El año que acaba de finalizar será recordado, en el ámbito de la seguridad alimentaria, por la detección de alertas y crisis alimentarias como la que afectó a China poco antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos. Más cercanas han sido la contaminación de aceite de girasol con hidrocarburos detectada en España, o la presencia de biotoxinas en vieiras procedentes de la Ría de Ferrol. Estas crisis han ido acompañadas de sucesivas investigaciones destinadas a mejorar la seguridad de los alimentos, muchas de ellas de la mano de la nanotecnología, que se convierte en una de las líneas de estudio con más futuro en el campo de la seguridad alimentaria.
Alertas y crisis alimentarias
Poco antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, los gobernantes chinos se esmeraban en ofrecer una falsa sensación de seguridad en el sector de la alimentación. Las autoridades sanitarias tuvieron que hacer frente a un largo historial de crisis, alertas e intoxicaciones, tanto internas como en países importadores, que ponían en peligro no sólo su imagen como país emergente sino su creciente mercado internacional. Poco parecieron surtir efecto los abundantes recursos invertidos en investigación, las estrictas normativas y legislaciones en este ámbito así como los ejemplarizantes castigos a los responsables.
Los Juegos Olímpicos discurrieron con normalidad, sin ningún problema alimentario relevante. Sin embargo, meses después, la dioxina, un producto químico potencialmente cancerígeno a largo plazo. La contaminación de la carne, cuyo origen más probable es la combustión de un aceite no permitido en la producción del pienso utilizado, generó una alerta en 12 países europeos, entre los que no se encontraba España, aunque se realizó un riguroso control y seguimiento de los canales de distribución. Pocos días después se confirmó también la presencia de dioxinas en carne de vacuno alimentado con el mismo tipo de pienso. La UE llamó a la calma mientras se tomaban las medidas oportunas. Algunos meses antes se habían detectado niveles por encima de lo permitido de este contaminante en queso mozzarella elaborado en Italia, aunque en esta ocasión el producto no llegó a exportarse.
Algunas investigaciones y normas
Hablar de investigación en seguridad alimentaria obliga a hacerlo sobre todo de envasado de los alimentos, tendrá importantes aplicaciones en la industria alimentaria. Además, y como ocurre con todo material nuevo utilizado como parte de los alimentos o de su procesamiento, la OMS considera preciso evaluar los posibles riesgos sanitarios y ambientales de los nanomateriales antes de incorporarlos a los alimentos.
Otro de los campos que ha sido eje de investigación durante este año es el de la sensor de calidad microbiológica para envases cárnicos. Una investigación estadounidense desarrolló un nuevo sensor para envases de aplicación en la industria cárnica que permitirá que los consumidores podamos conocer el grado de calidad microbiológica de las carnes simplemente observando el color que mostrará la etiqueta que contiene el sensor.
Actividad antibacteriana
Cada vez son más comunes estudios de estas características en los que se revela la actividad antibacteriana de determinadas sustancias de origen natural (guaraná, marinados de vino y hierbas aromáticas, etc.) en una continua búsqueda de productos alternativos a los tradicionales conservantes sintéticos en la industria alimentaria.
Las EET y la leche
Pero no todas las noticias procedentes de la investigación son buenas. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) confirmó, tras constatarlo, que existen riesgos de contagio para humanos por el consumo de leche de ovejas o cabras con Encefalopatías Espongiformes Transmisibles (EET), grupo de enfermedades al que pertenece la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), el llamado mal de las vacas locas. La EFSA indicó en su informe que la utilización de leche o alimentos derivados de rebaños con scrapie o tembladera (encefalopatía que afecta al ganado ovino y al caprino) puede suponer un riesgo de exposición a la EET para humanos u otros animales. En su dictamen, la EFSA actualiza, aunque con cautela, sus opiniones sobre las posibilidades de que se transmita la EET a través de la leche de pequeños rumiantes, es decir, ovejas y cabras.
Normas más relevantes
El 1 de agosto de 2008 entró en vigor el Reglamento sobre buenas prácticas de fabricación de materiales y objetos destinados a entrar en contacto con alimentos y la Comisión Europea adoptó también una propuesta por la que se revisa el Reglamento sobre Nuevos Alimentos (CE Nº258/97) para que ciertos alimentos nuevos e innovadores tengan mejor acceso al mercado comunitario, garantizando al mismo tiempo la protección del consumidor. El objetivo, según sus responsables, sería “crear un sistema más eficiente y práctico para regular los alimentos nuevos que ofrezca a los consumidores de la UE el beneficio de disponer de la variedad más moderna posible de alimentos y que establezca unas condiciones favorables para la industria alimentaria en Europa”.
En el mismo año, la EFSA se pronunciaba sobre biotoxinas marinas y realizaba una valoración sobre los niveles máximos actuales de varias biotoxinas marinas permitidos en la UE, a fin de proteger la salud humana, así como de los métodos de análisis empleados para detectar estas toxinas. La primera de las biotoxinas estudiadas fue el ácido ocadaico (OA) y las toxinas relacionadas que conforman el grupo de toxinas OA. Está científicamente demostrado que algunas biotoxinas marinas, como las del grupo de la intoxicación diarreica (DSP), entre las que se encuentran el ácido ocadaico (OA) y toxinas relacionadas, constituyen un peligro grave para la salud humana cuando están presentes por encima de determinados límites en moluscos bivalvos, equinodermos, tunicados o gasterópodos marinos.