El cáncer de pulmón representa el 17% de todos los cánceres entre los hombres y el 7,6% entre las mujeres de todo el mundo; en España, concretamente, se diagnostican unos 18.000 casos anuales entre los hombres y unos 2.000 entre las mujeres. Comparados con el resto del mundo la incidencia es alta para los hombres y baja para las mujeres, pero la tendencia entre éstas va aumentando a un ritmo preocupante. La razón se halla en que las mujeres españolas comenzaron a fumar más tarde.
El cáncer de pulmón, uno de los más letales, tiene un pronóstico sombrío, con una supervivencia global al año del 30% que disminuye al 12% a los cinco años del diagnóstico. La razón primera hay que buscarla en la propia naturaleza de la enfermedad, que es de evolución muy rápida. Sin embargo, también hay que tener en cuenta el momento del diagnóstico, que suele ser tardío, y en las limitaciones que tiene su tratamiento a pesar de los avances conseguidos en los últimos años.
Dada la importancia de esta patología por su frecuencia y letalidad, se han estudiado y propuesto diversas estrategias para su detección precoz. La radiografía de tórax, la tomografía computarizada (TC) y la TC helicoidal o espiral, son algunas de las maniobras ofertadas, pero no han conseguido demostrar su eficacia de cara a reducir la mortalidad.
Diagnóstico y terapia
Recientemente se ha publicado un estudio que afirma que un análisis de sangre (basado en marcas genéticas del cáncer en las células de los glóbulos blancos) permitiría su detección en fases muy precoces, pero todavía no está a punto de ser utilizado a gran escala. En este momento no se dispone de métodos que permitan iniciar el cribado sistemático del cáncer de pulmón en la población general.
La prevención del cáncer de pulmón pasa, sobre todo, por eliminar el hábito tabáquico
Una vez llegado al diagnóstico, la instauración del tratamiento no debe demorarse. En este sentido, en España se han realizado estudios que evidencian que el tiempo de espera entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento es excesivo, lo que confirma la percepción de los pacientes y de los profesionales. El intervalo medio de espera es superior a las seis semanas. En la Estrategia Nacional en Cáncer del Sistema Nacional de Salud se propone que los plazos razonables para iniciar el tratamiento sean de dos semanas para el quirúrgico, una semana para la quimioterapia y cuatro semanas para la radioterapia.
Las armas terapéuticas para su tratamiento son la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, que se combinan en distintas modalidades según el tipo de tumor, su extensión y si el tratamiento es radical o paliativo. Pero a pesar de todo ello, la gran mayoría de los pacientes, al cabo de unos meses, muestran una progresión de la enfermedad. Por este motivo, los especialistas están de acuerdo en que, vistas las dificultades para el diagnóstico precoz y la tasa de eficacia del tratamiento, la prevención es la herramienta más efectiva que se dispone.
La clave está en la prevención
La prevención del cáncer de pulmón pasa por eliminar o minimizar los factores de riesgo asociados: el tabaquismo y la exposición laboral. El tabaco se asocia al casi 90% de todos los casos de cáncer pulmonar. Aunque en los últimos años se ha observado un progresivo descenso de los fumadores entre los más adultos, la cifra de fumadores entre los jóvenes de ambos sexos es preocupante.
Los especialistas exhortan que si se quiere reducir el impacto sanitario del cáncer pulmonar hay que insistir en las medidas para reducir la exposición al tabaco. A pesar de que la Ley de Prevención del Tabaquismo supuso un avance indudable en el control del tabaquismo, su aplicación irregular, por la permisividad de fumar en locales públicos de menos de 100 m2, la escasa vigilancia de su cumplimiento y otros aspectos concernientes a las carencias en campañas de educación sanitaria y a las estrategias de aplicación de métodos de ayuda para dejar de fumar, condicionan que todavía sus efectos sean poco evidentes y que haya una buena parte de la población expuesta involuntariamente al humo del tabaco.
Muchos estudios han demostrado que la exposición pasiva es causa importante del riesgo de cáncer pulmonar y que puede ser responsable de hasta el 25% de los casos entre los no fumadores. Por este motivo, es fundamental endurecer las medidas adoptadas contra el tabaquismo y vigilar su cumplimiento, prestando especial atención a los grupos de población en los que el consumo de tabaco está muy arraigado: mujeres, jóvenes y sectores marginados.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, SEPAR, ha propuesto un modelo de financiación de los tratamientos para dejar de fumar para aquellos ciudadanos que se lo propongan y se comprometan seriamente a hacerlo; sería una especie de contrato de riesgo compartido entre la industria farmacéutica y la Administración, por un lado, y el paciente y su médico, por otro. No obstante, de momento sólo ha tenido acogida en algunas comunidades autónomas (La Rioja, Navarra, Cataluña y Madrid). Por otro lado, CONSUMER EROSKI ha elaborado la Escuela Dejar de Fumar con el fin de erradicar este mal hábito.
La exposición a sustancias cancerígenas es el otro factor de riesgo que explicaría el 18% de los casos de cáncer de pulmón en los hombres y menos del 1% en las mujeres. Aunque la lista de sustancias cancerígenas es larga, entre todas destaca el asbesto o amianto, muy utilizado en la construcción como aislante y en otros procesos productivos hasta que el Parlamento Europeo la declaró altamente perjudicial en 1978, y fue prohibida su utilización en España años más tarde.
El tabaco y el asbesto actúan sinérgicamente: un trabajador fumador expuesto a esta sustancia multiplica las probabilidades de tener un cáncer. A pesar de este riesgo, todavía hoy persisten grandes cantidades de amianto en tejados, paredes, techos, conducciones de agua y gas, sistemas de aireación de edificios y fábricas construidas hace unas décadas. Por este motivo, los trabajadores que participan en tareas de “desamiantado”, y los que se lo encuentran de forma imprevista en las tareas de mantenimiento y reparación de edificios, fábricas, buques, trenes, son los más afectados.
La incidencia de cáncer de pulmón y pleural (tumor en la capa exterior del pulmón) a causa del amianto ha aumentado en los últimos años y dado que su periodo de latencia (entre la exposición y la aparición de la enfermedad) es muy largo, de 20 a 30 años, se estima que seguirá aumentando en los próximos años.