Aunque para algunas personas resulte difícil de creer, ciertas mujeres sienten un embarazo psicológico, es decir, sin estar embarazadas, desarrollan los mismos síntomas que si lo estuvieran. ¿Cómo es posible? A modo de respuesta rápida, puede decirse que los factores que intervienen se dividen en dos grupos: psicológicos y neuroendocrinos (hormonales). Puesto que la mente manda sobre el cuerpo, los segundos obedecen a los primeros y, por este motivo, se manifiestan esos síntomas.
Causas del embarazo psicológico
El embarazo psicológico también se conoce como embarazo imaginario, síndrome de Rapunzel utópico o, de un modo más técnico, pseudociesis (palabra que deriva del griego «pseudo», falso, y «kyesis», gestación). Sus causas a menudo se relacionan con dos sentimientos opuestos:
Por un lado, el deseo vehemente de quedarse embarazada, que se manifiesta en mujeres que creen que un hijo solucionará sus problemas de pareja, que sufren fuertes presiones de su entorno social para quedarse embarazadas, que se acercan a la menopausia o ya han entrado en este período, con problemas de fertilidad (aunque el número de casos se redujo de manera considerable desde la masificación de las técnicas de fecundación asistida) o que desean de un modo obsesivo tener un hijo.
Por otro lado, el temor a estar embarazada también se puede convertir en origen de un embarazo psicológico, sobre todo, en mujeres muy jóvenes o de cualquier edad, pero que desarrollan algún grado de obsesión en torno al riesgo de concebir un hijo.
Por supuesto, muchas mujeres pueden tener deseos fervorosos (o bien pavor) ante la idea de quedarse embarazadas y no sentir un embarazo psicológico. La pseudociesis se considera un trastorno somatomorfo, es decir, un problema en el que emociones ocultas de la mujer se manifiestan como síntomas orgánicos en su cuerpo. Algo que no siempre ocurre.
Síntomas y tratamiento de este tipo de embarazo
Cuando la mujer se convence de que está embarazada de un modo patológico, suceden una serie de alteraciones hormonales que provocan cambios en su cuerpo. No siempre se registran todos juntos, aunque en ciertos casos ocurre:
Disminuyen las hormonas luteinizantes (LH) y foliculoestimulantes (FSH). Esto redunda en una anovulación y, por ende, en amenorrea (ausencia de menstruación).
Aumenta el tamaño de su abdomen, como consecuencia de la distensión de los músculos de esa zona y de la postura curvada que la mujer asume, mientras que la subida de peso es superior en un embarazo psicológico que en uno normal, aunque el ombligo no se «invierte», lo cual constituye una clave para distinguir ambos casos.
Las glándulas mamarias registran los típicos signos del embarazo: turgencia, aumento de tamaño, secreción de leche y calostro, etc.
Se desarrollan otros síntomas típicos del embarazo, como las náuseas, los vómitos, el aumento de tamaño de la cavidad uterina, la sensación de que el feto se mueve, etc.
Una vez que se descarta el embarazo real y se confirma un caso de pseudociesis, no corresponde aplicar tratamiento ginecológico alguno sobre la paciente, sino terapia psicológica. En muchos casos, la reacción de la mujer que padece este problema es no creerle al doctor y visitar a otro especialista. Hay que manejar con cuidado estas situaciones, con el fin de demostrar a la mujer (a través de estudios y pruebas científicas) que no está embarazada. Cuando esto ocurra, los síntomas desaparecerán y su cuerpo retomará su estado normal.
El siguiente paso será ahondar en la situación para determinar cuál ha sido el motivo por el cual se desarrolló el problema y actuar en consecuencia, para solucionar ese conflicto.
Los embarazos psicológicos en hombres también son posibles y se conocen como síndrome de Couvade. Estos casos ocurren cuando un hombre cuya pareja está embarazada desarrolla síntomas típicos del embarazo, como náuseas, vómitos, dolores abdominales, etc. El origen de esta alteración radica por lo general en el afán del hombre de empatizar con su compañera y compartir con ella el proceso de gestación. Ante estos síntomas, conviene consultar al especialista lo antes posible, para que recomiende también una terapia antes de que el caso derive en un trastorno grave.
Otra posibilidad son casos de embarazo psicológico en el mundo animal: no es nada raro en perras, gatas o conejas, que se comportan como si estuvieran preñadas e, incluso, adoptan como “hijo” a algún objeto, al que cuidan como si fuera un cachorro. Esto demuestra que tampoco en esta área somos los únicos: al parecer, es un problema común a todos los llamados “animales superiores”.