En un momento como el actual, en el que la Bolsa sube o baja en función de variables que muy pocas personas controlan, los ahorradores buscan refugio para su dinero en productos que les den cierta rentabilidad. Los depósitos a plazo fijo son una alternativa segura para quienes deseen obtener unos intereses prefijados sin perder dinero. Siempre que el cliente cumpla con las cláusulas establecidas en el contrato, contará con la bonificación acordada al vencimiento del producto. Pero si lo cancela antes de tiempo, no cobrará los réditos en su totalidad. Con estos productos, dirigidos al consumidor medio, el capital está asegurado; pero hay otro tipo de depósitos denominados estructurados, con los que el usuario puede perder una parte de la inversión inicial.
Los depósitos son productos denominados «de pasivo». El cliente coloca en el banco, caja de ahorros o cooperativa de crédito un dinero que después se le devolverá según las condiciones acordadas. Hay varios tipos, pero los más comercializados son los depósitos a la vista, a plazo y las cuentas de ahorro.
En los depósitos a la vista -también denominados cuentas corrientes-, el cliente ingresa un dinero y puede contar con él en el momento en que lo solicite. En ocasiones dan intereses, pero no son muy elevados. Como contraprestación, aportan una gran liquidez y el titular puede obtener el capital en pequeñas cantidades o en su totalidad cuando lo necesite. Otro tipo de depósito son las libretas de ahorro, en las que el usuario ingresa dinero y recibe a cambio un interés algo superior al de las cuentas corrientes. Pero es la imposición a plazo la que, por extensión, se denomina depósito.
En este tipo de productos, el cliente deja un dinero en la entidad durante un tiempo determinado. El banco, pasado este periodo, devuelve al usuario el capital invertido más los intereses, que también se pueden recibir de manera periódica mientras dura la operación.
Con un depósito tradicional, lo único que se puede perder son intereses
Su rentabilidad es mayor que la de cuentas y libretas y, sobre todo en los últimos años, en los bancos españoles ha habido una pugna por captar pasivo de los ciudadanos a cambio de réditos más o menos elevados por mantener su dinero en la entidad. Los establecimientos financieros necesitan capital y, por ello, entregan cuantiosos intereses a quienes se lo presten. Algunos bancos han llegado a ofrecer más de un 5% anual, aunque hoy el máximo se fija en torno al 4%.
La pregunta que se hacen muchas personas al suscribir estos productos es si sus ahorros pueden mermar con la operación. Con los depósitos tradicionales, el cliente nunca perderá el dinero que ha guardado en el banco, pero sí los intereses que se habían marcado en el contrato inicial. Esto puede suceder si incumple alguna cláusula del acuerdo.
Otra posibilidad es que para conseguir una determinada ganancia se vea obligado a contratar productos adicionales con comisiones que, a la postre, resulten perjudiciales para el consumidor. Solo con los depósitos estructurados se puede perder capital, por lo que es mejor estudiar los motivos por los cuales el negocio del depósito puede no ser tan rentable.
Perder intereses por incumplir los plazos
Cuando una persona suscribe un depósito a plazo fijo, se compromete a mantener el dinero en el banco durante un tiempo determinado. El titular sabe de antemano cuánto ganará con esta inversión. Si ingresa 50.000 euros al 4% y los mantiene un año, obtendrá 2.000 euros al finalizar este periodo. El capital está, en todo caso, garantizado y el propietario podrá retirarlo en cualquier momento sin perder su aportación inicial. Pero si incumple las condiciones establecidas previamente, los intereses que perciba sí pueden ser inferiores a lo pactado.
Cuando una persona firma un contrato para dejar su dinero en un plazo fijo, suscribe una serie de cláusulas que regulan el funcionamiento del producto. Entre ellas figura la penalización o la comisión que se podrá aplicar en el supuesto de que el titular retire su dinero de forma anticipada.
Según señalan desde el Banco de España, el criterio de este organismo regulador es que el importe de la comisión o de la penalización no debe ser superior al de los intereses brutos devengados desde que se contrató el depósito hasta la fecha de cancelación.
Por tanto, con plazo fijo el cliente mantiene su dinero a salvo. La cantidad invertida solo puede crecer o mantenerse. Lo único que podría ocurrir es que deje de ganar los intereses que haya pactado con la entidad en el supuesto de que retire el capital de manera anticipada.
Perder dinero al contratar otros productos con comisiones
Los depósitos a plazo fijo son seguros y, por lo general, bastante rentables para las personas que no necesiten el dinero de manera inmediata y se puedan permitir mantener el capital en el banco durante un tiempo determinado. No obstante, en algunas ocasiones, la obtención de unos intereses elevados va unida a la contratación de otros productos comercializados por la entidad. En esos casos, hay que calcular las comisiones que pueden llevar asociadas para valorar si realmente compensa abrir el depósito o si los gastos pueden reducir el capital del consumidor.
Por regla general, al contratar un depósito, si el cliente no tiene más productos en la entidad, le abren una cuenta en la que depositarán los intereses, ya sea de forma periódica o al final de la operación. Conviene conocer las comisiones que el banco cobra por conceptos como el mantenimiento, la gestión, los descubiertos, por realizar apuntes o por enviar cartas a casa con los movimientos realizados. Generalmente, cuando es necesario tener una cuenta en la que depositar los intereses, la libreta está exenta de gastos adicionales, pero esto no siempre ocurre.
Al calcular los beneficios, el contribuyente debe recordar que al dinero que gana en concepto de intereses hay que restarle el 19% que se lleva Hacienda en el momento de recibir los réditos. Si le corresponden 100 euros, solo recibirá 81, pues el resto va directo a las arcas públicas.
Conviene revisar las comisiones de los productos asociados al depósito
Si el dinero del depósito no es muy elevado y los gastos que genera la cuenta asociada sí que lo son, es posible que el consumidor pierda dinero con esta operación, pero no será el depósito en sí el que le haga tener un capital más bajo, sino los productos adicionales que haya contratado.
Perder oportunidades por tener el dinero a largo plazo
Aunque con el depósito el capital está asegurado, el titular sí puede desaprovechar la oportunidad de invertir en productos más rentables por no disponer del dinero en un momento determinado.
Si sabe que unas acciones van a subir, quien tenga el dinero disponible puede invertir de inmediato el capital que considere oportuno. Lo mismo sucede si necesita algún artículo que esté puntualmente rebajado. Aunque el cliente tenga la posibilidad de sacar el dinero del depósito, a veces la precaución por no verse penalizado en los intereses hace que deje de tener rentabilidad en otras inversiones.
Perder intereses si están referenciados a un índice
Además de los depósitos tradicionales, con los que se sabe a ciencia cierta el dinero que ganará el titular siempre que cumpla con las condiciones establecidas, hay otros que garantizan el capital, pero los beneficios dependen de un índice o de una cesta de acciones. Según se comporten en Bolsa, los réditos subirán o bajarán.
El interés que el usuario puede recibir es, en principio, más elevado que el ofrecido por los depósitos a plazo fijo, pero también es más arriesgado porque, después de mantener el dinero inmóvil por contrato durante un tiempo determinado, puede que el cliente no perciba ningún beneficio. Aquí las ganancias estimadas al principio pueden ser inferiores a las conseguidas realmente.
Perder capital por las comisiones aplicadas en productos estructurados
Aunque el Banco de España no considere una buena práctica penalizar al cliente con unas comisiones superiores a los intereses en el caso de que incumpla el plazo en los depósitos tradicionales, no ocurre lo mismo en los estructurados.
Estos productos, que se contratan a medio o largo plazo, vinculan su rentabilidad a un conjunto de valores o a un índice de referencia. La mayoría garantiza el capital ingresado, pero lleva aparejadas unas penalizaciones en caso de incumplimiento que pueden perjudicar mucho al cliente. No se pueden cancelar de manera anticipada y, en el caso de que se permita, las comisiones pueden alcanzar no solo a los intereses, sino también al capital.
Algunos depósitos estructurados no garantizan el capital invertido
Las entidades ponen estas cláusulas, entre otros motivos, porque al estar referenciadas las ganancias a un índice determinado, si este cayera, los clientes retirarían su dinero. Al estar penalizada esta práctica, no pueden hacerlo con facilidad.
Desde el Banco de España insisten a los ahorradores en que valoren minuciosamente las circunstancias que pueden influir en la rentabilidad del producto. Siempre es mejor asesorarse antes de contratar este tipo de depósitos. Los interesados deben estar seguros de que no necesitarán la cantidad invertida porque, aunque en la entidad aseguren que el capital está garantizado, el cliente puede perder dinero si retirara su aportación.
Perder el dinero invertido
Junto con los productos con los que no se puede perder dinero, salvo que se incumplan las cláusulas del contrato, destacan los depósitos que no garantizan al 100% el capital. Su funcionamiento es similar al de la Bolsa: el inversor puede ganar mucho y también perder lo que ha aportado.
Los expertos consideran que no están en absoluto recomendados para el consumidor de a pie, sino para inversores con altos conocimientos financieros o bursátiles puesto que, aunque se pueden obtener con ellos cantidades bastante elevadas, también es posible que el dinero desaparezca.
Según advierten las entidades que comercializan los depósitos en los que el capital no está garantizado, «el cliente podría perder hasta el 100% de su inversión dependiendo de las características del producto».
Por lo general, los bancos no ofrecen estos productos más que a determinados clientes, pero no está de más revisar con lupa las condiciones que se firmarán antes de contratar un depósito.