La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada cuatro personas sufre un problema relacionado con el abuso de las nuevas tecnologías. En España, diversos estudios señalan que cada vez son más frecuentes y los centros que se dedican a su cuidado reciben más peticiones de ayuda para tratar esta patología. En las unidades de conductas adictivas en adolescentes del Hospital Clínic y del Hospital Sant Joan de Déu, ambos de Barcelona, se ha observado un claro incremento de consultas por adicción a los videojuegos online desde 2005. Además, los datos señalan que el 15% de los madrileños de entre 12 y 25 años sufre problemas con alguna de las nuevas tecnologías.
Imagen: Michal Zacharzewski
Las nuevas tecnologías facilitan el día a día de gran parte de la población. Móviles, Internet, videoconsolas… permiten comunicarse mejor, obtener mucha información a sólo un clic de distancia o entretener de múltiples maneras sin necesidad de salir de casa. Sin embargo, también son un riesgo para la salud de muchas personas. Las adicciones a las nuevas tecnologías son un problema grave que puede repercutir de manera negativa en la vida de una persona que, a veces, descuida sus obligaciones laborales y familiares. Así lo explica Fernando Díez, psicólogo experto en adicciones de Amalajer, centro de tratamiento exclusivo de juego patológico y adicciones no tóxicas.
Un adicto a las nuevas tecnologías puede entrar en una espiral de aislamiento, gasto incontrolado, depresión y ansiedad. Según Alicia López de Fez, psicóloga en Valencia, las señales de alarma que nos avisan de que una persona puede sufrir un trastorno de este tipo son el descuido de sus tareas, que descienda el rendimiento académico o laboral, que reaccione con irritación si se le interrumpe o que se pongan limitaciones horarias al uso de la nueva tecnología, así como que abandone aficiones u otras actividades propias del tiempo libre para pasar más tiempo con la nueva máquina.
Problemas de mal uso y abuso
Estas adicciones también reciben el nombre de «no tóxicas», «sin sustancia» o «no químicas». A pesar de que algunos expertos consideran que no se debe hablar de «adicción» en este campo, sino de problemas de abuso, mal uso o dependencia, otros son de la opinión de que sí es pertinente hablar de este término, de igual manera que se habla de adicción al sexo, al trabajo o las compras. Las nuevas tecnologías que más problemas dan son, sobre todo, el móvil, las videoconsolas e Internet. Y como parte de este último, la dependencia a las redes sociales, al correo electrónico, a chatear, a la compra online, etc.
Además, hay adicciones que tienen como soporte las nuevas tecnologías pero que están asociadas con otro tipo de patología (el uso abusivo de webs de pornografía puede ser una válvula de escape para los adictos al sexo). Asimismo, aumenta de forma alarmante entre las personas mayores de 50 años las apuestas online: hay muchas páginas en la que es posible apostar sobre eventos deportivos o jugar partidas de póquer, entre otras. De este modo, muchas personas canalizan parte de su adicción al juego a través de ellas, como una forma de vivirla en el anonimato, sin la necesidad de acudir con tanta frecuencia a casinos o bingos.
Rasgos de personalidad
Impulsividad, cambios de humor, baja tolerancia a la frustración o baja autoestima son algunos de los rasgos que aumentan la probabilidad de sufrir una adicción
Hay algunos rasgos de personalidad o estados emocionales que pueden aumentar la vulnerabilidad a sufrir cualquier tipo de adicción. «Suelen ser personas un poco compulsivas en otros aspectos de su vida», explica Díez. Otros rasgos que se observan con frecuencia son la impulsividad, cambios de humor, baja tolerancia a la frustración, falta de habilidades sociales, dificultad para enfrentarse a problemas y para encontrar soluciones, dependencia emocional o baja autoestima. Ahora bien, son numerosos los ciudadanos que no buscan ayuda para tratar sus problemas, por lo que este abuso funciona como una solución de emergencia para sentirse bien.
Los estados de depresión y ansiedad, típicos en las personas adictas, pueden ser consecuencia del problema y no tanto la expresión de un rasgo de personalidad o la causa de la conducta adictiva. Para Díez, las redes sociales o el chat permiten que personas muy tímidas se relacionen, aunque sea a costa de mentir sobre sí mismos, de falsear información. «Son individuos que, cara a cara, tienen serias dificultades para relacionarse. Sin embargo, gracias al anonimato que proporciona Internet consiguen crear vínculos, aunque sea mediante falsedades. Y esto les engancha», concluye la experta.
Tratamientos
En España hay numerosos centros que ofrecen terapias especializadas para este problema. El primer paso, en un tratamiento de desintoxicación, es alejarse por completo de aquello que provoca adicción. En la desintoxicación de alcohol o drogas, el objetivo final es que la persona no consuma nunca más. Sin embargo, este objetivo es inviable para algunas adicciones a las nuevas tecnologías, porque Internet o el móvil son imprescindibles para trabajar o comunicarse.
Así que las personas adictas deben aprender a vivir con las nuevas tecnologías de una forma más sana. Es necesario empezar por un alejamiento total, aunque se pueden hacer excepciones si la persona debe manejar Internet por motivos laborales. Además, es clave contar con la supervisión de un familiar o amigo. No hay que olvidar que la gran mayoría de los pacientes vienen obligados por algún familiar o alguna circunstancia extrema, como haber perdido el trabajo por culpa de la adicción.
La persona afectada entra en un primer nivel, que suele durar ocho o nueve meses, para abandonar la adicción. En el siguiente nivel se trabajan más las actitudes que han conducido al problema. Y, en el tercer nivel, el objetivo es normalizar la vida. Ayuda mucho llevar registros a modo de diario para apuntar el momento en el que aparece la ansiedad y las ganas de usar la nueva tecnología.
Rehabilitación con seguimiento
En numerosos centros de desintoxicación, los terapeutas que trabajan son, a su vez, ex adictos. Es el caso de la asociación Asajer (Asociación Alavesa de Jugadores en Rehabilitación), en la que trabaja Lula Requena, psicóloga y ludópata. Ayuda mucho que el terapeuta haya pasado por una adicción, porque conecta mejor con quienes luchan por superarla. La persona adicta, que está muy confusa, se siente más comprendida.
Esta psicóloga empezó a tener problemas con el juego durante la época en que estudiaba en la facultad de psicología. «Pero no sabía que era una adicta. Luego, me di cuenta de que cuando uno está mal consigo mismo, cualquier dependencia funciona como una mala solución a los problemas». En la actualidad, pone al servicio de los demás sus conocimientos como psicóloga y su experiencia. «Primero, exploramos la historia de la persona: si tiene otras adicciones, cómo se valora, cómo ha funcionado a lo largo de su vida… Luego, pasa a la terapia de grupo o, si no está preparada, empieza con una terapia individual».
Los familiares y amigos del afectado participan en una terapia de grupo específica para allegados. «El entorno también debe cambiar. Y, de vez en cuando, se hace una terapia conjunta». El tratamiento, si no hay recaídas, suele durar unos 16 meses con un seguimiento de 6 meses. «
Los expertos alertan de que niños y adolescentes son especialmente vulnerables a abusar de las nuevas tecnologías. Asimismo, corren el riesgo añadido de, en el caso de Internet y las redes sociales, acceder a contenidos inapropiados o contactar con desconocidos. Por ello, es recomendable seguir unas pautas que regulen su uso. Alicia López de Fez, psicóloga en Valencia, considera que los adolescentes constituyen un grupo de riesgo porque tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que más se conectan a Internet, además de estar más familiarizados con las nuevas tecnologías. Son usuarios expertos, pero inmaduros.
Es tan frecuente como poco recomendable que tengan un ordenador o una videoconsola en la habitación porque, de este modo, es más difícil que los padres puedan controlar su uso. Así que es preferible colocarlos en un espacio común de la casa. La experta recomienda que se pacten el tiempo y los días de juego y de navegación por Internet, siempre desde el diálogo y el sentido común. Es mejor una hora durante siete días a la semana que siete horas seguidas un solo día.
Además, no es aconsejable que puedan navegar a su aire ni jugar a cualquier juego. Los padres deben supervisar los contenidos a los que sus hijos tienen acceso. No está de más emplear programas que bloqueen el acceso a ciertos contenidos. Es importante que los padres dediquen tiempo a jugar a videojuegos, así como a navegar por Internet con los hijos. Siempre resulta positivo dialogar, comentar y criticar de forma constructiva los contenidos de los videojuegos y de las páginas webs que visitan. Jugar con ellos es una buena manera de participar en una actividad que les motiva y ayuda a los padres a compartir emociones con ellos y a conocerlos mejor.