En vacaciones se alteran los horarios habituales para dormirse y levantarse de la cama y, a menudo, esto lo sufren los niños cuando se reanuda el periodo escolar. De ahí la importancia de ir poco a poco acostumbrándoles a las rutinas del sueño. Este artículo reseña qué ocurre con los hábitos del sueño durante las vacaciones y en la vuelta al cole y qué consecuencias tiene que los pequeños duerman mal o menos de lo que deben. El texto enumera algunas claves para ayudar a retomar las rutinas del sueño saludable y se refiere, además, a las mochilas, otro elemento de gran importancia en el regreso a las aulas.
Vacaciones, vuelta al cole y hábitos del sueño
Durante las vacaciones, muchos hábitos y rutinas se modifican, tanto para los niños como para los adultos. El del sueño es un caso típico: al no existir la obligación de cumplir con horarios estrictos, es común acostarse y levantarse más tarde que durante el resto del año. Y sucede que, en el momento de volver al colegio, de nuevo los pequeños tienen que adaptar sus costumbres a las horas establecidas. ¿Cómo lograrlo para que sea lo menos traumático posible?
El principal consejo de los expertos de la Asociación Española de Pediatría (AEP) es que los menores comiencen a acostarse pronto desde unos días antes de que empiecen las clases, para evitar que el cambio sea demasiado brusco. «Hay que acostumbrar a los niños a la rutina del sueño escolar lo antes posible», señala Gerardo Rodríguez Martínez, coordinador del Comité de Actividad Física de la AEP.
Lo más apropiado es comenzar con esta práctica hasta dos semanas antes del inicio del curso. Y es que cuanto antes se inicie este periodo de cambio de hábitos, más progresivo podrá ser. Si el horario de levantarse se retrasa en dos horas durante las vacaciones, y hay dos semanas para corregirlo, bastará con despertarse y acostarse diez minutos más temprano cada día para que la rutina «vuelva a su sitio» de un modo casi imperceptible. Si se comienza con el proceso cuatro días antes, en cada jornada el pequeño debería levantarse media hora más pronto que en la anterior.
Consecuencias de que los niños duerman poco o mal
Y ¿qué pasa si llega el día de la vuelta al cole sin haber pasado por esta etapa de preparación? Es probable que el niño no pueda conciliar el sueño hasta tarde. Y como al día siguiente no tiene otra opción que madrugar, dormirá menos de las 10 u 11 horas recomendadas para los escolares tanto por parte de la AEP como por parte de la Fundación del Sueño de Estados Unidos.
Las consecuencias negativas de dormir menos de lo correspondiente van mucho más allá del disgusto, la irritación y el mal humor que el pequeño sufrirá durante el día. Una mala calidad del sueño afecta a su rendimiento escolar. Diversos estudios han demostrado, además, que dormir poco o mal en la infancia está asociado con el sobrepeso, la obesidad y un mayor riesgo de sufrir depresión. Si las alteraciones se hacen crónicas, pueden causar incluso alteraciones físicas como problemas de crecimiento, según apunta un artículo de Rocío Sánchez- Carpintero, neuropediatra de la Universidad de Navarra.
Claves para retomar las rutinas del buen dormir
Una clave para ayudar a que los niños concilien el sueño más temprano radica en la actividad física. En general, la recomendación es que los pequeños realicen actividad física de moderada a intensa al menos durante una hora al día. En épocas en que hace falta ajustar los horarios de sueño, se pueden promover algunas actividades más, para que el esfuerzo pida luego un descanso reparador. Gerardo Rodríguez Martínez, quien también es pediatra del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (Zaragoza), apunta que el ejercicio físico se relaciona con un mejor rendimiento escolar y mejor estado anímico en los menores.
Por otra parte, es fundamental atender a las rutinas del sueño: la cena, el baño y otras actividades típicas que indican que se acerca la hora de irse a dormir. Si todavía hay mucha luz natural, conviene bajar las persianas en esos momentos y, por el contrario, levantarlas por la mañana un rato antes de que el niño se despierte.
También hay que prestar atención a las pantallas, que son enemigas del sueño. Según un estudio realizado por investigadores de Estados Unidos y Alemania, los menores que tienen cerca de su cama un teléfono móvil o una tableta duermen una media de 20 minutos menos que quien lo hace lejos de esos dispositivos. Como se apuntaba en el trabajo científico, al día siguiente, los del primer grupo también tenían la sensación de no haber dormido lo suficiente. El consejo de no permitirles utilizar estos aparatos en las últimas horas del día vale para todo el año, pero es aún más vital en los primeros días tras la vuelta a las clases.
Un elemento más es el desayuno, y no solo por tratarse de la comida más importante del día, sino también por lo que significa como ritual en las primeras mañanas del curso. Si se prepara un desayuno sabroso y nutritivo y se dedica el tiempo suficiente para disfrutarlo en familia y sin prisas, el madrugón será menos costoso y el niño ha de afrontar el día más animado y con mejor humor.
Un consejo importante para destacar con motivo del retorno a las aulas es el uso correcto de las mochilas infantiles. Un informe de la AEP señala que su empleo inadecuado “puede dañar los músculos y las articulaciones y producir dolor de cuello, espalda y hombros”. Apunta que el peso de la mochila no debe exceder el 15% del peso corporal del niño. Esto quiere decir que un chico de 30 kilos de peso nunca debería llevar una cartera que pese más de 4,5 kilos.
Una investigación publicada en la revista especializada ‘Fisioterapia’ apunta que un niño de entre ocho y diez años que lleve todos los días una mochila de entre tres y seis kilos podría sufrir varios problemas de salud: entre ellos, una modificación de las líneas fisiológicas de la columna vertebral, contracturas, sobrecargas musculares y trastornos músculo-esqueléticos.¿Son mejores los carritos, entonces? Los expertos no se ponen de acuerdo. Los autores del estudio, titulado ‘Carritos o mochilas en la edad escolar‘, se lo preguntaron a numerosos especialistas, pero la mitad dio una respuesta y la otra mitad, la contraria. En cualquier caso, hay que evitar que los niños carguen peso innecesario y se debe procurar el uso de mochilas con correas anchas y acolchadas.