Adelgazar sin pasar hambre, ¿es posible?

Para bajar de peso, más que pasar hambre, privarse de todo o sufrir, es importante cambiar los hábitos insanos, aprender a cuidarse y tener una motivación clara
Por Maite Zudaire 19 de febrero de 2014
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Imagen: USDAgov

Adelgazar no es fácil. Es posible y debe lograrse sin sufrimiento, pero no es sencillo. La dificultad está en cumplir ciertas normas, que han de ser rigurosas para lograr modificar los hábitos; un gran cambio que no debe implicar pasar hambre ni ansiedad, aunque sí requiere esfuerzo. El presente artículo se fija en la experiencia clínica de dos profesionales con consultas dietéticas y con años de experiencia en tratamientos de adelgazamiento. Basándonos en sus conocimientos, intentaremos mostrar el camino hacia el peso saludable sin sufrimiento.

Objetivos realistas para poder adelgazar

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Perder los kilos que no debimos haber ganado es un propósito saludable. Y es posible. Como todo lo importante de la vida, no valen atajos ni trampas. Hay que tener voluntad, saber cómo hacerlo, acudir a un profesional y estar convencido de que se logrará. En el proceso se combinan reglas alimentarias, pero también es necesario no perder la motivación y abandonar hábitos sedentarios.

Antes de nada, hay que negar la expresión «peso ideal«, que solo existe en la publicidad, y marcarse un objetivo saludable para el cuerpo y para la mente. Llegará con la combinación de tres factores: alimentación, deporte y motivación. En palabras de Elena Piñeiro, dietista-nutricionista en el Institut Catala de Serveis Medics de Girona, «toda pérdida de peso corporal se ha de sustentar en tres puntos fundamentales: alimentación equilibrada e hipocalórica, ejercicio físico continuado y una relación saludable con la comida». El triángulo debe guardar equilibrio, e igual de importante es una dieta con una distribución adecuada de las comidas con alimentos ricos en salud y pobres en grasas, que un plan de ejercicio moderado pero constante o que un apoyo en el entorno que fortalezca el esfuerzo. El hambre no forma parte de este plan. Comer rico, sí. Disfrutar con la comida, y con el deporte, y con el reto, también.

Bajar de peso: la importancia de la motivación

La voluntad es una herramienta imprescindible para perder esos kilos de más

La dietista-nutricionista Elena Piñeiro indica que quienes «acaban el tratamiento dietético de adelgazamiento son las personas que tienen una verdadera motivación». Ella les ayuda a partir de un porqué; «el que de manera profunda les ha llevado a tomar la elección de mejorar la relación consigo mismas a través de cuidar su organismo, aportar equilibrio a su cuerpo y mejorar su estado de salud a la vez que mejoran su autoestima». Asegura que, para lograr adelgazar, «en el fondo se trabaja con una herramienta imprescindible en el camino hacia la meta: la voluntad». Pasar hambre suele ser una excusa. Si no se cae en ella, se refuerza la seguridad en uno mismo en muchos aspectos. Además, los alimentos menos sanos no quitan más el hambre, solo responden a la ansiedad.

Ainhoa Alemán, también dietista, atiende a pacientes en el marco de una iniciativa llevada adelante por farmacias, que ofrecen la consulta a clientes que tienen problemas asociados a una errónea alimentación. «Cuando una persona toma medicamentos para controlar la diabetes, el colesterol u otras patologías, por lo general precisa también aprender a comer, perder peso y cambiar hábitos, y esto no se consigue con productos, se consigue con terapia». La principal motivación en estos pacientes es curar una enfermedad, y no quieren tomar más medicinas ni productos milagrosos. Por eso, un plan dietético y de ejercicio es clave. Su dietista «les guía, no les riñe por cometer errores; les propone un objetivo realista cuyo triunfo es lograr tener una relación saludable con la alimentación», asegura, «y conseguir que hagan ejercicio».

Cuestión de plazos: medio año para perder y ganar

Solo se necesitan seis meses para triunfar. Solo medio año en toda una vida, y para toda una vida. Piñeiro, con mucha experiencia y muchos casos diferentes en su haber, insiste en que «para perder el 10% del peso corporal total se necesitan entre tres y seis meses de promedio». Según explica la nutricionista, no se puede generalizar, porque «cuando hablamos de adelgazamientos de más de 20 kg de grasa, la recomendación de los organismos más acreditados es que la pérdida ha de ser muy paulatina (entre 500 g y 1 kg a la semana), con el objetivo de dar tiempo al organismo a reorganizarse metabólicamente y para asegurar que sea un adelgazamiento consolidado, estable y duradero».

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Las patologías, con medicación y un plan dietético y deportivo, en muchos casos desaparecen o alcanzan cuotas menos severas, indica Alemán, cuyo paciente puede que necesite seguir acudiendo a la farmacia a por sus medicamentos, «pero ahora nuestra relación será afianzar los hábitos, recuperar el ritmo si se ha descuidado y ofrecer conocimientos sobre alimentos, nuevos alimentos, menús y recetas saludables para disfrutar comiendo bien. E insistir en el ejercicio». Además, reconoce que se crean vínculos emocionales «sanos y necesarios, de apoyo y ánimo, de confianza que no castiga sino que alienta».

¿Qué es cambiar los hábitos?

Quererse. Cambiar hábitos es saberse capaz de ser más fuerte que las debilidades. Después de muchos años dedicados a la ayuda terapéutica para la pérdida de peso, Elena Piñeiro asegura que «para adelgazar se necesitan solo dos cosas: voluntad y ciencia». La solución del exceso de grasa corporal pasa por «la disciplina personal, por el orden en las comidas, por la exploración valiente en busca del origen de la compulsión, si es que la hay, por la voluntad de ponerse a caminar, nadar o andar en bicicleta y, en definitiva, por aprender a comer bien, ofreciendo equilibrio químico al organismo para mantenerse, que es el objetivo».

También Ainhoa Alemán anima a lograr ser más dueño de las propias decisiones. «Nosotros, por ejemplo, funcionamos con la educación nutricional como guion. Y así, nos valemos de láminas para reconocer los alimentos saludables y las cantidades saludables. Rompemos creencias muy profundas que no se cuestionan porque se creen ciertas, cuando no lo son«, asegura. Es difícil cambiar costumbres, pero tiene una ventaja: «Cuando un hábito saludable se impone al que te ha provocado una enfermedad, gana. Los dos no pueden convivir, hay que destruir el malo».

El hambre no existe

La sensación de vacío en el estómago por falta de nutrientes es remota. Pasar hambre cuando se está a dieta no es verdad. Por tanto, cabe analizar las sensaciones: aburrimiento, ansiedad, compulsividad, estrés, recuerdos… Sí que en muchos casos hay que reducir cantidades porque las que se ingerían eran excesivas e innecesarias (muestra de ello es que se convertían en reservas, en kilos de más, en grasa sobrante y nociva). Pero, igual que comer bien adelgaza y engorda comer mal, comer bien no da hambre, y comer mal, sí. No hay que renunciar al placer de unos platos ligeros y sabrosos que se pueden compartir con los demás, asegura Piñeiro. Hay que disfrutar comiendo, ejercitando y satisfaciéndose por ser uno mismo el procurador de la salud.

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