Tensión muscular o asma. Esos son los motivos por los que la mayor parte de los niños sufren dolor en el tórax. La causa que más temen los padres, una dolencia cardiaca potencialmente letal, solo ocurre en un porcentaje muy bajo. Pero a pesar de que en la mayoría de los casos se trata de un malestar benigno, la ansiedad que genera ese “dolor en el corazón” lleva a la mayor parte de progenitores a consultar al médico. Conocer los motivos más frecuentes de este malestar podría ayudar a rebajar la angustia.
Un estudio reciente publicado en la revista «Pediatrics», llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard (EE.UU.), ha concluido que la gran mayoría de los niños que acuden al hospital con dolor torácico reciben el alta con diagnósticos no cardíacos. De los 3.700 niños y jóvenes entre 7 y 22 años de edad evaluados por dolor de pecho en el Hospital Pediátrico de Boston entre 2000 y 2009, solo 37 casos (un 1%) se debieron a una causa cardíaca. Aunque en general este malestar infantil no es grave, provoca mucha ansiedad a los progenitores y, a largo plazo, puede generar costes hospitalarios innecesarios.
En la mayoría de las consultas, el dolor se relacionó con molestias musculoesqueléticas (en 1.345 de los niños), problemas cardiopulmonares (242), gastrointestinales (108), ansiedad (34) y consumo de drogas (4). En 1.928 casos, la causa no se pudo determinar y tampoco hubo ningún fallecimiento.
Los investigadores apuntan que las muertes recientes de atletas jóvenes en EE.UU., igual que ha sucedido en España, pueden aumentar el temor de los progenitores a un evento cardíaco letal. También estudios que recogen el aumento de los problemas cardiovasculares en la juventud debidos a la obesidad pueden influir en este miedo. Los investigadores afirman que en los últimos años las visitas al hospital por este motivo han aumentado de forma destacada.
Dolor torácico infantil
Las muertes recientes de atletas aumentan el temor de los progenitores a un evento cardíaco letal
A diferencia del dolor torácico infantil, en los adultos puede ser una señal importante de enfermedad cardiovascular, según la American Heart Association. La sensación, por lo general, conlleva incomodidad en la parte central del pecho, que dura más de unos minutos y podría incluir molestias en uno o ambos brazos, falta de aire, náuseas, mareo o fatiga.
Hay formas de que los padres puedan determinar si detrás del malestar hay una causa cardíaca. Los especialistas estadounidenses señalan que una de las maneras consiste en presionar el tórax. Si el dolor se reproduce, indica que no es un problema cardíaco. Si el episodio es breve o el niño puede moverse y participar en las actividades diarias, a menudo, no tiene un origen cardiaco: el que precede a un ataque cardíaco es persistente y agudo. Las señales de ataque al corazón no siempre se registran en el pecho, sino que pueden desarrollarse en el brazo, en la parte posterior de la mandíbula o en el abdomen.
Las señales de peligro son: dolor en el tórax con fiebre (en el caso de una neumonía), sudoración, dificultad respiratoria o una frecuencia cardíaca rápida. No obstante, pese a que se debe acudir al médico de inmediato, es poco probable que en niños el episodio se deba a una causa cardiaca.
Cuándo acudir al médico
Según la Asociación Española de Pediatría, AEP, las causas más frecuentes de dolor torácico son las musculoesqueléticas por traumatismo o sobrecarga provocada por actividad excesiva o repetitiva de músculos, ligamentos e inserciones; respiratorias, sobre todo por tos y asma; gastrointestinales (reflujo gastroesofágico y esofagitis); de origen desconocido; y psicógenas, por fenómenos desencadenantes estresantes, como tensiones ambientales o conflictos personales. Se manifiestan con mayor frecuencia en el período prepuberal y la adolescencia y, sobre todo, en las niñas. La mayoría de estas molestias remiten, pero en ocasiones se recomienda asistencia médica. ¿Cuándo?:
- Cuando el mal no desaparece y/o afecta a las actividades cotidianas y habituales del niño o adolescente.
- Cuando es fuerte y surge de manera brusca, o despierta al niño o adolescente.
- Se acompaña de fiebre.
- El padecimiento es repentino, durante una actividad extenuante y/o se acompaña de un desmayo.
- El ritmo cardíaco está muy acelerado, hay mareo y sudor o, incluso, vómitos.
- Hay dificultad respiratoria.
- Hay somnolencia no habitual, debilidad o irritabilidad.
¿Qué debo hacer si mi hijo tiene dolor en el pecho? Primero, no hay que alarmarse. En niños suele deberse a una causa benigna. Las enfermedades del corazón u otras patologías graves son poco probables. Solo si se desarrollan los síntomas de alarma citados debe consultarse de forma urgente con un médico. Para el resto, puede consultarse con el pediatra si hay alguna duda.
¿A qué tipo de médico hay que consultar? Por lo general, es mejor comenzar con el pediatra o médico de familia. La mayoría de los niños con este padecimiento no necesitarán los servicios de un cardiólogo. No obstante, si es necesario un especialista, el pediatra o médico de familia decidirá el más apropiado.
En caso de acudir al médico, ¿qué debe esperarse en la consulta? La evaluación comienza con una historia completa del problema y una evaluación física. Tras estos pasos, puede variar de forma notable en función de los hallazgos iniciales. En algunos casos, pueden ser necesarias una radiografía de tórax, electrocardiograma o estudios de la función respiratoria.
Y una última pregunta: ¿qué hacer si el hijo describe de manera específica “me duele el corazón?”. Para muchos niños pequeños, el corazón es el órgano más identificable en el pecho, por lo que pueden usar esta frase para referirse a cualquier molestia en la zona torácica.