La Unión Europea acaba de iniciar nuevos movimientos para poner cerco a los ataques bioterroristas que puedan afectar a la cadena alimentaria. A pesar de que los responsables comunitarios consideran que el riesgo de un ataque de esta índole es bajo, sus consecuencias, admiten, pueden ser importantes. De lo que se trata, por el momento, es de fijar cuáles tendrían que ser las actuaciones a nivel europeo no sólo para reducir este tipo de riesgo sino para mejorar la capacidad de respuesta. Para ello acaban de presentar el Libro Verde sobre la Preparación frente a Amenazas Biológicas, que parte del hecho de que ciertas bacterias y virus pueden convertirse en agentes infecciosos responsables de enfermedades humanas o plagas en cultivos y ganado.
Proteger la cadena alimentaria de la presencia intencionada de patógenos es la clave de un nuevo enfoque que acaba de presentar la Comisión Europea. Las autoridades comunitarias apuestan por adoptar medidas antes de que se produzca un accidente de este tipo. Y es que el peligro de la introducción deliberada de agentes infecciosos a un alimento obliga, por ejemplo, a adoptar estrategias específicas de trazabilidad de los alimentos. En ellas se intenta dar una información completa y detallada de todos y cada uno de los pasos que sigue un alimento, lo que implica un mayor control de los procesos a los que se somete.
Según la propuesta comunitaria, la protección de la cadena alimentaria debe fundamentarse en criterios científicos sólidos y rigurosos. Y es que tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York la detección de ántrax, una enfermedad infecciosa del ganado provocada por Bacillus anthracis que se ha convertido en una de las principales amenazas de este tipo, y que obligó entonces a la UE a hacer frente a numerosas alertas falsas.
Si bien la seguridad de los productos alimenticios ya queda garantizada con el marco jurídico que así la regula, de lo que se trata, aseguran las autoridades europeas, de fortalecerlo con mejoras en la seguridad y prevención de estos «accidentes intencionados» y en la respuesta ante estos brotes, que incluyen tanto animales vivos como agentes biológicos responsables de enfermedades zoonóticas. Una de estas amenazas, tras el ántrax, es la toxina botulínica, proteína que segrega la bacteria Clostridium botulinum, cuyo aislamiento no reviste dificultad y considerada una de las sustancias más tóxicas que se conoce. Según los expertos, un gramo de toxina botulínica cristalizada podría llegar a afectar a miles de personas. Para evitar este tipo de accidentes, la Comisión Europea plantea combinar los trabajos de la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas (Biological and Toxin Weapons Convention, BWC) con otras herramientas de ayuda a la salud pública.
Mayor capacidad de respuesta
Las actuaciones frente a una amenaza biológica intencionada requieren nuevas herramientas a las que ya se aplican en casos en los que el origen es naturalDetección precoz, sistemas de trazabilidad eficaces y planes de emergencia para la erradicación rápida son algunas de las medidas que ya se aplican cuando se detecta un caso de contaminaciones naturales. La necesidad para los casos de introducción intencionada de patógenos es la misma, aunque con ciertas particularidades. Según señala el Libro Verde, la respuesta a posibles atentados de terrorismo biológico debería introducir también capacidad para actuar contra más de un brote a la vez. La Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidenses (FDA, en sus siglas inglesas) publicaba, a principios de 2003, en su marcada actividad preventiva, una guía destinada a las empresas procesadoras e importadoras de alimentos con reglamentaciones de cumplimiento obligatorio y con la que pretendía aumentar los controles contra posibles riesgos biológicos.
Ahora, los expertos europeos trabajan para elaborar listas con todos los posibles agentes químicos y biológicos que se pueden utilizar, como las ya mencionadas ántrax, toxina botulínica, y también la viruela, Yersinia pestis y los virus de las fiebres hemorrágicas. La finalidad continúa siendo la misma que la que ya manifestaron en 2004 representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un foro celebrado sobre prevención de la contaminación deliberada y posibles respuestas. Todo ello partiendo de la base de que se trata de un problema añadido al concepto de food safety (creación de normas, prácticas de elaboración y control) y del concepto de food security, lo que la OMS entiende como la capacidad para asegurar alimentos de calidad y seguros a toda la población.
La Estrategia Mundial de la OMS ya incluye un enfoque de prevención que apuesta por incrementar la vigilancia y agilizar la intervención en casos de contaminación química. También se incluye, además de los agentes biológicos, organismos modificados genéticamente (OMG), cultivos celulares y otros parásitos que pueden causar no sólo infección sino también alergias. El control de todos estos patógenos ya corre a cargo de organismos como la Oficina Alimentaria y Veterinaria, el sistema TRACES y 11 sistemas de alerta rápida sectoriales (RAS), como el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) o el Centro de Control e Información del Mecanismo Comunitario de Protección Civil, entre otros.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los animales son unos de los sectores más vulnerables a amenazas biológicas que requieren, según indica la propuesta de la Comisión Europea, medidas específicas como la identificación animal individual (en forma de marcas directas al animal o electrónicas). Actualmente, la mayoría de explotaciones ganaderas ya están registradas, así como todos los movimientos de cualquier tipo de animal. Una de las vías de más riesgo son las fronteras, aseguran los expertos, lo que explica porqué son necesarias las medidas de control en las importaciones de animales.
Para reducir este riesgo es necesario que se trabaje en la elaboración de directrices específicas de bioseguridad y bioprotección, así como la puesta en marcha de la herramienta bio-red europea (EBN), destinada a fortalecer la investigación en este campo. Una de las necesidades más específicas es la creación de «bancos de vacunas o antígenos y en reservas antivirales para el control de agentes patógenos peligrosos», admite la Comisión. El modelo puede ser el banco comunitario que ya existe sobre antígenos de la fiebre aftosa y el de vacunas de la peste porcina clásica (PPC).