Tras la operación de cataratas, generalmente, se hace necesario el uso de lentes, tanto para distancias cortas como largas. En caso de no querer llevar gafas, se puede decidir implantar una lente intraocular durante la cirugía, aunque esto tampoco asegura que no se deban utilizar gafas nunca más. Científicos europeos han implantado por primera vez Lentes Ajustables con la Luz (LAL), desarrolladas en EE.UU. y cuyo uso se ha aprobado en Europa hace escasos meses. Según la investigación, la aplicación de estas lentes permitirá al paciente intervenido de cataratas olvidarse definitivamente de las gafas.
La cirugía para eliminar las cataratas, único tratamiento real hasta ahora, ha ido evolucionando año tras año. Son bien conocidas las gafas de cristales gruesos que acompañaban hace años a todos aquellos operados de cataratas. Siguieron a estas gafas las primeras lentes intraoculares rígidas que, años después, se sustituyeron por las flexibles. Asimismo, el tamaño de incisión para introducir estas lentes ha disminuido durante las últimas décadas.
Se ha pasado de las primeras incisiones de 6mm a la introducción de lentes dobladas, que reducen el corte a menos de 3mm. A pesar de esta evidente evolución, nunca se ha logrado la cuenta pendiente: asegurar la necesidad de no volver a usar gafas tras la operación. Unas nuevas lentes ajustables con la luz (LAL), creadas en EE.UU. por Calhoun Vision y pendientes de comercialización en Europa durante los próximos meses, podrían haber conseguido este hito.
Según el Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona y el Laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia, que ya han aplicado estas lentes de forma rutinaria, el paciente puede olvidarse de las gafas -que lleva a modo de protección- tras dos semanas de recuperación después de la intervención. Dos universidades alemanas ya están empezando a trabajar con estas mismas lentes, entre ellas el Hospital Universitario de Bochum.
Solución a antiguos errores
Con las LAL se favorecerán todas las intervenciones por defecto de refracción, como la vista cansada
La eficacia de las LAL ha sido probada en un estudio multicéntrico internacional en el que el IMO ha participado durante los dos últimos años. Actualmente, el estudio se halla en su última fase, y cuatro pacientes del instituto han podido beneficiarse de estas lentes. La técnica se probó por primera vez en Europa hace un año, en el mismo instituto y, según José Luis Güell, responsable del proyecto, ha ofrecido resultados más que esperanzadores.
Afirma que «el uso de estas lentes supondrá un hito en la operación de cataratas y en la oftalmología en general, ya que incidirá directamente en la calidad de vida de un amplio grupo de población que requiere corrección óptica tras la operación». La aplicación de estas lentes en el cristalino se lleva a cabo mediante el uso de una tecnología de corrección por radiación ultravioleta realizada desde el exterior del ojo. Esta luz actúa sobre los polímeros (grandes moléculas) que forman la lente, aumentado o disminuyendo su tamaño, por lo que la lente adquiere una forma u otra.
Cuestión de polímeros
Si se actúa sobre los polímeros centrales, la lente se abomba en el centro; si se actúa en la periferia, el centro de la lente se aplana. Así se corrige cualquier error refractivo, ya sea miopía, hipermetropía o astigmatismo. Unos días después de la implantación de las LAL, se vuelve a aplicar el mismo láser a una intensidad distinta. De esta manera se sella la lente, cristalizando e inmovilizando el material que la compone.
Hasta ahora las lentes intraoculares habituales se han implantado en el cristalino tras extraer del mismo su lente natural. En aproximadamente un tercio de los pacientes este proceso no se ajustaba del todo a sus necesidades y provocaba errores: mala cicatrización de la herida, inexactitudes en las medidas preoperatorias o astigmatismo crónico preexistente, lo que provocaba el uso seguro de gafas en una fase posterior. Según el IMO, las nuevas lentes aportan una gran ventaja.
Tras ser implantadas en el ojo, éstas se corrigen refractivamente con un margen de error de hasta dos dioptrías. En este sentido, el mismo instituto insiste en que no sólo las catataras se verán beneficiadas por este nuevo tratamiento. También favorecerán a todas aquellas intervenciones que impliquen defectos de refracción como, por ejemplo, corregir la capacidad de adaptar el ojo según se mire de lejos o de cerca, algo que empeora a partir de los 45 años y que, popularmente, se conoce como vista cansada. En estos casos, será posible extraer el cristalino y substituirlo por una lente ajustable y graduable en caso necesario.
Problema de salud general
En la actualidad, las cataratas son la principal causa de ceguera en el mundo desarrollado. El paulatino aumento de la esperanza de vida ha provocado un aumento sustancial de la prevalencia de esta enfermedad asociada al proceso de envejecimiento, aunque también puede presentarse, en menor medida, en niños (cataratas congénitas). En la catarata, el cristalino del ojo, transparente en condiciones normales, se vuelve opaco y no deja pasar la luz.
De esta manera comienza la visión borrosa, que desencadena en una ceguera más o menos gradual. Es precisamente en el caso pérdida de la visión o anomalías de la misma cuando se recomienda cirugía. Un estudio estadounidense de 2007 afirma que más de la mitad de las personas con 80 años sufrirán cataratas o se someterán a una cirugía con el propósito de eliminarlas.
La investigación, publicada en la revista «Mayo Clinic Women’s HealthSource», afirma, de la misma manera, que la cirugía sólo se lleva a cabo cuando la enfermedad interfiere en la vida cotidiana (aunque haya estudios que afirmen que es perjudicial esperar tanto), por lo que se recomienda que, a partir de los 65 años, se mantengan revisiones habituales al menos cada dos años, a fin de que las cataratas relacionadas con el envejecimiento puedan controlarse.
Siempre es mejor prevenir que curar. El hallazgo del origen de las cataratas ayudaría a encontrar terapias preventivas que eludieran la aparición de la enfermedad. La clave podría estar en las proteínas que se agrupan en la lente natural del ojo. Es lo que dicen investigadores de la Universidad de Friburgo, en Suiza, y del Rochester Institute of Technology de los EE.UU. Mediante simulaciones, intentaron demostrar que estas proteínas normalmente se amontonan mediante débiles atracciones que, cuando se interrumpen, causan que las lentes se “nublen” y creen una catarata.
Otro estudio exclusivamente estadounidense y publicado en “Journal of Biological Chemistry” también hace responsables a ciertas proteínas de la aparición de cataratas. El funcionamiento correcto de estas proteínas permite la buena transmisión de la luz y la consiguiente visión clara. Cuando estas proteínas comienzan a degenerarse como parte proceso inherente al envejecimiento, ésta misma luz se dispersa y se crean las cataratas.
La cataratas también pueden manifestarse como consecuencia de un traumatismo ocular, determinados medicamentos y diversos factores ambientales y hábitos de vida. Además, algunos casos son congénitos. Como por ahora la cirugía es la única cura para las cataratas, se hacen imprescindibles las revisiones y la prevención que, en buena parte, se puede llevar a cabo de forma individual: uso de gafas de sol adecuadas para evitar agresiones oculares, dejar de fumar, evitar las grasas animales y los excesos de lácteos, entre otras medidas.