Las ensaladillas rusas son preparaciones elaboradas con diversos alimentos, entre ellos las hortalizas -cocinadas o en conserva-, que se cortan en trozos de un tamaño similar para lograr un aspecto homogéneo en el plato. Los ingredientes se presentan en la mesa ligados y conjuntados por una salsa fría que, por lo general, es una mayonesa o alguna de sus salsas derivadas. Ambos factores son esenciales para acertar en la preparación de la ensaladilla, como también lo es el punto de frescura. A continuación, se detallan estas claves para acertar en la preparación de la ensaladilla rusa y lograr un resultado exquisito.
Conseguir el punto de frescura en la ensaladilla rusa
Hay que respetar la temperatura de conservación de la ensaladilla, en torno a 6ºC
La ensaladilla rusa es una alternativa muy habitual en verano ya que, una vez preparada, se conserva en la nevera lista para consumir y solo se debe procurar que no le falte frío. Esta es una clave fundamental: el primer secreto para una buena ensaladilla es respetar su temperatura de conservación, en torno a 6ºC. Si falta el frío, la preparación pierde el punto de frescura. Además, la salsa podría estropearse y provocar a los comensales una gastroenteritis.
Al pensar en este plato, la imagen es concreta. La ensaladilla rusa es una preparación fresca, presente en casi todos los eventos veraniegos: desde las comidas familiares, hasta la visita al chiringuito de la playa o la tapa con cerveza que se toma a mediodía o por la tarde.
Tipos de ensaladillas rusas: los ingredientes hacen la diferencia
Las ensaladillas rusas siguen un patrón específico, si bien a menudo se confunden con otros platos que conforman una amalgama de ingredientes combinados con cierta gracia y que no llegan a la categoría de «ensaladilla con mayúsculas». Y es que hay tanta variedad de ensaladillas como alimentos tengamos en la nevera.
La clásica ensaladilla rusa se compone de patata, zanahoria y huevo -todos ellos cocidos, pelados y troceados en cubos de tamaño similar-, atún o bonito en conserva de aceite (escurrido) y encurtidos como aceitunas o pepinillos en vinagre, también escurridos y troceados. Tras mezclar estos ingredientes, se aliñan de un modo ligero con aceite de oliva y un poco de vinagre de vino blanco o de sidra. Por último, se liga todo con salsa mayonesa de manera que quede un conjunto homogéneo. Una vez realizada esta mezcla, se introduce en la nevera durante una o dos horas para que baje la temperatura y conseguir esa sensación de frescura.
Hasta aquí, la tradición, ya que a partir de una receta original surgen todas las variantes imaginables. Las más «lujosas» podrían ser las ensaladillas con marisco, en lugar de bonito, como gambas o langostinos cocidos, pelados y troceados, o carne de cangrejo ruso. Otras ensaladillas sustituyen el contrapunto de los encurtidos: cambian las aceitunas y los pepinillos por trozos de fruta, como piña, manzana o unos gajos de naranja cortados en cubos.
La geografía y la cultura también inciden en la variedad. En algunas zonas, las ensaladillas contienen otros tipos de hortalizas, como trozos de pimiento rojo asado, vainas cocidas y troceadas, guisantes cocidos o maíz. Son comunes las hortalizas frescas, como tomate, hojas de lechuga cortadas en finas tiras o zanahoria pelada y rayada. Sin embargo, debemos tener presente que estos ingredientes frescos, al entrar en contacto con el aliño, tienden a ablandarse y a soltar sus jugos. En consecuencia, la ensalada pierde homogeneidad y buena presencia.
Lo importante es adaptar la mezcla de sabores, ingredientes y texturas a nuestros gustos, aunque es recomendable no abusar de la diversidad. Con dos o tres tipos de hortalizas, huevo y un elemento proteico (como pescado, marisco o pechuga de pollo) es suficiente. El contrapunto de acidez se consigue con un encurtido y el cítrico, con una fruta.
El papel de la salsa en las ensaladillas
La salsa es un factor determinante y distintivo de la ensaladilla rusa. Además de homogeneizar el conjunto, aporta mucho sabor al plato. Por esa razón, hay que prepararla con mimo. Son opciones adecuadas la salsa mayonesa ligeramente rebajada con zumo de naranja o con un poco de leche, para que esté más suave, o la salsa de yogur aliñada con aceite de oliva, unas gotas de vinagre y una pizca de diente de ajo, que le da un toque personal y aporta originalidad al plato.