Muchos, de forma consciente o inconsciente, nos damos atracones en Navidad. Pero las comidas festivas, además de abundantes, no siempre son del todo saludables y se acompañan de una indulgencia nada recomendable con el consumo de bebidas alcohólicas que, además de calorías, contienen, como su nombre indica, alcohol (una sustancia tóxica y adictiva). La combinación puede tener consecuencias indeseadas, algunas de las cuales podrían empañar la alegría de las fiestas. Por ello, en estas fechas, es importante prestar especial atención a nuestros hábitos dietéticos. El siguiente reportaje expone cuatro posibles consecuencias negativas si se sigue una dieta inadecuada en Navidad.
1. En Navidad, más episodios cardiovasculares
Las muertes relacionadas con el corazón aumentan un 5% en la temporada de fiestas de fin de año
El 35% de los adultos en España -y hasta el 68% de los mayores de 65 años- padece hipertensión. De ellos, la mitad sufre hipercolesterolemia (elevación excesiva del colesterol sanguíneo). En este gran grupo de población resulta muy juicioso evitar los excesos navideños. Una de las razones es que las calorías excesivas de los menús navideños no vienen solas. Les acompaña una alta cantidad de «nutrientes confictivos«: grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sodio (la sal es cloruro sódico).
De hecho, la Navidad, pese a que es un momento mágico de encuentro con los seres queridos, se asocia con un aumento significativo de las muertes por eventos cardiovasculares. Así lo revelan estudios publicados en 1998, 1999 y 2004, como lo confirma un análisis publicado en 2010 en la revista Social Science & Medicine. Se estima que las muertes relacionadas con el corazón aumentan un 5% en la temporada de fiestas de fin de año. Aunque sobre este riesgo influyen muy diversos factores (se demora la solicitud de ayuda médica, los niveles de personal sanitario son insuficientes, el clima es más frío, etc.), la alimentación es uno de ellos y no el menos importante.
2. Los excesos navideños nos dejan medio kilo de más
Cuando tenemos muchos alimentos delante, nos cuesta controlar la cantidad que comemos y tendemos a ingerir por encima de nuestro apetito. Esto resulta preocupante en Navidad, ya que tarde o temprano nos enfrentamos a comidas copiosas cocinadas con tanto amor como calorías. Esto se traduce en que, en general, comenzamos el año con más peso. Si bien es fácil encontrar datos que apuntan que ganamos más de dos kilos en Navidad, en realidad la cifra es menor: medio kilo. No obstante, esos 500 gramos (que mantendremos el resto de año), son motivo de preocupación para los expertos en salud pública, porque las tasas de obesidad no cesan de aumentar.
¿Es peligrosa la obesidad? Pese a que hay investigadores que consideran que sus efectos sobre la salud se parecen a los de un «tsunami», la respuesta más correcta a esta pregunta es «depende». Por una parte, estudios rigurosos (como un seguimiento de 1,46 millones de adultos durante 10 años, publicado en la revista New England Journal of Medicine) señalan que tanto el sobrepeso como la obesidad aumentan el riesgo de morir de forma prematura. Sin embargo, una reciente investigación ha añadido un «pero» a esta conclusión, que es imprescindible matizar.
Un equipo de científicos de la Unidad de Nutrición Preventiva del Instituto Karolinska, liderados por un investigador español, el doctor Francisco Ortega, concluyó el pasado mes de septiembre, que las personas con una buena condición aeróbica tienen menor riesgo de sufrir enfermedades del corazón o cáncer, padezcan o no obesidad. Es decir, un buen estado físico cardiorrespiratorio o aeróbico en personas con exceso de peso equipara su tasa de mortalidad a la de los individuos cuyo peso está dentro de los parámetros recomendados. El estudio, que evaluó a 43.265 adultos, recuerda una razón más para evitar el sofá y salir a buscar el sol de la tarde.
Pese a la esperanzadora conclusión de la publicación de Ortega y colaboradores, la realidad es que España es hoy uno de los países con más sedentarismo de la Unión Europea. Al mismo tiempo, las tasas de inactividad tienden a ser más frecuentes en personas con exceso de peso. Este artículo publicado en EROSKI CONSUMER aporta siete consejos para abordar las comidas navideñas sin miedo a la báscula.
3. Menú de Navidad: empachos y digestiones pesadas
El sistema digestivo tiene una capacidad y funcionalidad limitadas, por lo que no conviene abusar de las comidas
La Sociedad de Cirugía Vascular (Society for Vascular Surgery), con sede en Chicago, declaró en 2011 que, en estas fechas, «las salas de emergencias de los hospitales se llenan de invitados demasiado hartos». Como es lógico, si nos excedemos con la cantidad de calorías que ingerimos, nuestra digestión se resentirá, ya que nuestro sistema digestivo tiene una capacidad y funcionalidad limitadas.
Tal y como declaró para Diario Médico en 2007 el doctor Salvador Jiménez, «se estima que un menú de Navidad triplica la ingesta de cualquier dieta equilibrada». No en vano, en las fiestas, los dietistas-nutricionistas atienden a muchos pacientes cuyo principal síntoma es un simple empacho, una de las molestias más comunes en Navidad. Las secuelas del empacho no son nada glamourosas: sensación de pesadez, dolor estomacal, ardor, acidez e, incluso, vómitos. Y ello no solo es fruto de las comidas copiosas, sino también de las bebidas.
4. Exceso de alcohol en las fiestas, innumerables riesgos
En España, el alcohol aporta el 5% de nuestra ingesta energética, pero en Navidad la cifra aumenta, ya que somos más permisivos con el consumo de bebidas alcohólicas. En la mayoría de reuniones es frecuente beber alcohol. Tal y como apunta un estudio de Vidal-Infer y colaboradores, «dentro del grupo es permisible beber más que los demás, pero nunca beber menos».
El consumo de alcohol puede generar el síndrome cardiaco festivo, relacionado con los eventos cardiovasculares
Al consumo de alcohol le suele acompañar la resaca, ¿pero sucede algo más en el cuerpo? Por su contenido calórico, entre otros motivos, las bebidas alcohólicas aumentan el riesgo de padecer obesidad. Así lo señala una reciente publicación en la revista European Journal of Clinical Nutrition. Pero el alcohol eleva las tasas de mortalidad en Navidad por algo distinto a sus calorías. Estas bebidas, además de intoxicaciones (más frecuentes en las fiestas), pueden generar el síndrome cardiaco festivo, relacionado con los eventos cardiovasculares. De hecho, una de las explicaciones que justifica el aumento de muertes en Navidad es nuestro consumo de alcohol. Y es que este se considera una sustancia adictiva y tóxica que supone la tercera causa de enfermedad y muerte prematura, incluso por encima del tabaco. Una razón es su implicación en los accidentes de tráfico. ¿Es posible garantizar al 100% que no conduciremos después de beber?
El actual consumo de alcohol supone, según el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN), una de las principales causas de mortalidad en España ya que, además de estar implicado en infinidad de problemas sociosanitarios (violaciones, agresiones, atropellos, suicidios…), aumenta las posibilidades de sufrir trastornos mentales, afecciones gastrointestinales, cánceres, enfermedades cardiovasculares, pulmonares y musculoesqueléticas, trastornos reproductivos, daño prenatal y un largo y turbador etcétera. Un reciente consenso europeo señala que «el alcohol está relacionado con más de 130 categorías de enfermedades».
Otra cuestión importante es que beber delante de nuestros hijos implica ofrecerles un mal modelo de comportamiento, sobre todo si son adolescentes. Conviene recordar que nuestros hijos nos miran y aprenden de nuestro ejemplo y que la Navidad es uno de los primeros momentos en los que los escolares españoles comienzan a beber. En palabras del pediatra Carlos González, «¿seremos capaces de mostrarles que podemos estar de fiesta sin tomar alcohol, que podemos disfrutar en compañía de la familia sin consumir drogas?».
El catedrático de Nutrición y Bromatología Jordi Salas-Salvadó consideró en una entrevista que concedió a EROSKI CONSUMER en mayo de 2012 que uno de los principales “males alimentarios” que padece nuestra sociedad es que no pensamos lo que comemos. Las más recientes recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón para estas fiestas coinciden con el punto de vista del profesor Salas-Salvadó, ya que apuntan que, cuando prestamos atención a lo que ingerimos, podemos realizar pequeños cambios que marcarán a medio-largo plazo una gran diferencia sobre nuestra salud.
Las fiestas navideñas son, en resumen, una temporada perfecta para mejorar nuestra salud a través de la alimentación. Para predicar con el ejemplo mientras hacemos ejercicio. Para demostrar a nuestros familiares y amigos que podemos disfrutar de la Navidad sin necesidad de recurrir al alcohol o al tabaco. Y para prevenir las nefastas consecuencias de seguir un estilo de vida poco saludable.