Bajar un techo es una tarea habitual en los procesos de reforma integral de una vivienda. En la actualidad, no es frecuente que los inmuebles destaquen por la altura excesiva de los techos, ya que esto supone una menor luminosidad, estancias poco acogedoras, deficiente aislamiento acústico o mayor gasto en calefacción. La solución más habitual es construir un falso techo, cuyo armazón se monta a la altura escogida y se reviste con paneles de cartón yeso o pladur.
Estructura
Para armar la estructura que soportará el falso techo, es posible utilizar listones de madera o de acero galvanizado. En primer lugar, hay que medir las paredes de la habitación para determinar las dimensiones del armazón. La estructura forma un marco perimetral de la habitación y, a su vez, sobre ella se cruzan vigas transversales y longitudinales para dar mayor consistencia al falso techo.
Una vez que se han tomado las medidas y se han cortado los listones, se fijan en las paredes a la altura seleccionada para el nuevo techo. Es recomendable perforar la pared cada 40 cm e insertar tacos plásticos para introducir en ellos los tornillos. Deben ser largos y de un grosor medio para que penetren de forma óptima en la pared, pero sin dañar la madera.
Para armar la estructura que soportará el falso techo, es posible utilizar listones de madera o de acero galvanizado
Por último, sobre estos listones se deben colocar las otras vigas transversales y longitudinales de la siguiente manera: las primeras, se clavan por encima y las segundas, por debajo de los soportes. Se recomienda que entre una y otra haya un espacio máximo de 50 cm.
Revestimiento
Cuando la estructura se ha terminado, es el momento de forrarla para crear el falso techo. El recurso más habitual consiste en colocar sobre ella paneles de cartón yeso o pladur. Su instalación es más sencilla frente al yeso tradicional, ya que es un elemento de obra seca, es decir, que no requiere tiempo de secado.
Es posible pegar o fijar los paneles a la estructura. Sin embargo, para asegurar la durabilidad del arreglo, es preferible fijarlos a los listones soporte y a los travesaños. Para ello, conviene emplear clavos de cabeza chata para que pasen lo más inadvertidos posibles. Por último, se recomienda aplicar masilla para emplastecer y disimular las juntas de los tableros colocados. Así se consigue un acabado uniforme de la estructura.
Disimular el exceso de altura de un techo no siempre conlleva la realización de obras. Si el deseo responde a una cuestión más estética que funcional, es posible alterar la percepción visualdel espacio. El método más habitual pasa por “jugar” con el color y la forma en las que esté pintada la estancia. Pintar el techo y la parte superior de las paredes -la más próxima a él- con el mismo color acorta la altura de la habitación. La sensación es incluso mayor si el tono es oscuro y cálido, entre el rojo y el amarillo. Ambos tienden a convertir los espacios en habitaciones más acogedoras.
El papel pintado es otro de los recursos que se pueden utilizar para restar altura al techo. Los modelos impresos con grandes dibujos, en tonalidades muy oscuras y cálidas, son la solución más efectiva. En las estancias donde se colocan simulan espacios más pequeños. No obstante, sólo son apropiados para habitaciones de grandes dimensiones o con unas condiciones lumínicas óptimas.