¿Tienen conciencia los pacientes que sobreviven a un coma y quedan en estado vegetativo? ¿Sienten emociones? ¿Pueden comunicarse? Familiares y amigos desearían leer su mente y saber si, en efecto, tienen conciencia. Mientras, la comunidad científica intenta crear una especie de lector mental que, a tenor de los últimos estudios, parece posible en algunos casos. En este artículo se explica qué significa estar en estado vegetativo y cuáles son los últimos descubrimientos en este campo.
¿Pueden los pacientes en estado vegetativo comunicarse? ¿Sienten emociones? ¿Tienen algún tipo de conciencia? Estas son las grandes cuestiones que sus familias y los investigadores en este campo se plantean a diario. A esta situación se llega por diferentes causas. Los afectados tienen alguna lesión cerebral provocada directa o indirectamente por un traumatismo craneoencefálico, casi siempre debido a un accidente de tráfico y, con menor frecuencia, a un accidente laboral; o también por una hemorragia cerebral, por falta de oxígeno (anoxia) originada por un infarto cardiaco, un infarto cerebral o, en pocos casos, tras haberse ahogado.
Estas lesiones cerebrales son el origen de que los pacientes entren en un estado de coma y que, al salir de este, queden postrados en una cama en estado vegetativo. ¿Qué diferencia a estas dos condiciones clínicas? El estado de coma se caracteriza por la ausencia de conciencia: el paciente no abre los ojos en ningún momento a lo largo del día, ni siquiera como respuesta a algún estímulo -incluso doloroso- que intente despertarle o provocar respuestas intencionadas. Como máximo, le puede ocasionar posturas reflejas. Sin embargo, en el estado vegetativo, el afectado abre los ojos y tiene el ritmo de sueño y vigilia, pero ninguna otra respuesta a los estímulos del entorno, según información de Carles Escera, catedrático de neurociencia cognitiva de la Universidad de Barcelona (UB).
Estado vegetativo con capacidad de imaginar y responder
Hasta hace poco se creía que estos pacientes no podían comunicarse. En el año 2000, Adrian Owen y otros autores del Medical Research Council de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) dieron a conocer un método que podía ayudar a averiguarlo. Su investigación consistió en pedir a las personas sanas participantes que respondieran a varias preguntas y que, para hacerlo afirmativa o negativamente, se imaginaran a sí mismas realizando dos actividades completamente distintas: jugando un partido de tenis cuando quisieran responder «sí» y recorriendo su casa cuando quisieran responder «no». Mientras, un escáner leía su actividad cerebral y ello permitió comprobar que el procedimiento funcionaba. Así se ha podido idear un sistema para que las personas en estado vegetativo y que no pueden hablar puedan responder a preguntas sencillas.
Los pacientes en estado vegetativo tienen cierta conciencia y capacidad para atender a su entornoEn 2006, el grupo de Owen publicó un estudio en la revista ‘Science’ utilizando ese procedimiento, al cual han sucedido otros trabajos. Demostró que los pacientes en estado vegetativo son capaces de imaginar distintas situaciones para contestar a cuestiones distintas y, por lo tanto, que tienen cierta conciencia, capacidad para atender a su entorno y de comunicarse con este a través de su actividad cerebral.
Aunque el método tiene sus limitaciones, porque solo se puede emplear en los hospitales, donde están los equipos de resonancia magnética (RM o escáner), ha servido de base para impulsar otros proyectos dirigidos a desarrollar un lector mental para conectar con estos pacientes.
Lector de la mente portátil para pacientes en estado vegetativo
Un proyecto europeo, DECODER, dirigido por Andrea Kübler, experta en la comunicación cerebro-ordenador del Departamento de Psicología de la Universidad de Würzburg (Alemania), tiene como objetivo desarrollar otro instrumento para comunicarse con los pacientes en estado vegetativo mediante el electroencefalograma (EEG), que sería más fácil de utilizar, accesible y barato. El electroencefalograma consiste en colocar unos electrodos en la superficie de la cabeza del paciente para leer su actividad cerebral, y su uso en este ámbito se ha comentado en el reciente octavo Congreso de la Sociedad Española de Psicofisiología y Neurociencia Cognitiva (SEPNECA), celebrado en Barcelona.
«La idea sería elaborar un procedimiento por el que la familia o un cuidador especializado pudiera comunicarse con el paciente, al menos para preguntarle cosas sencillas de su entorno, como si quiere tener la luz encendida o apagada. Pero debemos aplicar la cautela: aunque los resultados de estas investigaciones sean muy prometedores puede que, al final, solo se beneficie un porcentaje muy pequeño de afectados», precisa Carles Escera.
Esto se debe a que no todos los pacientes en esta condición están en la misma situación. Algunos sufren un cruel síndrome por el que se encuentran atrapados o encarcelados en su cuerpo: tienen conciencia, pero no pueden expresarse de ninguna forma. Otros pueden oír, pero tienen los ojos cerrados; y otros pueden ver, pero no pueden oír, por lo que no se les podría dar instrucciones auditivas necesarias para aplicar los métodos de lectura mental, sino intentar contactar y conectar con ellos a través del tacto.
Carles Escera explica que “no se debería ‘tirar nunca la toalla’ con estos pacientes. No sabemos si pueden comunicarse, percibir o no las cosas. Pero intentamos desarrollar técnicas para saberlo. Estos casos no son todo o nada”. Algunos pacientes acaban respondiendo a los reflejos de la luz, el dolor o los estímulos auditivos, aunque todavía se conoce poco sobre si tienen emociones o no. “No hay razón para pensar que no las puedan sentir”, destaca el experto en neurociencia cognitiva.
Esto se debe a que siempre queda una parte residual del cerebro en funcionamiento. “Es posible que haya unas áreas afectadas del cerebro, pero que estos pacientes tengan intactos los circuitos de las emociones y que las experimenten. Hay pacientes que, tras un accidente, siguen vivos casi sin corteza cerebral y otros que la tienen intacta, pero que se quedan en estado de coma o en estado vegetativo”, según el especialista. Las técnicas anatómicas nos permiten saber cuáles son las partes lesionadas del cerebro, pero no su estado funcional. “Por eso, hay que intentar estimular siempre el cerebro, ya que puede que funcione y esto obra a favor de su recuperación“, afirma Escera.
Así, tener al paciente en un entorno familiar y ponerle su música favorita (pero no a todas horas para que no le resulte molesta), hablarle, visitarle, intentar que note la presencia de sus seres queridos o que escuche el ladrido de su perro son estímulos muy positivos para favorecer su recuperación. Lo demuestra el reciente caso del joven Mathew Taylor, un ciudadano británico que sufrió un accidente de moto en Tailandia y que, al escuchar por teléfono la voz de su novia desde Bali, se puso a llorar tras varios meses en coma. Reconocer su voz fue la chispa que encendió su proceso de recuperación. Y denota la importancia que tiene la estimulación sensorial de estos afectados.
“Esta estimulación por parte de los familiares es muy positiva clínicamente para que se produzca un despertar, pero hay que advertir que en la mayoría de los casos no da resultados. Muchos pacientes no se recuperan, pero no sabemos en cuáles va a tener un impacto y en cuáles no, por lo que, si se deja de hacer, es posible que alguno de los que podría beneficiarse pierda este beneficio”, advierte Escera.