a los hongos. La más clásica y la primera que se describió fue la conocida como el pulmón del granjero. La desarrollan los campesinos que, al dar de comer a las vacas heno, cuando este está húmedo y florido por los hongos, inhalan sus esporas.