¿Es lo mismo una cara de enfado en una persona de origen oriental que en una de procedencia occidental? Según una de las hipótesis más aceptadas en biología y ciencias sociales, debería serlo. No obstante, parece que la manifestación y la intensidad de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza) no serían tan universales como se ha creído hasta ahora. En este artículo se aborda un estudio que muestra que las emociones podrían percibirse de manera diferente en función de la cultura de la persona.
En papel de la cultura en la expresión de las emociones
Expertos en neurociencia y psicología han llegado a la conclusión de que la expresión de las emociones podría no ser una cuestión innata, sino más bien cultural. En otras palabras, abrir bien los ojos y la boca en la otra punta del mundo puede servir de bien poco si los habitantes de ese lugar no saben identificar la expresión facial de sorpresa.
Estas deducciones a las que han llegado a través de un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences contradicen la hipótesis más aceptada en biología y ciencias sociales desde que Charles Darwin escribiera ‘La expresión de las emociones en el hombre y en los animales’, en 1872. En él, establecía que las expresiones faciales de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza) son universales e innatas.
Las personas occidentales deducen la magnitud de la emoción por los músculos relacionados con la expresión de la boca
El estudio, llevado a cabo por investigadores del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), señala que la comunicación de las emociones ha evolucionado y mejorado, en el contexto de interacción social. En el trabajo contaron con participantes occidentales y orientales.
Los primeros distinguían las seis emociones básicas, mientras que los orientales superponían algunas de ellas. Los orientales confundieron sobre todo la sorpresa, el miedo, el asco y la ira. La explicación podría estar en que estos tienden a fijarse en los ojos para reconocer el grado de alegría, miedo, repugnancia e ira en una persona. Los occidentales, en cambio, deducen la magnitud de la emoción por otros músculos faciales, sobre todo los relacionados con la expresión de la boca.
Ojos y boca, centro de las emociones
A esta conclusión llegaron los mismos científicos hace unos años, en un trabajo que en ese momento publicaron en la revista Current Biology. A consecuencia de ello, los nipones pueden caer en más malentendidos, puesto que ante un rostro mínimamente ambiguo suelen confundirse en gran parte de las ocasiones.
Para constatar su hipótesis, en el estudio reciente, los investigadores contemplaron un elemento contemporáneo: los emoticonos, una secuencia de caracteres que, en un principio, representan una cara humana y se utilizan para expresar emociones en el correo electrónico, foros, SMS y en los chats.
Los autores recordaron que esta diferenciación cultural en la manera de interpretar las caras entre occidentales y asiáticos también se ve en los emoticonos: los asiáticos ofrecen rasgos mucho más marcados en la parte superior de la cara, sobre todo en los ojos, mientras que los occidentales subrayan la parte inferior, sobre todo la boca.
La expresión de las emociones: ¿culturales o innatas?
El ámbito de las emociones no es una ciencia exacta. Desde Darwin, el estudio de las expresiones universales ha preocupado a la comunidad científica, entre los que destacan Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones y su relación con la expresión facial, y Ray Birdwhistell, antropólogo fundador de la kinésica o la interpretación de los movimientos corporales. Ekman considera que, en efecto, hay gestos universales: las personas de todo el mundo se ríen cuando están alegres o quieren parecerlo, mientras que fruncen el ceño cuando están enojados o pretenden estarlo. El papel de la cultura es disimularlos, exagerarlos, ocultarlos o suprimirlos por completo. Birdwhistell, en cambio, sostiene que, a pesar de que algunas expresiones anatómicas son similares en todas las personas, el significado difiere según la cultura a la que pertenezcan.
Las caras de alegría, enfado o tristeza pueden heredarse y que los miembros de una misma familia muestran gestos parecidos
Igual que Ekman, la mayor parte de los científicos considera que, como mínimo, algunas expresiones sí son universales. La prueba más citada por quienes sostienen tal afirmación es el estudio realizado en niños ciegos de nacimiento. Se ha comprobado que todos los recién nacidos expresan una especie de sonrisa a partir de las cinco semanas de vida, incluso si son ciegos. Los pequeños ciegos de nacimiento también ríen, lloran, fruncen el ceño y adoptan expresiones típicas de ira, temor o tristeza.
Otro estudio, publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology y realizado por investigadores de la Universidad de San Francisco (EE.UU.), se centró en deportistas paralímpicos ciegos de nacimiento. En el momento de recoger las medallas, un 85% de los ganadores mostró sonrisas sociales, que se basan en usar solo los músculos de alrededor de la boca (la sonrisa verdadera hace que los ojos brillen y se entrecierren, mientras los pómulos suben).
Por último, una investigación llevada a cabo por la Universidad de Haifa (Israel, 2006) aseguraba que las caras de alegría, enfado o tristeza pueden heredarse y que los miembros de una misma familia muestran gestos parecidos. La mayor correlación, además, se da con las emociones negativas.
Pau Ekman definió seis gestos universales, aunque años más tarde los amplió a 17. Estos fueron los primeros:
- Alegría. Se produce mediante la contracción del músculo que va del pómulo al labio superior y del orbicular que rodea al ojo. Las mejillas se elevan.
- Tristeza. Se manifiesta cuando los párpados superiores caen y las cejas se angulan hacia arriba. El entrecejo se arruga y los labios se estiran de forma horizontal.
- Ira. Mirada fija, cejas juntas y hacia abajo y tendencia a apretar los dientes.
- Sorpresa. Los párpados superiores suben, pero los inferiores no están tensos. La mandíbula suele caer.
- Asco. Ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos. El gesto de la nariz arrugada es simultáneo al de la elevación del labio superior.
- Miedo. Sigue a la sorpresa. Párpados superiores elevados al máximo e inferiores tensos. Las cejas levantadas se acercan. Los labios se alargan hacia atrás.