En España, la urticaria crónica afecta a más de 250.000 personas y se estima que entre el 10% y el 20% ha sufrido en algún momento de su vida un episodio agudo de esta enfermedad. El pasado 1 de octubre por primera vez se ha celebrado el Día Mundial de la Urticaria Crónica bajo el lema “Ponte en mi piel”. La Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) quiso aprovechar esta jornada para sensibilizar a la sociedad sobre esta afección dermatológica y el gran impacto que supone para su calidad de vida. Pero, ¿cuál es la causa? ¿Qué síntomas provoca? ¿Qué la diferencia de otras dermatitis? En este artículo se da respuesta a estas y a otras cuestiones.
La urticaria crónica es una afección dermatológica que sufren más de 250.000 personas en España. Afecta a dos mujeres por cada hombre y entre el 10% y el 20% de la población ha padecido, en algún momento de su vida, un cuadro agudo de esta enfermedad. Tiene mayor prevalencia entre los 20 y los 40 años y un gran impacto en la calidad de vida de las personas que la sufren: el 73% de los afectados tiene que cancelar sus actividades sociales debido a la enfermedad y más del 70% se siente limitado en sus relaciones sexuales. Además, provoca que uno de cada cuatro no pueda acudir a su lugar de trabajo al menos una vez al mes.
Estos son datos de la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) que, en fechas recientes, junto con la colaboración de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), ha celebrado el I Día Mundial de la Urticaria Crónica bajo el lema «Ponte en mi piel».
Esta enfermedad provoca un intenso Joaquín Sastre, presidente electo de la SEAIC y jefe de Servicio de Alergología del Hospital Fundación Jiménez Díaz, explica que «la urticaria crónica es una afección dermatológica que se caracteriza por la aparición súbita de picor, acompañada de la manifestación de ronchas o eritemas de tamaño variable y en ocasiones hinchazones en los párpados, labios o manos. Se produce por la liberación de la histamina, sustancia que producen unas células denominadas mastocitos».
Se considera que es crónica cuando supera las seis semanas, aunque las ronchas o habones pueden presentarse e irse en un intervalo de 24 horas. Se diferencia de otras dermatitis porque las ronchas suelen desaparecer y aparecer en otras zonas durante largos periodos de tiempo. Su evolución es poco predecible y los brotes pueden tener una duración de dos meses a cinco años. A veces, tras cinco o diez años sin síntomas, puede surgir de nuevo. «Esta evanescencia es muy característica de la urticaria crónica», aclara el especialista.
Entre los factores que provocan exacerbaciones o brotes de la enfermedad de base están «los antiinflamatorios no esteroideos, pero también la presión mantenida o los cambios de temperatura. La causa en la gran mayoría de la urticaria crónica es desconocida; a veces se asocia a problemas de autoinmunidad, sobre todo, de la glándula tiroides. Siempre se debe hacer una analítica de ciertas enfermedades asociadas para descartar otras», explica Sastre.
Tratamiento para la urticaria crónica
Como primera medida, según el especialista, se inicia tratamiento con un antihistamínico y siempre bajo control médico. Y es que cada caso requiere una opción terapéutica individualizada y esta depende del curso y los síntomas de la urticaria en cada paciente. Además, es difícil establecer un tratamiento estandarizado, pues la urticaria crónica es una enfermedad difícil de controlar en algunos casos. «Es necesario encontrar el tratamiento más idóneo para cada afectado y es frecuente que no sea eficaz al primer intento», explica el presidente de la SEAIC.
«En los casos en los que la respuesta a los antihistamínicos no sea adecuada, se pueden aumentar las dosis. Si continúa sin haber respuesta al tratamiento, debe considerarse el uso de corticoides sistémicos en dosis muy bajas durante un tiempo limitado, siempre bajo prescripción médica», detalla Sastre. «Y, aun así, muchos cuadros de urticaria son rebeldes a los tratamientos habituales y deben ser empleados otro tipo de fármacos, como el anti-IgE, un anticuerpo diseñado en un principio para tratar el asma grave», señala. El anti-IgE bloquea la inmunoglobulina E (IgE) libre e interrumpe la reacción inflamatoria posterior. «En los últimos años, en casos de urticaria crónica refractaria al tratamiento convencional se han obtenido resultados muy prometedores con este anticuerpo», apunta Sastre.
Una buena noticia es que, en la mayoría de los casos, cuando una urticaria crónica se estudia y afronta con paciencia, al final se encuentra un tratamiento eficaz que permite al paciente desarrollar una vida por completo normal y dejar atrás un gran problema.
La primera celebración del Día Mundial de la Urticaria Crónica ha buscado hacer visible esta afección dermatológica y mostrar el gran impacto que provoca en la calidad de vida de las personas que la sufren. Y se ha hecho de la mano de la campaña “Ponte en mi piel”, una colección de 20 fotografías de escenas cotidianas acompañada de frases de los socios de la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica, que expresan los sentimientos de frustración, ansiedad o dolor que causa vivir con urticaria.