El frío ayuda a mantener los alimentos frescos durante más tiempo y retrasa el crecimiento de los microorganismos patógenos sin que se alteren las propiedades. La temperatura interior debe de unos 4ºC, aunque no será la misma en toda la nevera. Este es un punto que debe tenerse en cuenta a la hora de almacenar los alimentos en su interior, ya que no todas las zonas tienen los mismos grados ni todos los alimentos requieren las mismas condiciones. El artículo explica cuáles son las diferencias entre las distintas zonas de la nevera y qué necesidades de temperatura tienen los distintos grupos de alimentos, qué medidas favorecen una refrigeración segura y si todos los alimentos son aptos para guardar en frío.
Cada alimento tiene su sitio en la nevera. Todo depende de sus particularidades (más perecedero o menos) y de las necesidades de frío. La colocación es fundamental a la hora de prevenir la formación y el desarrollo de bacterias indeseables. El frío inhibe la actividad de las enzimas que generan los microorganismos y retrasa la degradación de los componentes de los alimentos. Pero no los elimina ni los mantiene inalterados, sino que aumenta la duración de la vida útil de los alimentos en condiciones de seguridad. La mayoría de los patógenos (excepto Listeria monocytogenes, Aeromonas y Yersinia) no tienen capacidad para multiplicarse a temperaturas inferiores a los 8ºC. Por tanto, el frío que proporcionan las neveras es clave en la prevención de muchos problemas relacionados con la aparición de patógenos en alimentos.
Las distintas zonas de la nevera
Cuando se introducen los alimentos en la nevera, debe mantenerse la misma norma que se sigue para la despensa, es decir, se colocarán detrás los alimentos que se han adquirido más tarde y delante los alimentos más antiguos. De esta manera, se consumen antes los alimentos que llevan más tiempo almacenados.
Zona baja. Es la zona más fría, y se reserva para los alimentos que necesitan temperaturas más bajas de refrigeración, como el pescado y la carne. Deben protegerse y colocar en envases cerrados o envolverlos para evitar que se derramen jugos.
Cajones. En los cajones inferiores se conservan las frutas y verduras. Estas deben quitarse de la bolsa para evitar que se humedezcan y, por tanto, se deterioren más rápido.
Zona media. La temperatura de esta parte suele ser de unos 4ºC a 5ºC. Aquí se colocarán los alimentos que requieran menos frío y los que tengan en la etiqueta el mensaje «Una vez abierto, consérvese en frío». En esta zona suelen ir los lácteos y embutidos.
Zona alta. Como la puerta, es la menos fría de la nevera. Se almacenan alimentos, por tanto, que requieren menos refrigeración, como huevos o alimentos envasados.
Puerta. Es la zona menos fría de la nevera. En sus estantes deben colocarse los alimentos que necesitan menor refrigeración, como bebidas, mantequilla o mermeladas o alimentos envasados.
No todos los alimentos sobreviven en condiciones óptimas los mismos días en la nevera.
- Pescado fresco y carne picada: dos días
- Leche (abierta: de tres a cuatro días
- Carne y pescado cocidos: de dos a tres días
- Verdura cocida: cuatro días
- Conservas abiertas: de cuatro a cinco días
- Huevos: de dos a tres semanas
- Lácteos: debe consultarse la etiqueta
Otras medidas para una refrigeración segura
Además de colocar los alimentos cada uno en su sitio, existen otras medidas que también ayudan a mantener los alimentos más seguros. Una de ellas es no sobrecargar en exceso la nevera de alimentos para evitar que se limite la libre circulación del frío en su interior. Es importante lavar de inmediato posibles derrames de jugos para reducir no solo el crecimiento de bacterias como Listeria monocytogenes, que crece a temperaturas de refrigeración, sino también para prevenir la contaminación cruzada. Además, los alimentos deben conservarse bien tapados, ya sea en recipientes o con bolsas precintadas.
Mantener una nevera limpia es clave también para mejorar la seguridad y calidad de los alimentos. Puede frotarse el interior (paredes, estantes y cajones) con una esponja limpia y agua tibia y jabón. Debe enjuagarse con agua limpia y secar con toallas de papel o un paño limpio. Debe prestarse especial atención al tirador de la nevera, la parte que más se llega a tocar con las manos a lo largo del día. Es importante también revisar los alimentos al menos una vez a la semana y tirar los que se hayan podido estropear. Para ello, debe revisarse y comprobarse la fecha de caducidad.
Es importante además no introducir alimentos calientes en la nevera. Antes, se enfriarán en la encimera de la cocina, no más de una hora. Cuando estén fríos, ya pueden introducirse en la nevera, bien tapados, en la parte superior para evitar posibles contaminaciones cruzadas con alimentos crudos.