¿La hipertensión arterial se opera? Aunque no sería correcto afirmarlo de forma tajante, sí puede decirse que hay una nueva técnica para tratarla en pacientes que no responden a los fármacos antihipertensivos. Se calcula que en España hay al menos un millón de personas en esta situación, que a pesar de tomar cuatro o cinco fármacos cada día, no consiguen que sus cifras de presión arterial bajen. Esta nueva técnica, denominada denervación renal percutánea, muy parecida a los cateterismos cardiacos que se realizan para acceder a las arterias del corazón, permitirá tratar la hipertensión y disminuir la cantidad de medicamentos que los pacientes no respondedores necesitan. En los hospitales españoles ya hay profesionales preparados para llevarla a cabo. Así lo explica en esta entrevista Eulogio García, director ejecutivo del grupo TEAM (Terapia Endovascular y Miocárdica) y consultor en ejercicio de cardiología intervencionista de la Clínica San Carlos, de Madrid. La primera demostración en España de este procedimiento se ha realizado recientemente, con motivo del IX Curso Internacional de Terapia Endovascular y Miocárdica, celebrado en Madrid.
Es difícil de establecer. Aunque hay muchas personas que nunca llegan a saberlo, se calcula que entre 6 y 10 millones de personas sufren hipertensión.
Tampoco tenemos una cifra exacta, pero se calcula que cerca de un millón de personas tienen dificultades para controlar su hipertensión, a pesar de tomar medicación.
“La nueva técnica es eficaz en hipertensos refractarios al tratamiento que toman al menos cuatro fármacos cada día, para reducir las cifras de presión arterial”
Hay diversas teorías, pero se considera que es aquel paciente que, a pesar de múltiples fármacos, no consigue reducir su hipertensión por debajo de 130 mmHg de máxima y, sobre todo, sus complicaciones: afectación del riñón, el corazón y el cerebro. Pero también se considera que lo son los pacientes con dificultades para mantener la presión arterial por debajo de 130 mmHg con tres o cuatro fármacos.
En realidad no es una cirugía, sino una aplicación de radiofrecuencia a través de un catéter que se inserta de forma percutánea, a través de un pinchazo, como si fuera un cateterismo normal. Ese catéter se lleva hasta las dos arterias renales, conectado a una fuente de energía de radiofrecuencia (igual que en las ablaciones para las arritmias). Con tres o cinco aplicaciones, de dos minutos cada una, en cada arteria renal, se consigue denervar las terminaciones nerviosas del sistema simpático-parasimpático, que estimula la producción de los principios que causan la hipertensión.
Sí, para ser exactos. Se aplica una radiofrecuencia, parecida al calor, para que se quemen e inutilicen las terminaciones nerviosas de las arterias renales.
“Mediante un catéter se aplica una radiofrecuencia en cada arteria renal para que se inutilicen sus terminaciones nerviosas”
Se ha visto que es un tratamiento eficaz y se han llevado a cabo dos estudios bien controlados, el “Simplicity 1” y “el Simplicity 2”, cuyas conclusiones señalan que es eficaz en hipertensos refractarios al tratamiento que toman al menos cuatro fármacos al día, para reducir las cifras de presión arterial una media de 36 mmHg.
Depende de las cifras de las que se parta. Por norma general, son pacientes que necesitan tomar cuatro y cinco fármacos cada día, cuya presión máxima es de 150 mmHg. Con esta técnica, se les consigue bajar por debajo de 120 o 110, que es la situación adecuada.
En más de un 90%.
Sí. Lo que no sabemos todavía es el tiempo que dura, porque el seguimiento máximo que hay es de dos años. Con un período de observación de más larga duración podremos conocer cuánto perdura este efecto.
“Los efectos de este tratamiento no son inmediatos, empiezan a notarse al cabo de 30 días”
En principio, está disponible y hay profesionales preparados para realizarla. No es un procedimiento muy complejo y se podrá realizar en muchos hospitales.
Esta es una de sus características: tiene una parte buena, que es su eficacia, y otra que no lo es tanto. Su efectividad no se nota de inmediato, sino alrededor de 30 días después.
En los pacientes en quienes se ha realizado, se ha observado que el procedimiento es muy seguro. Solo ha habido un caso en el que ha ocurrido una disección de una arteria (rotura) y se ha tratado con un stent (pequeñas mallas metálicas). Por lo demás, no tiene efectos o complicaciones.
“Aunque se mejoren las cifras de presión arterial, el paciente deberá seguir hábitos de vida saludable”
No, en principio. El paciente primero se controla con la medicación y poco a poco se le disminuye el número de fármacos que toma para la hipertensión, de modo que le quede una media de dos. Pero hay que esperar para saber hasta qué punto se pueden disminuir. Un aspecto muy importante es que también se reducen sus efectos secundarios sobre órganos como el riñón, el corazón y el cerebro. No es igual tener que tomar cuatro o cinco fármacos y, a pesar de ello, no conseguir controlar la presión arterial, que tomar dos y tenerla bajo control.
Hay que seguir con unos hábitos de vida saludable. Pero, sin duda, gracias a esta técnica aumentará la calidad de vida de estos pacientes hipertensos.
La preparación para someterse a esta nueva técnica con la que se trata la hipertensión es similar a la de cualquier cateterismo cardiaco. Se administra al paciente sedación (no anestesia) porque la aplicación de la radiofrecuencia puede entrañar cierto dolor al acceder a las terminaciones nerviosas. No es necesaria ninguna preparación, según informa Eulogio García. Dura entre 30 y 40 minutos y consiste en introducir, a través de la arteria femoral, un pequeño catéter que se inserta en otro catéter más pequeño, para que este último pueda entrar en las dos arterias renales: primero en una, donde se aplica la radiofrecuencia, y después en la otra, con el mismo procedimiento.
Una vez que concluye el procedimiento, se deja al paciente en observación. García precisa que, “en principio, como es una técnica novedosa, permanece en observación un día entero, pero está previsto que, en el futuro, esta observación se reduzca a dos o tres horas y la técnica se realice de forma ambulatoria”. En cuanto a la recuperación, al habérsele pinchado una arteria, en los días posteriores a la intervención, los pacientes deben abstenerse de realizar esfuerzos excesivos y de caminar durante dos o tres días.
Después pueden llevar una vida normal, con los hábitos saludables que precisen para su condición. Los efectos de este tratamiento médico no son inmediatos, sino que empiezan a notarse al cabo de treinta días, cuando bajan las cifras de presión arterial. Transcurridos seis meses, muchos de estos pacientes hipertensos que no respondían a los medicamentos antihipertensivos consiguen una reducción de unos 30 mmHg de su presión arterial y se les puede reducir el número de fármacos que necesitan, según información de Eulogio García y el Grupo TEAM.