De fruta, con cereales, de verduras, con hortalizas y carnes. Los potitos infantiles son una solución correcta para la alimentación del bebé, pero la oferta es muy variada y elegir cuál es el más conveniente puede resultar complicado. Para estar seguros de que se da al niño un alimento acorde con su edad -y con las recomendaciones nutricionales que marcan los profesionales de la salud-, es necesario realizar una lectura detallada y completa de las etiquetas de los tarritos infantiles. Este artículo describe cómo hacerlo y en qué detalles hay que fijarse para escoger el alimento más adecuado para el bebé: localizar la edad del niño en el potito; repasar los ingredientes de la papilla; entender el nombre del potito; y tener en cuenta las etiquetas especiales del tarrito para el bebé. Y con el fin de evitar equivocaciones, también se explica el calendario de la alimentación complementaria en el niño.
Alimentación infantil con potitos
A partir de los seis meses de edad, las necesidades nutricionales del bebé se amplían y es necesario iniciar la alimentación complementaria con nuevos alimentos como cereales, fruta, carnes, pescados y legumbres. Lo más recomendable es cocinar papillas y purés caseros para el bebé, con estos nuevos ingredientes, siguiendo una dieta equilibrada con la supervisión de pediatra. Sin embargo, la falta de tiempo e, incluso, la comodidad explican que sea frecuente recurrir cada vez más a los alimentos infantiles preparados, llamados potitos.
Los potitos son un modo rápido, nutritivo y cómodo de alimentar al bebé
Los especialistas aconsejan usar estos tarritos de forma ocasional y no abusar de ellos. No obstante, tal como muestran los análisis realizados por EROSKI CONSUMER, utilizar los potitos es una solución correcta, ya que están bien elaborados y cumplen con su función nutricional. Es la misma conclusión a la que llega una reciente investigación realizada de forma conjunta por la Universidad de Murcia y el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (Valencia). Este estudio resuelve que, cuando se eligen con cuidado, «no existen diferencias importantes» entre los potitos y los purés cocinados en casa.
Las etiquetas son obligatorias en los productos comerciales preparados para ser consumidos por los niños, según marca la norma europea de alimentos infantiles (directiva 2006/125/CE). Y, puesto que la oferta de papillas comerciales disponibles en el mercado es enorme, es importante aprender a leer las etiquetas de los potitos, para ofrecer al niño la alimentación que necesita, acorde con su edad y necesidades nutricionales. A continuación se explican cuatro sencillas claves para ello.
1. Localizar la edad del niño en el potito
Localizar en la etiqueta del potito la edad la que está destinado es la primera clave para elegir el apropiado para el bebé. Esta información refleja los meses del niño a partir de los cuales puede consumirse el producto. Las etiquetas más habituales son de cuatro meses (la mínima que se puede indicar), seis meses, ocho meses y 12 meses.
¿Por qué cada potito está destinado a una edad distinta? Los límites se marcan en función de la composición y textura de los potitos.
2. Repasar los ingredientes de la papilla
Aunque los pediatras no recomiendan el melocotón antes de los diez meses, algunos potitos lo contienen
La edad no es suficiente para elegir el potito adecuado para el bebé. Es preciso, además, atender a otros elementos del etiquetado, para verificar que el producto se ajusta a las indicaciones que marca el pediatra. Es obligatorio que la etiqueta del potito mencione la lista de ingredientes del producto.
Conviene repasarla antes de efectuar la compra, puesto que los alimentos incluidos en el potito no son siempre los que el pediatra del pequeño ha recomendado. El Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría aconseja retrasar hasta los diez meses la incorporación de alimentos potencialmente alergénicos como el melocotón y el pescado. Sin embargo, en el mercado se pueden encontrar productos preparados con estos ingredientes para edades a partir de cuatro meses (melocotón) y ocho meses (pescado). La Asociación Española de Pediatría hace, además, las siguientes recomendaciones:
Aplazar al segundo semestre la introducción de verduras con hojas.
Esperar hasta los diez meses para incorporar alimentos potencialmente alergénicos, como la clara de huevo, pescado, frutos secos, aditivos y frutas tipo fresa, frambuesa, mora y melocotón.
No añadir sal ni azúcar a las papillas.
No introducir leche entera de vaca hasta los doce meses.
3. Entender el nombre del potito
Manzana y plátano, Arroz con pollo, Multifruta, Ternera con verduras, etc. Las denominaciones de los tarritos infantiles son muy diversas. ¿Cómo saber con certeza qué cantidad de cada producto contienen? Aunque en algunos casos queda claro cuáles son los principales ingredientes que lo componen, en otros el nombre es genérico y puede inducir a errores.
Por eso, es recomendable verificar siempre en la lista de ingredientes los alimentos que incluye el tarrito. Del mismo modo, existen productos de diferente marca con la misma denominación, pero diferente composición.
4. Tener en cuenta las etiquetas especiales del tarrito para el bebé
Las alergias e intolerancias alimentarias del niño (como la celiaquía) son esenciales a la hora de elegir el potito que el bebé necesita. La mayoría de potitos y productos infantiles incorporan en su etiquetado distintas menciones relativas a la presencia o no de determinados ingredientes en su composición.
Las más frecuentes son: sin (o con) gluten, bajo en sal y grasas, sin aditivos, con leche (o sin ella), sin azúcares añadidos, con aceite de oliva, con apio. Es recomendable atender a estas advertencias y adquirir o no el producto.
En este sentido, la Asociación Española de Pediatría recomienda no comenzar con el gluten antes de los cuatro meses, ni retrasarlo después de los siete.
De manera paulatina y según las indicaciones del pediatra, entre los seis y los doce meses de edad se deben incorporar cereales, fruta, verdura, carne, huevo, pescado y legumbres a la alimentación del bebé. Después del año, el niño puede adoptar de manera progresiva una dieta más similar a la del adulto.
El calendario de introducción de la alimentación complementaria que marca la Asociación Española de Pediatría es el siguiente:
Cero a seis meses: lactancia materna.
Cuatro a seis meses: cereales sin gluten y papilla de frutas.
Seis meses: cereales con gluten (en caso de no existir intolerancia), verduras, carne y yogur con leche adaptada.
Ocho a doce meses: yogur con leche.
Nueve a once meses: yema de huevo.
Diez a once meses: pescado blanco.
12 meses: huevo entero cocido.
12 a 24 meses: leche entera de vaca, legumbres, otros derivados lácteos.