Los benzoatos son aditivos muy empleados en numerosos alimentos y de muy diversas características y composición por su actividad antimicrobiana, especialmente efectiva frente a bacterias y hongos. Hay personas sensibles a estas sustancias que, por simple contacto con la piel, manifiestan síntomas típicos de una alergia en forma principalmente de urticaria.
Ciertos alimentos como los arándanos también contienen de manera natural benzoatos, y la concentración de dichos compuestos es mucho más elevada en especias como la canela y el clavo. Sin embargo, los productos empleados en la industria como conservante se obtienen por síntesis química.
Urticaria de contacto
Este tipo de urticaria se produce por el contacto de la piel con sustancias químicas presentes en los alimentos, o también en los cosméticos y en las prendas de vestir. Se trata de un proceso inflamatorio en la zona superficial de la piel que se suele reconocer fácilmente ya que aparecen habones o ronchas enrojecidas en la piel, muy molestas por su picor. El ácido benzoico (una forma química de los benzoatos) es una de las muchas sustancias que pueden provocar irritación de la piel, y también de los ojos si éstos se frotan con las manos después de haber tocado un alimento que lleve el aditivo.Las personas sensibles al ácido acetilsalicílico (más conocido como aspirina) tienen más probabilidad de manifestar sensibilidad a los benzoatos dada la semejanza en la estructura química de ambos compuestos. También son más propensos a reacciones de tipo alérgico a estos aditivos quienes manifiestan sensibilidad a la tartracina (aditivo colorante), así como los niños.
El consejo dietético para evitar el malestar es que las personas sensibles a estos compuestos lean atentamente las etiquetas de los alimentos y excluyan de su dieta todos aquellos alimentos que incluyan benzoatos.
Dieta sin benzoatos
Estos aditivos se incluyen dentro del grupo de conservantes y se les distingue con las siguientes denominaciones: ácido benzoico (E 210), benzoato sódico (E 211), benzoato potásico (E 212) y benzoato cálcico (E 213). Su actividad antimicrobiana es mayor en un medio ácido. Por ello está permitido el uso de estos aditivos (solos o en combinación con otros conservantes ácidos) en productos ácidos o ligeramente ácidos como bebidas refrescantes con acidulantes, zumos, chicles, encurtidos, determinados productos fermentados, mermeladas y confituras, y diversidad de salsas, condimentos y aderezos, entre otros.El Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), tras evaluar la ingesta media de benzoatos de la dieta a partir de la información proporcionada por diversos países, entre ellos España, estima como aceptable una ingesta diaria (IDA) de ácido benzoico y benzoato de sodio de 0-5 miligramos por kilo de peso y día. No obstante, la tendencia actual es utilizarlos cada vez menos y sustituirlos por otros conservantes de sabor neutro y menos problemáticos, como los sorbatos.
Los sulfitos son aditivos conservantes (del E 220 al E 228) que también pueden causar urticaria y otros trastornos de salud como opresión en el pecho, retortijones, diarrea, e incluso pueden desencadenar ataques de asma en personas asmáticas sensibles a éstos. Como conservantes son muy empleados en diversidad de alimentos como zumos de uva, mostos, vinos, sidra, vinagre, conservas vegetales, aceitunas o frutas desecadas, entre otros.
Los aditivos colorantes son junto a benzoatos y sulfitos, los que mayor implicación tienen en reacciones alérgicas. No obstante, de los más de 40 aditivos colorantes permitidos actualmente por la Unión Europea, son los aditivos azoicos o azocolorantes, un tipo de colorantes artificiales, los potencialmente más problemáticos. Dentro de este grupo se incluyen E102 o tartracina, E110 o amarillo anaranjado S, E122 o azorrubina (también llamado carmoisina), E120 o rojo cochinilla y E129 o rojo allura AC.
Por el momento sólo se han demostrado reacciones alérgicas con la tartracina. Este colorante puede afectar también a personas sensibles a la aspirina, provocándoles afecciones cutáneas o respiratorias, no graves pero sí molestas, más manifiestas entre el público infantil. Precisamente, los niños son los que están más expuestos a este tipo de aditivos ya que se trata de componentes habituales en las golosinas de colores.