¿Alternativa a los fármacos?
Con frecuencia, se encuentran anuncios que invitan al consumo de aceites de pescado ricos en ácidos grasos omega 3 o bien suplementos de EPA (eicosapentaenoico) o DHA (docosahexaenoico) -ambos omega 3-, como una fórmula “mágica” (así lo describen algunos anunciantes) para tratar enfermedades tan complejas como el trastorno bipolar o la depresión. Aunque son muchas las investigaciones abiertas en este frente, parece ser, según advierten diversos investigadores tras una profunda revisión, que son necesarios más estudios para delimitar los beneficios de los ácidos grasos omega 3, sus dosis mínimas efectivas así como el mecanismo de acción en la función cerebral de las personas que sufren estas enfermedades mentales.
El objetivo de las investigaciones actuales es encontrar alternativa a los fármacos utilizados, es decir, compuestos con un mecanismo de acción similar en el cerebro pero sin los efectos secundarios de los medicamentos. Parece ser que los omega 3 cumplen todos los requisitos y sus efectos pueden ser prometedores en el tratamiento de diversos trastornos psiquiátricos. Al mismo tiempo, los expertos sugieren prudencia en el autoconsumo masivo de suplementos de aceites de pescado o de otros aceites que se anuncian ricos en omega 3.
Los expertos sugieren prudencia en el autoconsumo masivo de suplementos de aceites que se anuncian ricos en omega 3
Por ejemplo, el aceite de hígado de bacalao además de omega 3 también es rico en vitaminas A y D, cuyo exceso puede ser perjudicial. El aceite de linaza como fuente de omega 3 puede ser peligroso si se toma en dosis altas. Asimismo, de muchos de estos preparados se desconoce la concentración real de omega 3 por cápsula, así como la dosis correcta que se ha de consumir para que sea efectiva.
Omega 3 y función neuronal
Son diversos los nutrientes específicos que garantizan la correcta nutrición del cerebro. El aporte suficiente de ácidos grasos esenciales, de ácidos grasos omega 3 (DHA y EPA), proteínas, ciertas vitaminas (B1, B6, B12), minerales y oligoelementos mantiene la integridad estructural y funcional de las neuronas, células especializadas del sistema nervioso. Varias líneas de investigación sugieren que los ácidos grasos omega 3 pueden desempeñar un papel relevante en la fisiopatología, la terapia o la prevención del trastorno bipolar.
También se ha demostrado que en enfermedades mentales como la depresión y ciertas demencias existen deficiencias nutritivas a nivel celular, si bien no hay conclusiones firmes para determinar si estas carencias son clave en el desarrollo de la enfermedad, en su nivel de gravedad o en la respuesta al tratamiento farmacológico.
Respecto al papel que desempeñan los ácidos grasos omega 3 en la función neuronal que afecta al trastorno bipolar, el mecanismo de acción no está del todo identificado. Diversos autores señalan que el consumo oral de ácidos grasos omega 3 produce cambios en la composición de la membrana de las células cerebrales, que se asocian a una mayor fluidez y permeabilidad de la membrana. Esto permite una mejor transmisión del impulso nervioso de una neurona a otra, es decir, los mensajeros químicos (neurotransmisores), como la serotonina, llegan con más normalidad al cerebro.
Parece ser que los ácidos grasos omega 3 interfieren de manera positiva en las vías de “transducción de señales” entre neuronas (secuencia de etapas que ocurren de manera enlazada, por las que las neuronas convierten una determinada señal o estímulo exterior, en otra señal o respuesta específica) provocando una menor hiperactividad celular. La excesiva transducción de señales es el proceso fisiopatológico implicado en el trastorno bipolar y parece que los omega 3 reducen esta hiperactividad, lo que revierte en un mejor control de la enfermedad.
Avances científicos
En una revisión sobre el papel de los ácidos grasos omega 3 en psiquiatría, llevada a cabo por el Biological Psychiatry Program, University of Cincinnati College of Medicine, en EE.UU., los investigadores han encontrado varias líneas de evidencia que sugieren que la disminución de la concentración de omega 3 está asociada con los Trastornos del Humor. Coinciden con los resultados de la revisión llevada a cabo por el Centro de trastornos del humor, Meninger Departament of Psychiatry, Baylor College of Medicine, en Houston (Texas, EE.UU.), donde los autores han revisado literatura y estudios clínicos referentes a la etiología y al tratamiento combinado de fármacos y ácidos grasos omega 3 en este trastorno.
Aunque los resultados que se desprenden parecen prometedores, por el momento, son insuficientes para recomendar el uso exclusivo de ácidos grasos omega 3 en sustitución al tratamiento farmacológico estándar. No obstante, su uso como terapia coadyuvante tiene buenas perspectivas y se esperan nuevos datos procedentes de ensayos clínicos controlados adecuadamente.
El efecto de los omega 3 podría ser comparable al del litio u otros fármacos convencionales pero sin efectos secundarios
Los resultados más interesantes que animaron a más investigaciones en este campo se obtuvieron en 1999 en el primer ensayo clínico “aleatorizado doble ciego” controlado con placebo y publicado en la revista científica “Archives of General Psychiatry”. El estudio piloto fue dirigido por Andrew Stoll, director del Laboratorio de Investigación Psicofarmacológica de la Facultad de Medicina de Harvard (Boston, EE.UU.).
Sobre la pista
En este ensayo se examinó la capacidad de los omega 3 en el control del trastorno bipolar y en la estabilización del estado de ánimo en 30 pacientes, hombres y mujeres de entre 18 y 65 años. Unos recibieron ácidos grasos omega 3 (en forma de aceite de pescado) y otros placebo (en forma de aceite de oliva), además de su tratamiento farmacológico habitual. La dosis empleada fue de unos diez g al día de EPA + DHA en una proporción de aproximadamente 2:1.
Según Stoll, “los esquimales inuit consumen entre 15 y 20 g de omega 3 al día, por lo que todavía está -la dosis del estudio- por debajo de lo que consumen los esquimales y sobre la misma cantidad de lo que consume habitualmente la población japonesa”. Los ácidos grasos omega 3 empleados en la investigación procedían de aceite de pescado azul rico en grasas como salmón, sardina, caballa, arenque, atún y anchoas.
A los cuatro meses comprobaron que el efecto de estos ácidos grasos era interesante e inesperado. Se constató una mejoría significativa de los síntomas y sólo una persona de las 14 que tomaron omega 3 había sufrido una recaída frente a los dos tercios de quienes recibieron el placebo (aceite de oliva). Incluso, según los investigadores, el resultado de los omega 3 era comparable al del litio u otros fármacos convencionales pero sin sus efectos secundarios. Tras estos esperanzadores resultados se inició un estudio en la misma línea pero con un diseño más riguroso y a mayor escala, del que todavía no se conocen los resultados finales.
Sin embargo, en 2006, la revista “Biological Psychiatry” publicó un estudio dirigido por el Programa de Investigación Psicofarmacológica del Departamento de Psiquiatría de la University of Cincinnati College of Medicine and the Mental Health Care Line (EE.UU.) con la colaboración de departamentos de psiquiatría de universidades de diversos países. En este caso se administraron seis g al día de EPA a pacientes con trastorno bipolar y los investigadores no encontraron pruebas significativas de la eficacia del tratamiento coadyuvante de los omega 3 a estas dosis.