Desde hace años, los cultivos en granjas marinas han ido emergiendo poco a poco, especialmente en países como Noruega, Grecia o Chile. En España, esta actividad acuícola empieza a tener especial importancia a partir de los años noventa. En el año 2002, la producción española, tanto en aguas continentales como marinas, se sitúa en torno a las 328.000 toneladas (59.000 toneladas corresponden a peces, 268.634 a moluscos y una parte muy pequeña a crustáceos), según datos de la Junta Nacional Asesora de Cultivos Marinos (JACUMAR), del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Para muchos especialistas, el sector de la acuicultura tiene un futuro envidiable, sobre todo si se tiene en cuenta que esta actividad ha empezado a apreciarse como una vía para mantener las demandas del consumo de pescado, cuya tendencia va incrementándose de forma gradual. La cría de peces y crustáceos en granjas se enfrenta ahora no tanto a la percepción que tienen los consumidores de ella sino al desarrollo de sistemas de producción y de investigaciones que permitan competir con otros sistemas de pesca.
Por el momento, y en el ámbito nacional, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación aprobaba, el pasado mes de abril, los nuevos Planes para el año 2005 orientados a los cultivos marinos. En concreto, estos planes están orientados al cultivo y gestión de la oreja de mar, la cría de la corvina, a la tecnología de recirculación y desinfección acuicultura marina, la mitigación del impacto ambiental generado por los cultivos marinos, nuevas vías para el tratamiento de infecciones sistémicas en acuicultura.
Los nuevos Planes aprobados hace escasamente un mes incluyen no sólo la acuicultura marina sino también la continental. Para la primera de ellas se ha aprobado el denominado «Plan Nacional de minimización, tratamiento y aprovechamiento de residuos de la acuicultura»; la acuicultura continental cuenta con el plan sobre «nuevas vías para el tratamiento de infecciones sistémicas en acuicultura». La iniciativa pretende dar salida a una actividad, en este caso la acuicultura continental, basada en la alta calidad de los recursos acuáticos existentes. En España, esta práctica se concreta en el cultivo con mecanización de la trucha arcoiris, especialmente en la comunidad autónoma de Galicia, aunque también se realiza en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Asturias, Cataluña, Andalucía y La Rioja, según datos de JACUMAR.
Especies más cultivadas
Las empresas del sector acuícola tienden cada vez más a diversificar el cultivo de especiesEn España, las especies de peces más cultivadas con esta técnica han sido la dorada, el rodaballo y la lubina. En 2003, se cultivaron más de 12.700 toneladas de dorada; 4.117 de lubina y 3.821 de rodaballo. Las dos primeras tienen especial importancia en las regiones mediterráneas de la península ibérica, es decir, zonas de aguas más templadas. En la mayoría de los casos, esta zona utiliza unos sistemas de jaulas flotantes, aunque ya han empezado a aparecer otros sistemas de producción.
En el Cantábrico y Galicia se desarrolla el cultivo de especies de agua, donde toman especial importancia los moluscos, que incluyen mejillón, ostras en bateas y almejas en parques de cultivo, y también el rodaballo y el salmón. En los últimos años el cultivo de mejillón en bateas ha crecido considerablemente. Las Rías Gallegas se llevan la palma en cuanto a producción de este tipo de cultivo, y permitían, en 2003, situar a España como segundo productor mundial después de China.
Por comunidades autónomas, Andalucía es una de las que se beneficia de un mayor desarrollo de la acuicultura. Según la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta andaluza, a lo largo del año 2004 la acuicultura marina ha alcanzado una producción total de 7.415 toneladas, cifra que refleja un incremento del 76,4% en los últimos diez años (en 1994 el cultivo de especies acuáticas fue de 1.758 toneladas). De nuevo la dorada y la lubina protagonizan este aumento, ya que son las dos especies que encabezan la lista que corresponde al engorde.
Del total de la producción, más de 4.000 toneladas se concentran en instalaciones situadas en zonas marítimo-terrestres y más de 3.000 en mar abierto. La tendencia del sector muestra una clara intención de abrir la actividad a nuevas experiencias. Lo confirma el hecho de que, a pesar de que la acuicultura marina se ha centrado tradicionalmente en la producción de dorada y lubina, ahora las empresas del sector tienden cada vez más a la diversificación de especies. Así, el lenguado, el atún y el mejillón van introduciéndose paulatinamente, y se han iniciado en el cultivo de la corvina, la hurta y el besugo.
Factores a tener en cuenta
Si bien las posibilidades de la acuicultura se han ido reafirmando como eficaces, esta práctica obliga a tener en cuenta algunas consideraciones. La alimentación que se les proporciona a los animales criados o los residuos que se derivan de todo ello son algunas de estas consideraciones. El pasado mes de marzo, el Instituto Tecnológico, Pesquero y Alimentario del País Vasco (AZTI) iniciaba un proyecto en cuatro de las comunidades autónomas con mayor actividad acuícola para desarrollar técnicas de minimización y aprovechamiento de los residuos de la acuicultura.Uno de los objetivos de este proyecto es solucionar la problemática que va asociada a la generación de estos residuos y el destino final en las diferentes actividades acuícolas. Un proyecto como el que se ha emprendido recientemente requiere el conocimiento de los tipos de residuos que genera cada tipo de producción acuícola y cuáles son los procesos que los originan. Una vez solventados estos primeros interrogantes, los expertos se plantean desarrollar técnicas que permitan reducir el volumen de residuos en origen, de manera que se actúe sobre los procesos productivos, informa AZTI.
Los efectos combinados de la sobrepesca, cambio climático y desastres naturales han hecho disminuir, en las últimas décadas, los recursos pesqueros marítimos. Zonas como el Pacífico noroeste, una de las más productivas, se han visto afectadas por un descenso de los recursos pesqueros. No es de extrañar, pues, que desde numerosas organizaciones ecologistas estén trabajando para reducir los impactos que malas prácticas pesqueras tienen sobre los recursos marinos.
El informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA) 2004, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advertía que siete de las diez principales especies pesqueras se encontraban explotadas o sobreexplotadas. Por todo ello, esfuerzos como el que han emprendido algunas de las principales organizaciones ecologistas, que forman parte de la Coalición para la Conservación de los Fondos Marinos (DSCC, en sus siglas inglesas), son claves para conservar las principales especies.
En el seno de la DSCC, las organizaciones unen sus energías para que prácticas como la pesca de arrastre de profundidad se prohíban. Se trata, según sus responsables, de una de las mayores amenazas actuales de los recursos marinos. Esta misma semana, el director general de Recursos Pesqueros del MAPA, Fernando Curcio, presentaba en Bruselas la propuesta de España sobre pesca responsable en el arrastre de alta mar.
Dentro de esta propuesta, España promueve la adopción de medidas para prohibir las prácticas pesqueras destructivas de los ecosistemas vulnerables y la suspensión temporal de las mismas en las zonas de alta mar no reguladas hasta que un informe científico indique lo contrario.