La falta de estudios concluyentes sobre el papel que ejercen algunos minerales en el metabolismo humano dificulta el establecimiento de dosis seguras o recomendables. Este es el caso del silicio, del que existen fundamentadas sospechas de que puede contribuir a mejorar los índices de densidad ósea pero que también podría provocar el afloramiento de patología renal. Un panel de expertos europeos recoge lo más novedoso sobre este mineral.
Todavía no se sabe bastante ni hay suficientes estudios sobre el papel del silicio en el metabolismo humano. A esa conclusión llega un informe de un panel de expertos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, requerido para intentar establecer unos límites máximos tolerables de ingestión para el silicio. Según el panel, no hay todavía datos suficientes a partir de los cuales se pueda establecer este límite. Sin embargo, dicen, las dosis que una persona consume habitualmente son seguras: la ingesta típica diaria suele ser de 20-50 miligramos, lo que en una persona de 60 kilos equivaldría a 0,3-0,8 miligramos por kilo.
El silicio no está considerado un elemento esencial para el organismo humano, aunque esta consideración probablemente sea debida a que todavía no se conoce suficientemente su posible papel. Estudios realizados con ratas y aves demuestran que el silicio está implicado en la formación de huesos y de los cartílagos. En humanos un experimento reciente del Rayne Institute de Londres sugería que la forma biológica activa del silicio, el ácido ortosilícico, estimulaba la síntesis de colágeno tipo I y la formación de osteoblastos (células que forman la matriz del hueso). El trabajo, que aparecía en mayo de 2003 en la revista Bone, sugiere que el silicio también juega un papel en el metabolismo de los huesos en humanos.
Sin datos concluyentes
Agua, café, cerveza, cereales y vegetales son los principales proveedores de silicio en una dieta normalOtro beneficio posible atribuido al silicio es el de protector frente a la neurotoxicidad del aluminio. También, en un trabajo de la Universidad de Wisconsin, publicado en 2002, se mostraba a partir de unos experimentos con roedores que el silicio interaccionaba con la arginina en el sistema inmunológico y que una carencia de esta sustancia en la dieta influía negativamente en la proliferación de linfocitos. Sin embargo, no hay datos concluyentes.
Por otro lado, tampoco se conocen casos de toxicidad por ingesta de silicio con la excepción de formación de cálculos renales. Hace muy poco, investigadores japoneses comunicaron un caso de un niño que tenía piedras en el riñón. El origen se atribuyó al consumo de leche diluida en agua de manantial rica en silicio, con concentraciones que superaban con mucho los niveles habituales: de 7 a 34 veces más silicio que el agua del grifo en Japón. Aquel niño debía estar consumiendo diariamente entre 172 y 206 miligramos diarios. Muy lejos de lo que se estima es el consumo con una dieta normal, que se calcula en una media de 20 a 50 mg, procedente sobretodo del agua, el café y la cerveza (el 55%), los cereales (14%) y los vegetales (8%). Otros estudios dan cifras similares: en hombres, una media de 30 a 33 mg por día y en mujeres, una media de 4 a 25 mg por día.
Seguramente, las cifras más notables de consumo de silicio son debidas a la cerveza, pero hasta el 75% se excreta en la orina al cabo de unas horas, según un trabajo dirigido por J.P.Bellia y publicado en The Lancet. De cualquier forma, afirma el panel de expertos, «no hay datos suficientes para establecer una relación dosis-efecto» ni por tanto para «establecer un limite máximo tolerable».
El informe responde a la necesidad de armonizar la legislación europea referente a las vitaminas y minerales a alimentos. Hay muy pocos estudios sobre el papel del silicio, uno de los elementos traza de los que se asumen juegan su papel en el organismo humano aunque no se conozca en su justa medida.
Un equipo dirigido por R. Jugdaohsingh, del Instituto Rayne (St Thomas’ Hospital, Londres) afirma en la revista Annals of the Rheumatic Diseases publicada este mes de julio, que beber alcohol moderadamente puede ayudar a prevenir la osteoporosis, gracias al contenido en silicio de las bebidas. La afirmación, pese al sorprendente titular, no es nueva.
Hace apenas cuatro meses, en la revista Bone and Mineral Metabolism, el mismo equipo afirmó de forma contundente que sí existe una correlación positiva entre el consumo de silicio y la densidad ósea. El estudio se realizó siguiendo la evolución de 1251 hombres y 1596 mujeres de edades comprendidas entre 30 y 87 años, que tomaron dosis de silicio de entre menos de 14 miligramos al día hasta más de 40 mg.
El control se realizó midiendo la densidad ósea de cuatro puntos de la cadera y en la espina lumbar. Los resultados, afirmaban, muestran diferencias superiores al 10% entre las densidades óseas en las caderas de los que tomaron más silicio y los que menos.
El hallazgo, afirmó entonces el equipo, «sugiere que un consumo mayor de silicio en la dieta de hombres y mujeres jóvenes puede tener efectos saludables en la salud del esqueleto, especialmente en el hueso cortical, algo que no había sido visto hasta ahora». La ayuda, pues, está en el silicio y no en el alcohol.