El deterioro de los alimentos se puede definir como un cambio desagradable de su estado normal. Estas modificaciones están provocadas por varios factores, o por la combinación de algunos de ellos, como el oxígeno, la luz, la temperatura y la humedad. Esta última afecta en gran medida a las cualidades de conservación de los alimentos, ya que una humedad excesiva puede estropear el producto: el agua ayuda a los microorganismos a desenvolverse con más facilidad y permite ciertas reacciones químicas en el alimento. El artículo explica cómo se produce la condensación en la nevera y en los envases y algunos consejos para evitar este problema de seguridad alimentaria.
La cantidad de agua en un alimento influye en su apariencia, textura y sabor. En los productos frescos como frutas y verduras el contenido de agua puede llegar al 90%, un aspecto que determina en gran medida el deterioro del alimento si no se conserva de manera adecuada. Debe tenerse en cuenta, además, que un exceso de humedad se convierte en un factor extra de riesgo, ya que la condensación proporciona un ambiente idóneo para el crecimiento y multiplicación de bacterias y mohos. La condensación es un problema en la conservación de alimentos a bajas temperaturas, pues el agua extra superficial puede servir de vehículo para la entrada de microorganismos a través de posibles grietas o roturas en las superficies de los alimentos. En la mayoría de los casos, esto se produce por las fluctuaciones de temperatura, como cuando un alimento se saca de la nevera y se expone a una temperatura superior.
Condensación en la nevera
La aparición de condensación en el frigorífico puede deberse a distintos motivos originados por el fallo de varias partes del electrodoméstico. Uno de los aspectos más difíciles es determinar la causa exacta de esta acumulación. Entre los problemas más habituales están las juntas de la puerta: si esta no cierra bien, el aire caliente y húmedo puede acceder al interior de la nevera y, por tanto, es posible que se forme condensación en la puerta y el techo. También es posible que un frigorífico en exceso lleno bloquee la ventilación que regula la temperatura y el nivel de humedad, lo que llevaría a que se genere mayor humedad. Para evitarlo, deben quitarse los envases o botellas que obstaculicen el flujo de aire, asegurando una ventilación libre.
Una nevera muy llena bloquea la ventilación que regula la temperatura y puede generarse más humedad en el interior
Es fundamental, por tanto, darle un buen tratamiento a la nevera para que su funcionamiento sea lo más eficaz posible. La temperatura en su interior debe ser de unos 5 ºC. No puede llenarse en exceso y solo abrir en caso necesario para impedir que pierda frío. Es esencial también comprobar que las puertas y la goma cierran de manera hermética; de no ser así, la goma debe renovarse. Además, el frigorífico debe lavarse de forma periódica con agua y jabón, con especial atención a paredes, baldas y cajones, así como a los espirales de condensación.
Pero también es importante que los envases en los que se guardan los alimentos en la nevera estén limpios, secos y bien cerrados para evitar la pérdida de humedad, contaminación o mohos en las paredes. Tampoco deben introducirse alimentos calientes, ya que pueden dañar el sistema de enfriamiento.
Condensación en los envases
La condensación que se forma en los envases que se usan para conservar alimentos puede provocar un riesgo causado por el crecimiento de bacterias patógenas. La condensación puede originar el deterioro de los alimentos y la alteración de su sabor, textura y forma. Los productos sólidos pueden volverse blandos y empezar a estropearse, ya que la humedad adicional aumenta el riesgo de crecimiento microbiano. Uno de los signos más evidentes de este tipo de contaminación es el crecimiento de moho. También pueden producirse quemaduras por congelación, cuando la humedad se escapa de la comida y se sustituye por el oxígeno.
Debe tenerse en cuenta que si un envase contiene mucho hielo, puede significar que se ha descongelado y se ha vuelto a congelar. En estos casos, el agua se condensa y forma hielo y puede alterarse el envase o el producto. La condensación se acumula en la parte superior del recipiente y se filtra al alimento. En estas situaciones, una manera de evitar la condensación es no colocar alimentos calientes en un recipiente y taparlos y ponerlos en la nevera o el congelador. La comida debe dejarse enfriar antes de tapar ya que, de lo contrario, se producirá una condensación de agua en la tapa que constituye un medio de crecimiento óptimo para los microorganismos.