¿Cuál es la mejor manera de tratar la obesidad?

Para prevenir y reducir las actuales tasas de obesidad es preciso combinar políticas colectivas con iniciativas individuales
Por Bittor Rodriguez Rivera 8 de enero de 2014
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Imagen: Alan Cleaver

Según un reciente informe publicado en Estados Unidos, las tasas de obesidad se han mantenido estables en los últimos años, e incluso se ha observado una disminución de la prevalencia de la obesidad infantil en algunas zonas del país. El documento habla de “estancamiento”, aunque cabe recordar que analiza una población con una prevalencia extrema de sobrepeso y obesidad. No existe razón para relajarse, aunque sí para reflexionar. Algunos investigadores opinan que este nuevo escenario se debe al éxito de las políticas de promoción de la salud, mientras que otros sostienen que nos encontramos ante un “efecto plateau“, es decir, que podríamos estar tocando techo en el problema de la obesidad -o, lo que es igual, que resulta imposible que la situación empeore más-. Dado que no todo el mundo tiene la misma tendencia a aumentar, disminuir o mantener estable su peso, surge una pregunta interesante: ¿es mejor abordar la obesidad de manera individual o centrarse en elaborar políticas colectivas? El siguiente artículo intenta ofrecer la respuesta.

Obesidad: la importancia de las políticas de prevención

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Las políticas de salud pueden ser efectivas, sobre todo cuando se abordan de manera adecuada. En líneas generales, son las políticas las que consiguen entornos favorables para llevar a cabo hábitos saludables. Esto exige un verdadero esfuerzo en su alcance y profundidad, ya que se debe informar y educar, pero también hacer disponibles y accesibles los recursos necesarios y fomentar su uso. ¿Existen ejemplos concretos? Existen. Las ciudades que tienen instalaciones deportivas públicas adecuadamente mantenidas y cuidadas en cada barrio, carriles bici e incluso bicicletas disponibles y accesibles (en cuanto a precio) han demostrado que su uso es elevado frente a otros lugares con menos y peores instalaciones y servicios.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Con la alimentación sucede lo mismo. Diversos informes de las Naciones Unidas han puesto de manifiesto que las políticas de subvenciones a determinados alimentos han redundado en su consumo (carne y cereales, por ejemplo). Por esa razón, implementar políticas de precio, accesibilidad y calidad sensorial de productos vegetales son cuestiones que reclaman muchos colectivos, incluida la ONU, en su llamamiento a reformar las políticas agroalimentarias. Algunas investigaciones demuestran que las estrategias del márketing pueden servir, por ejemplo, para fomentar el consumo de fruta y verdura. Por lo tanto, es posible, adecuado, efectivo y beneficioso actuar para prevenir la obesidad y otras enfermedades relacionadas con hábitos y estilo de vida mediante políticas dirigidas a colectivos o poblaciones bien implementadas.

Afrontar la obesidad de manera personalizada

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Sin embargo, las actuaciones colectivas no lo son todo. En la población hay diversidad, y en ella encontramos demandas muy diferentes. Por una parte, hay colectivos en los que son necesarias las mencionadas políticas de prevención (porque están en riesgo) pero, por otra, hay individuos resistentes al cambio tanto por cuestiones físicas, como psicológicas e incluso sociales, como los que necesitan ya no prevención, sino tratamiento (porque padecen ya alguna patología, como la obesidad).

En esta línea también existen incontables propuestas. De hecho, se ofrecen numerosas formas de mejorar el peso, musculatura y salud. ¿De cuáles fiarnos? Hay experiencias exitosas, desde la clásica consulta de un profesional formado (dietista-nutricionista), que puede orientar a cualquier persona en los cambios conducentes a la salud y monitorizarlos con éxito, hasta experiencias grupales, como el programa ‘Niñ@s en Movimiento’ del Hospital Vall d´Hebron, que consigue un éxito del 90% en el tratamiento de la obesidad infantil abordándola de manera holística e integral.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

No obstante, dos graves problemas relacionados con estas opciones son la poca consolidación del dietista-nutricionista como profesional al que habitualmente se recurre para el tratamiento de patologías asociadas a la alimentación y la insuficiente labor que hacen las administraciones al respecto: el dietista-nutricionista es una figura profesional de escasa presencia en hospitales y centros de salud. Además, en líneas generales, en atención primaria se sigue abordando la obesidad con inefectivos métodos clásicos, muchas veces resumidos en controles y obsoletas recomendaciones impresas.

En resumen, los tratamientos individuales y colectivos adaptados y eficaces existen, aunque no están generalizados, sino «diluidos» entre incontables propuestas de falsos gurús de la alimentación y la salud. Como conclusión, si tanto las políticas para colectivos como las propuestas de abordaje individualizado funcionan, resulta obvio que en una sociedad en la que existe un alto número de personas en riesgo y un alarmante número de las mismas ya enfermas, se deben usar las primeras para prevenir y las segundas para tratar.

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