La radiología intervencionista es un conjunto de técnicas que se utilizan para diagnosticar o tratar enfermedades que afectan a diversos órganos, como el sistema cardiovascular, el hígado, el riñón e, incluso, el cáncer y tumores benignos como los miomas o los de próstata, que afectan al 70% de los hombres a partir de los 70 años. Menor riesgo y complicaciones que las cirugías clásicas y un tiempo de hospitalización muy breve o inexistente son sus principales ventajas. Sin embargo, estos tratamientos aún son poco conocidos, a veces incluso por los propios médicos, y por ello, no siempre se ofrecen. De todo ello informa en esta entrevista Teresa Moreno, presidenta de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI) y especialista del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital General Juan Ramón Jiménez, de Huelva, con motivo del Congreso de la Sociedad Europea de Radiología Vascular e Intervencionista (CIRSE 2013), que se ha celebrado en Barcelona.
Los radiólogos son médicos especialistas que se dedican al estudio y diagnóstico médico de la imagen humana, mediante pruebas diagnósticas como la ecografía, la resonancia magnética (RM) y la TAC, aparte de las radiografías normales.
La radiología vascular o intervencionista utiliza estas técnicas de imagen, la escopia, y hace radiografías en movimiento, a tiempo real, para realizar procedimientos diagnósticos y terapéuticos. Formamos parte, aunque no seamos cirujanos, de la cirugía mínimamente invasiva, que también practican otros especialistas, como los digestólogos, que con la endoscopia pueden curar una úlcera o un pólipo.
“La radiología intervencionista también es aplicable al cáncer”
La aplicación médica se hace por medio de la imagen y pequeñas punciones en la piel para poder realizar el tratamiento, ya sea mediante su introducción en los diferentes conductos que llevan los líquidos del organismo, como la sangre, la bilis o la orina, a través de una colección de agujas o catéteres, controlados y guiados por imagen.
Sí. La ventaja es que evita cirugías en el sistema cardiovascular, el riñón y el hígado, entre otros. En el sistema cardiovascular, se pueden implantar muelles (o stents), para abrir las venas y arterias obstruidas, o introducir materiales para tapar el vaso donde haya un sangrado. Alcanzar y acceder a determinados vasos dentro del organismo solo sería posible mediante la cirugía, pero se puede evitar con procedimientos de radiología intervencionista. En cuanto al resto de conductos del organismo (los que llevan bilis u orina), sucede lo mismo: se pueden pinchar el riñón o el hígado y realizar tratamientos.
Sí, también es aplicable al cáncer. Por un lado, a través de técnicas de imagen por ecógrafos y TAC para localizar los tumores y colocar una aguja para destruir del tumor, por radiofrecuencia (corriente eléctrica) o con un medio físico (aplicando mucho calor). Y, por otro lado, a través de una punción en la arteria de la ingle (que permite llegar hasta los vasos sanguíneos que llevan nutrientes y oxígeno a los tumores), nos acercamos todo lo posible y, entonces, se sueltan unas partículas cargadas con medicación (quimioterapia), que obstruyen los vasos y se impide la “alimentación” del tumor. No obstante, estas son solo dos actuaciones en el campo de la oncología.
“También se colocan dispositivos que permiten administrar la quimioterapia en casa”
También se colocan dispositivos que permiten administrar la quimioterapia en casa, de manera continua, sin tener que ingresar en el hospital. Asimismo, cuando se obstruyen los conductos que llevan la bilis, la orina o el intestino o el esófago, se pueden atravesar las zonas tapadas y colocar prótesis para que los pacientes puedan tragar, defecar u otras funciones.
La radiología intervencionista está en casi todas las provincias españolas. Por ejemplo, Huelva es una provincia con 500.000 habitantes y tiene un hospital que cuenta con una unidad de radiología vascular e intervencionista.
Sí, es muy desconocida por una parte de la población. A los radiólogos se les considera especialistas “básicos”, ya que figuran entre las nueve especialidades de guardia que deben estar en presencia física en un hospital, para realizar radiodiagnósticos. En España somos unos 300 radiólogos intervencionistas.
“El 90-95% de procedimientos se realizan con anestesia local y con un mínimo ingreso hospitalario”
La mayor parte de las técnicas de radiología intervencionista se llevan a cabo bajo anestesia local. En algunas ocasiones, se reclama la cooperación del anestesista y lo más habitual es que se haga una sedación o analgesia mayor; no obstante, el 90-95% de procedimientos se realizan con anestesia local y con un mínimo ingreso hospitalario (en el hospital de día) o de forma ambulatoria. El ingreso suele ser breve, a no ser que un paciente esté ingresado por un accidente de tráfico y se le deban hacer varias intervenciones, entre ellas, una de este tipo. En este caso, si permanece más días ingresado, sería por las lesiones que tiene, pero no por la técnica de radiología intervencionista en sí.
La preparación es parecida a la de cualquier intervención quirúrgica: hay que hacerse una analítica de sangre e ir en ayunas. No es nada excepcional. El postoperatorio depende de cada procedimiento. Así, si se pincha un vaso, aunque hay sistemas para practicar un pequeño punto de sutura en las arterias, se precisa reposo de 12 a 24 horas. Otros procedimientos requieren seguir unas determinadas medidas de higiene sobre el catéter.
Más que de contraindicaciones, hay que hablar de limitaciones. Casi ninguno de estos procedimientos se realiza de forma aislada. Detrás hay un grupo de profesionales que toma las decisiones en conjunto. Rara es la decisión que toma un solo especialista. En el cáncer de hígado y colon y recto, los trastornos a los que más se aplican, siempre se llega a un consenso entre varios expertos sobre la necesidad de llevar a cabo el procedimiento o no: los oncólogos, digestólogos, cirujanos y radiólogos intervencionistas. Puede haber contraindicaciones si un paciente presenta un trastorno importante de la coagulación, o si la punción implica un riesgo de sangrado importante, tiene riesgo de alergia por el uso de contrastes yodados o riesgo por tener una mala función renal o alterada.
“La radiología intervencionista para tratar los miomas tiene un menor riesgo que la cirugía y buenos resultados”
Depende de cada técnica, pero los resultados son positivos en muchos campos. Estos procedimientos van muy ligados a los avances tecnológicos; se ha avanzado mucho al respecto y disponemos de materiales más finos. La posibilidad de destruir tumores la han proporcionado estas técnicas que utilizan la aguja. Se avanza en positivo, aunque aún tengamos que trabajar mucho.
El mayor riesgo es el de sangrado en el punto de la punción, así como los riesgos citados anteriormente. Pero, en general, la tasa de complicaciones es bastante baja. La SERVEI y la Sociedad Europea de Radiología Vascular e Intervencionista (CIRSE) han elaborado una guía de práctica clínica, un libro de la certificación de la radiología vascular e intervencionista. En él se recogen todos los procedimientos de este campo y el porcentaje máximo (no mínimo) de complicaciones que se pueden tener en cada uno, y son muy bajas.
Le aporta una serie de tratamientos efectivos, con muy pocas complicaciones y buenos resultados en un periodo corto de tiempo, con una hospitalización muy corta o mínima. Lo que se aconseja a los pacientes es que se informen siempre de todo lo que les harán y cómo. Es básico que reciban toda esta información. Cuando vayan a un especialista o a su médico, es importante que les comenten que hay la posibilidad de realizar un tratamiento con una menor agresividad ya que, a veces, se desconoce.
No. Hace años que se interviene de esta manera los miomas (tumores benignos del útero), en lugar de tener que operar la matriz. Se introducen, a través de un catéter, partículas que se dirigen a ese tumor, para obturar las arterias y vasos que lo alimentan. Esta técnica para tratar los miomas tiene un menor riesgo que la cirugía y buenos resultados, pero no siempre se oferta, porque no se conoce. Además, en el congreso de Barcelona el grupo de Joao Martins Pisco, del Departamento de Radiología Intervencionista del Hospital São Luis, de Lisboa (Portugal), ha presentado los resultados de un procedimiento de radiología intervencionista en una fase de ensayo avanzada (fase III) para tratar los tumores benignos de próstata. Este especialista, junto con Francisco Cesar Carnevale, de la Unidad de Radiología Intervencionista de la Universidad de São Paulo (Brasil), son los que más están investigando a este respecto. Estos tumores afectan a un porcentaje elevado de los hombres en torno a los 50 años y, por encima de los 70 u 80, a alrededor del 70%. Los tumores benignos destruyen la próstata. La cirugía para tratarlos requiere hospitalización, es más dolorosa y puede provocar impotencia e incontinencia urinaria. Pero esta nueva técnica en estudio está ofreciendo buenos resultados con menos riesgos.
Los pacientes en diálisis representan un colectivo muy amplio y también son “un cliente” de los radiólogos intervencionistas, un aspecto poco conocido. “Estos pacientes necesitan accesos vasculares para extraerles la sangre y hacerla pasar por el aparato de diálisis, lo cual no es fácil. Para ello, necesitan un catéter (pequeño tubo de plástico flexible intravenoso) o una fístula (una arteria del brazo se cose a una vena cercana). Pero esta fístula se puede trombosar o estropear”, explica Teresa Moreno.
Debido a ello, “entre el 11% y el 13% de los pacientes fallecen, porque se les acaban los accesos vasculares por donde practicarles la diálisis. Los radiólogos intervencionistas nos encargamos de cuidarlos para que esto no suceda. Trabajamos para que las fístulas tengan su función y los pacientes ingresen menos en el hospital y, así, reducir el gasto hospitalario”, destaca Moreno.