El flúor durante el embarazo

El agua, el té y los pescados son los alimentos que aseguran la ingesta suficiente de este mineral, necesario para el endurecimiento de los dientes del futuro bebé
Por Maite Zudaire 15 de octubre de 2004
Img embarazada
Imagen: Bianca de Blok

Las mujeres embarazadas tienen mayor riesgo de desarrollar caries, debido a los cambios hormonales que suceden durante el periodo de gestación. El flúor, junto con el calcio, el fósforo y el magnesio, es un micromineral que sirve a la estructura dental y ósea de la madre y de la futura descendencia. Su aporte durante la gestación es esencial para que no haya deficiencias. Desde el punto de vista nutritivo, se considera más importante asegurar los requerimientos por medio del consumo de las aguas y los alimentos más ricos en este mineral, que recurrir a los suplementos extras. La administración sistémica a las gestantes por medio de comprimidos o soluciones como complemento dietético no se estima necesaria, ya que el riesgo del exceso supera el beneficio, según advierten las últimas revisiones científicas sobre este asunto.

Agua, té y pescados

El flúor es un mineral que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades, si bien su presencia en el organismo es insustituible. Se considera un micromineral, junto con otros como el zinc, el yodo o el selenio, pero desempeña un rol destacado en la prevención de las caries. Además de ser un elemento importante en la formación y mantenimiento de los huesos, participa también en el endurecimiento del esmalte de los dientes y los hace más resistentes.

Dado el papel relevante del flúor para el desarrollo óseo y dental del bebé, la futura mamá deberá conocer que el agua potable, el té, los pescados y mariscos y algunas verduras, como las espinacas y la col, destacan sobre el resto en su contenido en este micromineral. Por lo general, el agua es la fuente principal de flúor en la dieta. Por ello, ya que en exceso puede resultar tóxico, la Unión Europea ha aprobado en fechas recientes un reglamento que autoriza y fija las condiciones de un nuevo tratamiento destinado a eliminar los fluoruros en las aguas minerales naturales y de manantial.

Para la madre y el bebé

La mujer embarazada no tiene que recurrir a suplementos extras de flúor porque pueden resultar contraproducentes

Durante el embarazo, la acidez de la cavidad bucal aumenta, por lo que los dientes necesitan una atención y cuidados especiales para evitar su desmineralización y las caries. Sin embargo, durante los primeros meses de la gestación, el cepillado dental puede llegar a provocar náuseas, por lo que muchas mujeres descuidan la higiene bucal y se favorece el desarrollo de las molestas caries. El cepillado después de cada comida, aunque sea sin dentífrico, y una dieta que asegure la cantidad de flúor necesaria para fortalecer los dientes, son las dos claves para evitarlas.

Es una buena costumbre enjuagarse la boca, aunque sea una vez al día, con un colutorio. La mayoría de dentífricos y enjuagues bucales contienen flúor, de probada eficacia anticaries, que refuerza el esmalte dental y lo hace más resistente ante los ácidos generados por la placa. El gesto cotidiano de higiene bucal puede ser suficiente para aportar la cantidad requerida de este micromineral.

Su transferencia placentaria, de la madre al feto, se ha revisado de manera extensa. La publicación «Uso sistémico de flúor para la gestante: riesgos o beneficios», dirigida por Aymar Pavarini, profesor titular del Departamento de Odontopediatría de la Facultad de Odontología de Bauru, Universidad de Sao Paulo (Brasil), se hace eco de las investigaciones que han constatado que hay una proporción directa entre el flúor ingerido en el período de embarazo y el hallado en el recién nacido.

La dieta de la madre desempeña, entonces, un papel protector de la caries para el futuro bebé. Se ha detectado que cuando se administra en bajas dosis, la fijación de este elemento se da con preferencia en los tejidos maternos, mientras que en dosis más elevadas es capaz de atravesar la placenta y llegar al feto. Si el aporte es excesivo, puede provocar fluorosis. Diversos autores afirman que la protección de la dentadura de los niños es casi completa si las superficies lisas de los dientes están expuestas al flúor dos o tres años antes de la erupción, por lo que la prevención se debe continuar tras el nacimiento.

De esta manera, la mujer embarazada no tiene que recurrir a suplementos extras que pueden ser contraproducentes y cuyo consumo no es seguro ni resulta necesario que se haga de manera sistemática, según informan las últimas investigaciones.

EN EXCESO: FLUOROSIS

Numerosos estudios epidemiológicos realizados en distintos grupos de población demuestran que si aumenta el consumo de flúor, también lo hace la densidad ósea de los individuos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su exceso en la dieta puede causar efectos tóxicos conocidos como fluorosis, que se manifiestan con la formación de manchas en los dientes, aumento de la densidad ósea y alteraciones neurológicas en los casos más graves. La concentración de este elemento en los dentífricos varía. Para los niños menores de seis años, se recomienda que tengan una concentración inferior a 1.000 partes por millón. La costumbre de usar pasta dental con flúor para cepillar los dientes de un niño de corta edad está asociada a un mayor riesgo de desarrollar fluorosis leve, un peligro que persiste hasta los seis años. A esta edad, en general, los dientes terminan su desarrollo. Por ello, se ha de tomar en su justa medida.

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