Dormir mal tiene consecuencias mucho más graves que el cansancio, los problemas de concentración o el bajo rendimiento en las actividades cotidianas. Dormir mal puede ser un desencadenante de trastornos neurológicos muy serios (como el ictus, el párkinson o el alzhéimer), así como de diversas enfermedades neuromusculares y problemas como el sobrepeso y la obesidad. En el caso de las mujeres, además, puede favorecer la menopausia precoz. En este artículo te contamos cuáles son los trastornos del sueño más frecuentes, cómo afectan a tu salud, cuándo consultar con el médico y qué medidas puedes tomar en casa desde hoy.
Las dificultades para dormir no son un problema de pocos. Diversos estudios realizados en nuestro país apuntan que la tercera parte de las personas tiene problemas para conciliar el sueño y que al menos un 10 % de la población sufre algún trastorno crónico vinculado con el descanso.
Entre los más frecuentes encontramos el insomnio, el síndrome de las piernas inquietas (un impulso incontrolable por moverlas, sobre todo, cuando se está en reposo) y el síndrome de apneas-hipopneas, que provoca ronquidos e interrupciones en la respiración mientras se duerme y somnolencia excesiva durante el día.
Otros problemas habituales son la roncopatía (que afecta al 20 % de los adultos, sobre todo, a los hombres), las parasomnias o pesadillas (que sufren especialmente los niños) y la alteración de los ritmos circadianos, una ‘avería’ en nuestro reloj biológico que alterna los momentos naturales del sueño y de la vigilia. En condiciones normales, «el reloj biológico se activa al acabar el día y disminuir la señal luminosa, de manera que notamos la sensación de somnolencia unas horas más tarde», explican desde el Instituto de Investigaciones del Sueño (IIS). Sin embargo, la exposición a la luz artificial y la exposición nocturna a pantallas luminosas «puede contribuir a que los centros cerebrales que regulan el sueño no se activen hasta varias horas más tarde». De ahí la recomendación de apagar televisores, ordenadores, móviles o tabletas al menos una hora antes de irse a dormir.
Las múltiples consecuencias para la salud
«El sueño cumple un papel muy importante en nuestro metabolismo, en nuestro sistema inmunológico, en el estado de ánimo, en la memoria o en el aprendizaje», enumera el doctor Carles Gaig Ventura, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En consecuencia, «no dormir adecuadamente puede conllevar a que surjan complicaciones endocrinas, metabólicas, psicológicas, inmunológicas y psicomotoras«, sostiene. Y no solo eso. El especialista destaca que «cada vez más se considera el mal sueño como un desencadenante o riesgo para determinados trastornos neurológicos, como el ictus, el párkinson, el alzhéimer o diversas enfermedades neuromusculares«.
La gravedad de este escenario aumenta si tenemos en cuenta que, actualmente, los trastornos crónicos del sueño afectan a unos cuatro millones de personas en nuestro país. «Sin embargo, se tiende a banalizar muchas de estas alteraciones o cambios en los patrones de sueño, catalogándolos como normales o propios de la edad en la que se padecen, cuando la experiencia nos muestra que la gran mayoría de ellos responden a una causa concreta que puede ser tratada con un diagnóstico correcto», apunta Gaig Ventura. Un diagnóstico y un tratamiento que, la mayor parte de las veces, brillan por su ausencia. Y la explicación la ofrece la propia Sociedad de Neurología: más de dos tercios de las personas que padecen problemas de sueño no buscan ayuda profesional y al menos un 5 % se automedica a diario.
Cuándo pedir ayuda médica
Dos noches malas, una semana sin pegar ojo, un mes de sueño inquieto… Si hay señales de que algo va mal con el descanso, ¿cuánto tiempo tiene que pasar antes de consultar con el médico? El doctor Carles Gaig lo explica de esta manera: «Aunque las necesidades de descanso cambian a lo largo de la vida, una pobre calidad del sueño nunca debe ser entendida como un proceso normal pues las causas que subyacen podrían ser un factor de riesgo para otras complicaciones en la salud. Y si no se tienen malos hábitos de sueño, cada persona debería poder cumplir con la ‘cuota’ de sueño que necesite para sentirse reparados».
En opinión del especialista, cuando se produzca una disminución paulatina o prolongada del tiempo en el que permanecemos dormidos, si aumenta la cantidad y la duración de los despertares nocturnos, si nuestro sueño deja de ser profundo o experimentamos somnolencia y fatiga diurnas, «es el momento de visitar a un profesional, porque lo más probable es que estemos ante un trastorno del sueño que puede tener tratamiento».
Sin embargo, la mayor parte de las personas no acude a la consulta y no recibe un tratamiento adecuado, mientras que existe un grupo de población que se automedica a diario, «a pesar de que los fármacos hipnóticos tomados de forma habitual y sin control médico pueden tener muchos efectos secundarios, algunos realmente graves», advierte la SEN. Y es que la automedicación es un problema añadido muy serio; incluso cuando lo que se toma para dormir pueda parecer inocuo porque es de venta libre en farmacias.
Este es el caso de los suplementos con melatonina (la hormona que regula el ritmo circadiano de sueño y vigilia). Si bien tiene pocas contraindicaciones, en dosis altas puede acarrearnos problemas. En cantidades superiores a los 10 mg, «la melatonina puede interactuar con medicamentos como los anticoagulantes, los anticonvulsivos, los medicamentos para la diabetes o los inmunosupresores, por lo que se debe consultar un médico antes de empezar el tratamiento», advierte el doctor Jan Tesarik, quien ha dirigido una reciente investigación de la Universidad de Granada y la Clínica MarGen sobre el vínculo entre esta hormona y la menopausia, así como su utilización, tanto preventiva como terapéutica. «Nunca se deben tomar medicamentos para dormir sin consultar antes con un especialista», apostilla el doctor Gaig.
Cómo favorecer el sueño de calidad
Además de la medicación y otros tratamientos médicos, hay algunas estrategias que podemos implementar en casa sin riesgos. Si te cuesta relajarte o tienes el sueño ligero, toma nota de estos consejos para dormir mejor:
- Presta atención a la comida y la bebida. Evita las cenas copiosas, con alimentos difíciles de digerir. Evita, también, las bebidas estimulantes, como el café, el alcohol, los refrescos o las bebidas energéticas.
- Haz ejercicio, cánsate. La actividad física diaria no solo es buena para la salud; también favorece el descanso.
- Prepara el dormitorio. El entorno es fundamental; cuida la temperatura, prepara la cama, ilumina la habitación con luz tenue…
- Dale un respiro al cerebro. Apaga la televisión, la tableta y el móvil al menos una hora antes de ir a dormir.
- Apuesta por la rutina. Seguir un patrón previo al descanso es un valor seguro. Cena cada noche a la misma hora, acuéstate a la misma hora… Con el tiempo, repetir pasos hace que tu cuerpo los asocie con que ha llegado el momento de dormir. De hecho, desde la SEN recuerdan que para lograr una buena higiene de sueño es necesario llevar un ritmo de vida regular manteniendo estables los horarios de sueño y comidas, y aprovechar los ciclos de luz para ajustar nuestros horarios.