A partir de los 50 años, la mayoría de las personas se plantea algún modelo de plan de pensiones, sobre todo ante las dudas que genera el actual sistema nacional de pensiones y las expectativas de evolución de la Seguridad Social. Frente a un sistema de protección pública que parece ir hacia un complemento de mínimos, los planes de pensiones parecen constituirse como una buena solución, pues disminuyen la presión fiscal y aumentan los ingresos para la jubilación. No obstante, como se indica en este reportaje, este planteamiento puede diferir, si quienes planean su futuro postlaboral no rebasan los 30 o 35 años, pues tienen opciones mejores como los fondos de inversión: les dan flexibilidad para elaborar un plan de ahorro a medida e incluso pueden suponer mayor capacidad para incrementar su rentabilidad.
Plan de pensiones
Este producto financiero es una excelente propuesta para gozar de una jubilación complementaria en función de las aportaciones de sus titulares.
Está indicado para personas que tienen entre 50 y 60 años y que, si bien todavía tienen muchos años por cotizar, ya es momento para preocuparse por su retiro.
Esta elección cuenta con las máximas ventajas fiscales, ya que puede reducirse la base imponible del IRPF, con límite máximo del 30% y 50%, para importes fijos de hasta 10.000 y 12.500 euros, respectivamente. Además, si el contribuyente tiene un cónyuge que obtenga rentas a integrar en la base imponible en cuantía inferior a 8.000 euros, podrá reducir en su base imponible las aportaciones a planes de los que sea partícipe el cónyuge, con el límite máximo de 2.000 euros anuales.
Permite hacer tantos traspasos como quieran sus titulares, cambiando sus ahorros a otro plan, en el mismo día y sin coste económico ni fiscal.
Con respecto a otros productos financieros, los planes de pensiones generan que el importe de la cantidad aportada no tributa ese año en el IRPF, mientras que sí lo hará cuando se perciba la jubilación, que es cuando las rentas son inferiores. Y, por otra parte, se conseguirá que el resto de las rentas tributen a un tipo impositivo menor, si por la reducción se salta a un tramo de la escala inferior, lo que en la práctica producirá un mayor ahorro fiscal en el contribuyente.
Se pueden percibir los ahorros como capital (cobro único), en forma de renta financiera o asegurada, y se permite hacer rescates puntuales en cualquier momento.
Plan de jubilación a la medida
La opción de ahorro más favorable para una persona de 30 o 35 años son modelos alternativos, como los fondos de inversión
La opción de ahorro más favorable para una persona más joven, en torno a 30 o 35 años, no pasa por los planes de pensiones. Se trataría de una decisión que puede ser muy precipitada para estas edades, sobre todo ante la probabilidad de que necesiten liquidez para afrontar gastos en los próximos años.
En estos casos es más recomendable elaborar su propio plan, para cuando llegue el todavía lejano retiro. Debido a las características de estas personas, es más aconsejable que inicien sus previsiones para dotarse de la suficiente liquidez para cuando finalicen su actividad profesional a través de modelos alternativos, como los fondos de inversión.
Los fondos de inversión son flexibles y pueden ser rescatados (de forma parcial o total) en cualquier momento y sin penalización ante la urgencia de alguna situación.
A partir de unas aportaciones mínimas pueden constituir la base para elaborar un plan individualizado para la jubilación.
La gran contribución de este modelo de inversión es, sobre todo, su tratamiento fiscal en el traspaso de fondos, debido a que la venta de participaciones no tributará cuando el importe obtenido sea traspasado a otro fondo. Permite, de hecho, que los ahorradores puedan cambiar de manera constante de fondos, cuantas veces quieran, sin tener que declararlo ni tener ninguna penalización ni coste. De esta manera, pueden ir rotando su cartera en función de la evolución de los mercados financieros y de las propias características de cada fondo: pasando de la renta fija a variable o a modelos mixtos o alternativos, para lograr mayores beneficios que puedan ampliar el capital acumulado de cara a la llegada de la jubilación.
No todas las propuestas para la jubilación se centran en planes de jubilación y fondos. A través de las rentas aseguradas se invierte un capital y, a cambio, se perciben unos ingresos periódicos que permiten complementar de forma estable los ingresos futuros y mantener el nivel económico, también con ventajas fiscales.
Para ello, las entidades de crédito optan por garantizar a sus clientes unas prestaciones mínimas, y en caso de fallecimiento, se recupera la inversión realizada más un capital adicional. También se puede elegir por el plazo de garantías que más convenga, dentro de los establecidos para el producto.
La liquidez es otra de sus aportaciones, ya que, una vez transcurrido el tiempo establecido desde el inicio de la operación, puede solicitarse el valor del rescate del seguro que conlleva este producto, y todo ello con una rentabilidad media en función de las situaciones de mercado.