Nuevos estudios difunden los beneficios de la dieta mediterránea

El aporte de aceite de oliva y de frutos secos se asocia claramente a un efecto cardioprotector
Por Marta Chavarrías 27 de abril de 2005

Efectos protectores contra enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas e incluso contra distintos tipos de cáncer son algunos de los beneficios atribuidos a la dieta mediterránea. El último de ellos, asociado al envejecimiento, lo ha aportado hace pocas semanas el estudio europeo sobre dieta, cáncer y salud, que se enmarca en el proyecto European Prospective Investigation into cancer and nutrition (EPIC).

El estudio EPIC se inició en 1992 y se está realizando en 10 países europeos (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Noruega, Reino Unido y Suecia). Antonia Trichopoulou y Dimitrios Trichopoulos, del Departamento de Higiene y Epidemiología de la Universidad de Atenas y coordinadores del estudio, aseguran que el amplio rasgo de distribución geográfica proporciona población con una gran variabilidad de consumo y de hábitos alimentarios: dieta mediterránea de Grecia, el sur de Italia y España y patrones dietéticos del norte de Europa.

Coordinado también por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, en sus siglas inglesas), en Lyon, en el estudio los expertos han evaluado la relación entre las pautas alimenticias y los tumores en diez países, en un total de 75.000 personas sanas mayores de 60 años, de las cuales 35.000 han sido españolas. El seguimiento de la dieta ha permitido concluir que las personas que han seguido una dieta mediterránea envejecían más tarde. Para los autores del estudio, el seguimiento de una «dieta mediterránea basada en frutas, verduras y grasas insaturadas está asociado a una esperanza de vida significativamente mayor».

Dieta y salud

La fórmula ideal para combatir la obesidad podría ser la combinación de la dieta mediterránea y una actividad física regular
De acuerdo con la investigación, seguir las pautas de una dieta mediterránea significa llevar una alimentación basada sobre todo en verduras, frutas, legumbres y cereales, así como pescado; más grasas no saturadas; poca carne y un poco de vino. Estas pautas han demostrado tener un efecto especial para la prevención de enfermedades cardiovasculares o el cáncer, según la publicación de los resultados de la última investigación.

Los efectos han sido mucho más claros en Grecia y España, lo que los expertos atribuyen al hecho de que se trata de países donde la dieta es «genuinamente mediterránea».

En Grecia, otro estudio elaborado a lo largo de cuatro años ha permitido observar que, cuanto más se acercaba la dieta de las personas a las pautas de la dieta mediterránea, menor probabilidad tenían de morir de enfermedades cardíacas o cáncer, con una protección mayor en el caso de las primeras. En general, las personas que más de cerca han seguido la dieta mediterránea han mostrado una probabilidad menor, en un 25%, de fallecer durante el periodo de estudio.

Red mediterránea

Considerada como uno de los términos nutricionales más difundidos entre la comunidad científica, la dieta mediterránea va nutriéndose cada vez más de ensayos clínicos que demuestran la eficacia de esta alimentación rica en ácido a-linolénico, efectiva sobre todo en la prevención de la enfermedad cardiovascular, según el ensayo Lyaon Diet Heart Study y el Indo-Mediterranean Diet Heart Study.

Hace un año, un total de 200 centros de salud de Barcelona, Madrid, Valencia, Reus, Málaga, Sevilla, Baleares y Vitoria empezaban una laboriosa tarea, que se concretaba en Predimed, un macroensayo de intervención primaria cuyo objetivo es analizar, en un periodo de tres a cinco años, los efectos de la dieta sobre 12.150 personas con alto riesgo de enfermedad cardiovascular. Ahora, el proyecto ha sacado a la luz las primeras pruebas científicas sobre el verdadero efecto cardioprotector de la dieta mediterránea.

Según estas primeras conclusiones, seguir una dieta mediterránea con un suplemento de aceite de oliva virgen (unas tres cucharadas soperas al día) incrementa, según los expertos, la fracción HDL del colesterol, el denominado colesterol bueno, que protege contra la arteriosclerosis. Si además de este alimento se añaden los frutos secos (30 g diarios), la reducción de la inflamación vascular es bastante significativa.

El estudio, que coordina Ramon Estruch, del hospital Clínico de Barcelona, entre otros expertos, se enmarca en la Red Temática sobre Nutrición y Enfermedad Cardiovascular promovida por el Instituto de Salud Carlos III de Madrid, cuyo objetivo es precisamente obtener evidencias científicas sobre el efecto protector para el sistema cardiovascular que varios estudios han atribuido al vino tinto, otro de los componentes de la dieta mediterránea.

Mitos y realidades

A menudo se han hecho de la dieta mediterránea numerosos abusos y malas interpretaciones. Durante la celebración, del 10 al 11 de marzo de 2004, del V Congreso Internacional de Barcelona sobre la Dieta Mediterránea, algunos expertos presentaron algunas de estas falsas definiciones. En la mayoría de los casos, se considera que este tipo de alimentación es sólo propia de países de un ámbito geográfico determinado. Sin embargo, algunas zonas como Canarias, Galicia y Portugal, que limitan con el Atlántico, también practican una dieta mediterránea.

Por otro lado, para la mayoría de los que defienden los beneficios de este tipo de alimentación, el problema de la obesidad, cada vez más generalizado (actualmente afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud) podría encontrar en la dieta mediterránea una tabla de salvación. En opinión de los expertos, la fórmula ideal propuesta para combatir la obesidad es la combinación de una alimentación equilibrada y saludable (como la dieta mediterránea) y la actividad física regular.

A todo ello, y en líneas generales, se le añade el hecho de que la dieta mediterránea «tendrá que convivir con otros modelos alimenticios» que emergen en el inicio del siglo XXI, como la creciente demanda hacia los alimentos ecológicos, según reconocía en Barcelona José Carlos Capel, miembro de la Academia Española de Gastronomía, y de las Academias Aragonesa y Andaluza de Gastronomía.

MÁS QUE UNA DIETA ALIMENTARIA

Img tomate3Para la mayoría de los expertos en nutrición, la dieta mediterránea constituye algo más que un simple régimen o un programa dietético específico. En muchos casos se habla de un conjunto de hábitos alimentarios que siguen tradicionalmente los habitantes de las regiones mediterráneas. Unos 16 países rodean el mar Mediterráneo, y cada uno de ellos adopta unos hábitos determinados en función de factores externos.

Todos ellos comparten, sin embargo, características comunes que podrían resumirse en un elevado consumo de frutas, verduras, patatas, legumbres, frutos secos, semillas, pan y otros cereales; el uso de aceite de oliva para cocinar y aliñar; cantidades moderadas de pescado y poca carne; consumo moderado de vino; optar por productos frescos, locales y de temporada y seguir un estilo de vida activo.

El aceite de oliva es considerado como una fuente rica en grasa monoinsaturada, que protege de las afecciones cardíacas, y como fuente de antioxidantes, como la vitamina E. El tomate, también presente en la dieta mediterránea es, según los expertos, una fuente fundamental de antioxidantes como el licopeno.

A pesar de todos estos beneficios, parece que seguir las pautas de una dieta mediterránea se enfrenta actualmente a ciertos obstáculos procedentes, sobre todo, de «los cambios sociológicos», que impiden que la gente pueda dedicarse a cocinar y a mantener la «dieta tradicional», confirma Lluís Serra, presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Dieta Mediterránea (FDDM), fundada en 1996 con el objetivo de preservar este modelo alimentario.

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