Realizar una poda correcta es fundamental para la vida de los árboles frutales, ya que les permite desarrollarse más fuertes y saludables. Mucho más, si se desea aprovechar su producción de frutos. Para ello, conviene conocer algunos consejos y recomendaciones respecto al proceso y a los diferentes tipos de poda.
Por qué podar los árboles frutales
Los árboles frutales deben podarse por muchos motivos relacionados con la salud y el bienestar del propio ejemplar, así como con el provecho que se quiera sacar de él, tanto en el ámbito estético como de la producción de frutos. Los principales objetivos se resumen en tres grupos, que se detallan a continuación.
Cuidar la salud del árbol. El corte de algunas ramas da vigor al árbol, ya que las nuevas que nazcan lo harán con mucha fuerza y energía. Además, la poda debe servir para airear la copa del árbol, de manera que los rayos del sol accedan a su interior y den vida a las ramas y hojas de esta zona. El sol ayuda a eliminar ciertos insectos y otras plagas que se afincan en lugares oscuros y húmedos.
Mejorar su producción. El árbol distribuye la savia a lo largo de todo su cuerpo. Por mucha savia que el ejemplar destine a las ramas secas o muy deterioradas, no podrán dar fruto. Por este motivo, conviene cortar esos fragmentos para que esa savia se aproveche mejor por parte de las ramas más jóvenes y saludables, en las que así brotarán frutos mejores. Además, el instinto de supervivencia del árbol hace que cuando se siente atacado (esto ocurre cuando se poda) tema por su vida y florezca antes y en gran cantidad. Esto, en ciertos límites, también favorece la producción.
Dar al árbol una forma equilibrada. La poda sirve para cortar las ramas que por su extensión y su propio peso se doblan demasiado hacia abajo e impiden que una persona pueda situarse sin problemas debajo de ellas. También si el árbol crece demasiado hacia arriba puede convenir limitar su extensión. En este caso, una técnica adecuada consiste en colgar algún objeto más o menos pesado en la punta de las ramas, para que las incline hacia el suelo y fuerce su crecimiento en esa dirección.
El mejor momento para la poda (en términos generales, puesto que en algunas especies varía) coincide a finales del otoño. De este modo, se consigue que los árboles resistan mejor la época invernal y lleguen a la primavera con energía renovada y listos para volver a florecer.
Podar árboles frutales: algunos consejos
En el momento de podar un árbol frutal de cualquier especie se deben tener en cuenta algunos consejos y recomendaciones generales. Uno de los principales es que el corte de las ramas nunca debe ser recto, sino siempre diagonal. Si es posible, ha de formar un ángulo de 45 grados y con la superficie del corte hacia abajo. Esto favorece el rebrote con más fuerza en esa zona e impide que el agua de lluvia se acumule en el área interna que queda descubierta, ya que podría ocasionar que el árbol se pudra.
Se recomienda mantener en la copa del árbol cinco o seis ramas principales, que se abran en distintas direcciones
Según los expertos, lo aconsejable es mantener en la copa del árbol cinco o seis ramas principales, que nazcan en diferentes alturas del tronco y se abran en diferentes direcciones. Si hay ramas que crecen mucho hacia arriba, a menudo, en vez de cortarlas conviene fijarlas con cuerdas o cintas o colgarles algún peso para que se inclinen hacia el suelo. De esa manera, se podrá mantener el árbol con una altura mesurada del árbol sin que pierda frondosidad.
Por otra parte, en árboles de gran tamaño, cuando hay que podar ramas grandes y pesadas, lo conveniente es realizar dos cortes. El primero no se debe hacer donde se desee que la rama quede cortada, sino un poco más lejos del tronco: antes de completarlo, la rama caerá por su propio peso y se astillará. El segundo sí se puede realizar en el lugar deseado y, de esa manera, se podrá obtener una superficie llana, menos permeable al ataque de plagas.
Las heridas que puedan quedar en la superficie del árbol se cubren -para evitar posibles infecciones- con sulfato de cobre o bien con productos que cumplen la misma función y se comercializan en tiendas especializadas. La poda se puede realizar con tijeras, si las ramas no son demasiado grandes. A partir de cierto tamaño, es necesario efectuarla con sierras.
Hay cuatro tipos de poda para los frutales, que se deben realizar en función de la edad del árbol y del momento del año en que se encuentre. Se detallan a continuación.
Poda de formación: es fundamental realizarla en los 3 o 4 años comprendidos desde que se planta el árbol joven (en general, estos árboles se compran cuando tienen 1 o 2 años) hasta que comienza la fase de producción, es decir, da frutos. El objetivo es dotar al árbol de una forma adecuada. Si esta poda no se realiza, el árbol crece hasta adquirir sus dimensiones naturales y esto no favorece la producción de frutas. Superada esta etapa, los tipos de poda que se deben realizar al ejemplar son los siguientes dos.
La poda de formación se realiza en los primeros años del árbol; las de limpieza y fructificación, en cada temporada
Poda de limpieza: se higieniza el árbol, se libra de todos los elementos que puede haber acumulado a lo largo del año y que perjudican su desarrollo y su vida, entre ellos, las ramas secas o que estén demasiado enmarañadas, los chupones, tocones secos, etc.
Poda de fructificación: se revitaliza al árbol. Para ello, se deben cortar las ramas secas y las más antiguas, las cuales es probable que hayan agotado su capacidad de dar fruto. De ese modo, se favorecerá a las ramas jóvenes, que recibirán más energías y darán frutos de más calidad y en mayor cantidad.
Poda de rejuvenecimiento o de regeneración: este tipo de poda no se realiza de manera habitual ni periódica, sino en ciertas ocasiones puntuales. Es una manera de prolongar la vida del árbol. Cuando la producción del ejemplar comienza a bajar, en lugar de quitarlo para plantar uno nuevo, se puede optar por podarlo de manera drástica para que vuelva a brotar con nueva vida. Para ello, se puede cortar toda la copa del árbol de una sola vez, o en dos partes, o bien cortar las ramas a un tercio de su longitud (no todas a la vez, sino por tandas). Incluso es posible cortar el tronco al ras del suelo, un tipo de poda llamada “recepado”.
La poda de rejuvenecimiento o regeneración solo vale la pena con algunas especies, como el peral, el olivo, el manzano, el membrillero o la higuera. Con otras especies, la entrada en producción es tan rápida que conviene plantar un ejemplar nuevo. Es el caso del cerezo, el ciruelo o el melocotonero.