Aprovechar las vacaciones para participar en una actividad de voluntariado o proyecto solidario es una realidad a la que cada vez se apuntan más personas. Las fechas veraniegas son propicias para este tipo de tareas ya que se dispone de más tiempo libre. Personas empleadas y jóvenes estudiantes son los dos grupos que en mayor medida se animan a colaborar con una ONG en la época estival, aunque también hay quien, con apenas unos días libres, decide invertirlos en viajar a países del Sur para tomar parte en proyectos de cooperación al desarrollo o similares.
Planearlo con tiempo
Colaborar con una ONG es mucho más que realizar una labor altruista durante el tiempo libre. Debe ser una decisión meditada. Lo importante es prestar ayuda en el lugar y forma en que se requiere y, por ello, algunas organizaciones desarrollan programas específicos de voluntariado en verano para atender las necesidades concretas de esta temporada.
Hay varias alternativas: proyectos de cooperación al desarrollo, atención a personas sin hogar, acompañamiento en colonias a personas discapacitadas, cuidado de enfermos de VIH/sida… Es preferible informarse y reflexionar sobre las diferentes posibilidades para decidir con antelación la opción preferida. “Además, las inscripciones se cierran al final del primer trimestre escolar”, apunta desde PROYDE Ángel Díaz.
En otras ocasiones, las plazas son limitadas. Algunos programas exigen una previsión mayor para saber de antemano a cuántas personas se podrá atender. De ahí que algunas demandas de voluntariado queden sin atender cuando se presentan a última hora.
Formación previa
A pesar de que toda ayuda es poca, algunas organizaciones piden más que disposición y buena voluntad. La atención a determinados colectivos o la participación en proyectos concretos requieren una formación específica para que la ayuda sea de calidad. “Por ello es necesario tomarse las cosas con tiempo, ya que debemos formar a los voluntarios y voluntarias, que se conozcan entre ellos y que programen bien su trabajo en el Sur”, explica Ángel Díaz.
Según la ONG con la que se quiera colaborar, hay que comenzar las gestiones a principios de año. En el caso de PROYDE, dedicada a la promoción y el desarrollo de las personas y las comunidades en los países del Tercer Mundo, en verano se organizan grupos de cooperantes que toman parte en los proyectos que se apoyan el resto del año, por lo que la solicitud debe presentarse durante los primeros meses.
La entidad no promueve proyectos concretos, sino que recibe peticiones desde el Sur, las estudia y las respalda si lo cree conveniente. Los propios beneficiarios proponen los proyectos que les interesan y solicitan ayuda, “así que para el verano -señala Díaz- nos suelen llegar peticiones para participar en: construcción de escuelas y centros profesionales, alfabetización de adultos, cursos para profesorado, clases de apoyo, formación social, apoyo a tareas de la población local y promoción de la mujer, entre otras”.
Se aprende a formular proyectos, identificar problemas, objetivos y resultados, establecer hipótesis y realizar seguimientos
En Asamblea de Cooperación Por la Paz organizan cursos de cooperación sobre el terreno que se componen de una parte teórica y una parte práctica. Se aprende a formular proyectos, identificar problemas, objetivos y resultados, establecer hipótesis y realizar el seguimiento de los programas. La finalidad es “mostrar sobre el terreno el impacto de los proyectos de cooperación al desarrollo” que se ejecutan en países como República Dominicana, Guatemala y El Salvador, Guinea Bissau, Honduras, Senegal, Túnez, Marruecos, Palestina e Israel y este año por primera vez en Mauritania.
Por último, hay que tener en cuenta que en los proyectos que se realizan en otros continentes, como África, puede ser necesario dominar algún idioma. “En la parte de África con la que solemos trabajar se habla francés y eso es un inconveniente a la hora de encontrar voluntarios. En Asia se habla inglés y, según para qué tareas, se precisa un nivel medio o alto”, precisa Ángel Díaz.
Voluntariado con grupos desfavorecidos
Personas sin hogar, discapacitadas o enfermas son quienes requieren una atención mayor. Por este motivo, en verano se puede trabajar con ellas en labores de voluntariado. Cáritas de Salamanca (923 269 698) organiza proyectos sociales para atender a personas sin hogar y enfermos de sida. Las tareas exigen un compromiso “intenso”, al que el año pasado se apuntaron 56 voluntarios. Para la propuesta de este verano todavía quedan plazas libres.
Los voluntarios conviven en los mismos centros en los que desempeñan su labor
Los voluntarios conviven en los mismos centros en los que desempeñan su labor. Lo hacen en grupos de entre ocho y diez personas cada quincena de julio, agosto y septiembre. Llegan desde diferentes puntos de España y del mundo para sumarse a un intercambio de experiencias muy enriquecedor. El voluntariado se concentra en periodos de 15 días, por lo que todas las emociones se viven de manera más intensa al compartir lugar de trabajo, ocio y descanso.
No obstante, para el coordinador del Centro de Acogida Padre Damián de personas sin hogar, Toño Villalón, lo más importante es que las personas “descubran realidades que, en principio, pueden ser desconocidas para ellas pero están presentes en su ciudad”. Se busca que estas personas se comprometan, en especial, aquéllas que durante resto del año no pueden hacerlo por diferentes motivos.
En su opinión, tomar parte en estos proyectos es la manera en que las personas “muestran su desinterés por cómo funciona el mundo y aportan su pequeño grano de arena para intentar cambiarlo”. Las tareas en las que colaboran los voluntarios son:
Atención a enfermos de sida. Ayuda a los residentes menos autónomos en tareas de higiene, movilidad y alimentación, además de apoyo en las labores domésticas del hogar, visitas al hospital y organización del tiempo libre.
Personas sin hogar. Colaboración en tareas domésticas, mantenimiento del centro y ocupación del tiempo libre de los residentes.
Viajes
Los viajes solidarios son una propuesta que cada año gana más peso. Incluso ya le han salido alternativas. AIPC Pandora (91 550 26 28) organiza un programa de microproyectos de cooperación: viajes en grupo a un país en desarrollo donde los voluntarios llevan a cabo proyectos que forman parte de otros más ambiciosos y que se desarrollan durante el resto del año.
Pueden incluir preparación antes del viaje y seguimiento del proyecto a la vuelta
En esta edición, todavía quedan plazas para viajar a Marruecos, Guatemala, México y Argentina. Los microproyectos de cooperación se desarrollan los diferentes países dónde AIPC Pandora tiene socios. Forman parte de un ciclo completo que incluye la preparación antes del viaje, desarrollo del trabajo sobre el terreno y seguimiento posterior.
En Marruecos tendrá lugar en julio una campaña medioambiental en las Cascadas de Ouzoud, a 150 kilómetros al norte de Marrakech. En esta zona, el turismo ha favorecido el incremento de las basuras que se generan cada día, por lo que el proyecto pretende, entre otras cosas, desarrollar y poner en marcha una campaña de sensibilización medioambiental. “Esta actividad, junto con la rehabilitación de una escuela local, el descubrimiento del medio y su biodiversidad y el intercambio y comunicación con las personas locales, dan sentido al proyecto”, señala la entidad.
El programa de Guatemala, en agosto, se desarrollará en el Centro de Recursos Educativos del área Chortí, en el municipio de Jocotán, una de las áreas geográficas con los índices más altos de pobreza y desnutrición del país. El proyecto abarca un programa de alfabetización y post-alfabetización a niños y jóvenes, así como visitas a diversas comunidades guatemaltecas para apoyar, entre otras cosas, el desarrollo local.
Por su parte, el programa en Argentina (agosto y septiembre) prevé voluntariado en materia de educación en las Escuelitas de Salta, que atienden a los hijos de trabajadores del campo, en su mayoría, analfabetos. “Las escuelas rurales tienen como misión, además de educar, compensar las carencias que estos chicos puedan sufrir en sus hogares, tanto alimenticias, como de salud, sociales y educativas”, indican desde AIPC.