Los bebés a quienes sus padres les hablan más obtienen, en general, mayor capacidad de aprendizaje y mejores resultados académicos, según demuestran los estudios. En este artículo se describen los efectos que tiene hablar con los bebés sobre el desarrollo de su cociente intelectual y su rendimiento en la escuela, los estudios realizados al respecto y las iniciativas en marcha sobre esta cuestión.
Hablar con los bebés para mejorar su desarrollo
Hablar con el bebé, incluso desde que está en el vientre, es beneficioso, ya que esto le resulta muy tranquilizador y relajante y le permite familiarizarse con las voces de quienes lo rodean, sobre todo sus padres.
Luego, cuando crece, es importante hablar con el pequeño para estimular su desarrollo, facilitar la comunicación con el niño, mejorar su sociabilidad. Una serie de recomendaciones permiten mejorar la comunicación con los hijos, como dar mensajes concretos y sencillos, asegurarse de que el niño escucha y ponerse al nivel de sus ojos.
Hablar con los niños pequeños ejerce una influencia fundamental en su desarrollo cognitivo y su capacidad de aprendizajePero las ventajas de hablar a los hijos van mucho más allá. Un estudio llevado a cabo durante varios años en Estados Unidos ha llegado a la conclusión de que hablar con los bebés y niños pequeños ejerce una influencia fundamental en su desarrollo cognitivo y su capacidad de aprendizaje. En concreto, los niños a los que sus padres les hablaron más en sus primeros tres años de vida fueron los que tuvieron un mayor cociente intelectual y mejor rendimiento escolar.
Más palabras para el niño, mejor rendimiento escolar
La primera parte de la investigación fue realizada por Betty Hart y Todd R. Risley, expertos de la Universidad de Kansas. Consistió en hacer visitas mensuales a 42 familias y grabar durante una hora las interacciones entre los padres y sus hijos de hasta tres años de edad.
Las conclusiones afirman que el promedio de palabras que los progenitores dirigen a sus pequeños es de 1.440 por hora. Sin embargo, existe una notable diferencia entre las familias: mientras algunos niños escuchan más de 3.000 dirigidas a ellos, en otros casos esa cifra es inferior a 500.
Esto significa que a la edad de cuatro años algunos niños han escuchado más de 50 millones de palabras dirigidas a ellos por parte de sus padres, mientras que otros solo 10 millones. Esas diferencias suelen estar determinadas por la clase social, advierten los expertos: en promedio, los padres de condición más pobre dicen a sus hijos unas 600 palabras por hora, los de clase trabajadora unas 1.200 y los profesionales, unas 2.100.
El rendimiento escolar de los niños de nueve años también varía en función de las palabras que hayan escuchado, y es superior cuantas más hayan hablado los padres con ellos.
Hart y Risley publicaron los resultados de sus experiencias en dos libros: ‘Diferencias notables en la experiencia diaria de los niños americanos‘ (Meaningful difference in the everyday experience of young american children) y ‘El mundo social de los niños que aprenden a hablar‘ (The social world of children learning to talk), ambos editados por Brooks Publishing.
En la ciudad estadounidense de Providence se ha puesto en marcha un plan para promover que los padres con menos recursos hablen más a sus hijosMás allá de la recomendación de hablar más a los bebés, es difícil la implementación de programas que promuevan este aumento, dado lo costoso de medir el número de palabras y los posibles avances en la materia.
Sin embargo, la fundación LENA (Language Environment Analysis, es decir, análisis del entorno del lenguaje) ha desarrollado un sistema que permite que el niño lleve una grabadora encima, con una autonomía de 16 horas. Por medio de la tecnología de identificación de voz, un programa informático es capaz de reconocer y contar las palabras, así como los cambios de turno en la conversación, quién es el emisor de cada expresión y eliminar los ruidos de fondo y provenientes de la televisión.
Unas 200 universidades ya emplean el sistema LENA para sus investigaciones, pero ahora será una ciudad, Providence (Estados Unidos) la que afrontará el desafío. El Ayuntamiento pondrá en marcha un programa que contará con el trabajo de profesionales de diversas disciplinas, con el fin de lograr que los padres de menos recursos hablen más a sus hijos y que esto contribuya a disminuir la brecha entre los niños de familias pobres y ricas. Esta ciudad, una de las más antiguas del país, tiene unos 180.000 habitantes, de los cuales casi el 30% vive bajo el umbral de la pobreza.