La seguridad de los alimentos es una de las máximas prioridades de la Unión Europea (UE). Pero dentro de la cadena alimentaria están implicados numerosos agentes. Por eso, la tarea para controlar todos los pasos y procesos es muy compleja y, en ocasiones, pueden aparecer puntos débiles que ponen en riesgo la salud de los consumidores. Para vigilarla, hay importantes acciones y planes que fomentan la investigación sobre aspectos de seguridad y calidad. Uno de ellos es el Parlamento Europeo (PE), que acaba de aprobar nuevos planes para endurecer los controles oficiales de los alimentos desde la granja a la mesa. El artículo explica cómo conseguir más seguridad, reducir el fraude y mejorar la trazabilidad alimentaria.
La seguridad es un factor clave en toda la cadena de producción de alimentos. La UE cuenta con normas que se aplican de manera estricta para todos los productos. Dentro de la cadena alimentaria se engloba el concepto «de la granja a la mesa», un término que integra la vigilancia de los alimentos en todos los pasos que se siguen, desde la materia prima hasta el producto final. En ella están implicados agricultores, ganaderos y productores, entre otros.
Pero la complejidad de la cadena alimentaria y la globalización de los mercados hace que la disponibilidad de productos seguros constituya cada vez más una ardua tarea. Además, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los desafíos en seguridad de los alimentos han variado en los últimos años: los consumidores disponen de mayor variedad, se suceden cambios en los hábitos dietéticos, se produce una mayor globalización del comercio de alimentos y se modifican los patrones de producción, distribución y consumo.
Por tanto, es importante y necesario adaptar las medidas de seguridad a todos estas variaciones. Y es lo que ha hecho el Parlamento Europeo con la aprobación, el pasado mes de marzo, de nuevos controles oficiales de los alimentos.
Más seguridad, menos fraude, trazabilidad mejorada
El consumidor debe tener acceso a alimentos inocuos y sanos para mejorar su salud y prevenir crisis alimentarias
El Parlamento Europeo vio en 2016 la necesidad de reforzar los controles oficiales en toda la cadena alimentaria. El objetivo, aseguraban entonces, era que el consumidor tuviera acceso a productos inocuos y sanos para mejorar su salud y prevenir crisis alimentarias. Además, y con la crisis de la carne de caballo aún muy reciente, los europarlamentarios destacaron la necesidad de proteger aún más al consumidor con mayores y más estrictas inspecciones más independientes, que hicieran recuperar la confianza del ciudadano hacia los alimentos. Y es que existen numerosos riesgos a través de la cadena alimentaria que pueden tener efectos negativos si no se tratan como es debido. A estos se les unen otros problemas como el fraude alimentario y las malas prácticas, así como la aparición de nuevos riesgos a consecuencia de factores como el cambio climático.
Con el fin de acabar con problemas de este tipo, el PE aprobó el pasado mes de marzo nuevas condiciones de control más estrictas de los productos, desde la granja al tenedor. El objetivo es, tal como informa el organismo europeo, triple: mejorar la trazabilidad de los alimentos, combatir el fraude y recuperar la confianza del consumidor en la cadena. Según la misma información, las medidas incluyen:
Realizar controles en un amplio abanico de actuación, es decir, desde los primeros pasos de la producción (salud vegetales, uso de pesticidas, bienestar animal) hasta el proceso final.
Llevar a cabo inspecciones sin previo aviso.
Aplicar medidas más efectivas contra el fraude alimentario.
Mejorar las condiciones de importación de animales y productos provenientes de terceros países.
La propuesta de reglamento incorpora, en un solo cuerpo normativo, los controles oficiales relativos a todos los sectores de la cadena agroalimentaria. Hasta ahora, estos controles han estado divididos, según el PE, en 16 o más reglamentos o directivas.
De la granja a la mesa
El concepto «de la granja a la mesa» lleva años aplicándose en la UE con el fin de asegurar la transferencia de información en cada etapa de la cadena alimentaria. El principal objetivo es que el consumidor tenga la mayor garantía de seguridad en los alimentos que compra, así como supervisar las enfermedades animales y evitar el fraude alimentario.
La calidad desde el origen conlleva aplicar métodos de preparación, producción, transporte, distribución y venta. En el ámbito animal incluyen aspectos como la limpieza de las instalaciones, evitar enfermedades contagiosas entre animales y realizar análisis. En el mundo vegetal, en cambio, los controles incorporan aspectos como cuál es la mejor manera de evitar riesgos biológicos, químicos o físicos. También es importante la labor que se realizan en las fronteras, donde se comprueban los certificados y la documentación de todas las partidas de alimentos.
Vigilar todos y cada uno de los pasos que sigue un alimento es parte primordial de la política de seguridad alimentaria europea. Cualquier sistema de trazabilidad debe ser de fácil acceso, veraz y comprensible. Este tipo de sistemas permiten vigilar los alimentos como carne de vacuno, de ovino, huevos o alimentos con denominación de origen. Un buen sistema de trazabilidad ayuda a minimizar el tiempo que pasa entre que se detecta un problema y se activan los mecanismos de control.
El lema «de la granja a la mesa» surgió en el año 2000, cuando se empezó a ver la necesidad de tener un control sobre el trazado de los alimentos desde su origen hasta su consumo. Muchas de las iniciativas llevadas a cabo en este campo han estado motivadas por las distintas crisis alimentarias vividas desde entonces (vacas locas, fiebre aftosa). Desde el año 2005, productores, transformadores o distribuidores comenzaron a tener la obligación legal de saber quién le vendía un producto concreto y quién era el receptor de la mercancía.