La capacidad para engordar o mantenerse delgado se atribuye, en ocasiones, al “metabolismo de cada persona”. Pero, ¿es esto cierto? ¿Existe un metabolismo distinto para cada persona? ¿Se puede “acelerar” el metabolismo con algún tipo de dieta? Para dar respuesta a estas cuestiones y conocer mejor cómo funciona nuestro cuerpo, el siguiente artículo explica qué es el metabolismo y hace frente a algunos mitos, como el que sostiene que “se puede cambiar” o acelerar mediante la dieta.
¿Qué es el metabolismo?
El metabolismo es el conjunto de reacciones químicas y procesos físico-químicos que ocurren en el organismo para que la persona sea capaz de moverse, respirar, comer, digerir y absorber los alimentos y sus nutrientes. En definitiva, es lo que permite que el cuerpo funcione y desarrolle todas sus actividades diarias. En todos estos procesos el organismo obtiene o gasta energía, que se miden en las llamadas kilocalorías.
Todas estas reacciones químicas son las mismas para todas las personas, aunque determinadas situaciones pueden hacer que un individuo gaste -o consuma- más o menos energía. De este modo:
- El metabolismo basal o gasto energético basal es la cantidad de energía que una persona precisa para mantenerse en vida y poder respirar, sin tener en cuenta el gasto calórico que se necesita para moverse, caminar o realizar cualquier otra actividad. Se mide por distintos métodos cuando el individuo está quieto, sin hablar, a temperatura constante y en ayunas; pero puede estimarse también mediante ecuaciones o fórmulas predictivas, que habitualmente tienen en cuenta la edad, el sexo y la altura. Así pues, cuanto mayor es el peso y la altura de una persona, mayor es su gasto energético; y el gasto energético de los hombres suele ser mayor que el de las mujeres.
- El gasto energético total es aquel que tiene en cuenta cualquier factor que hace que el organismo consuma más energía. La actividad física es uno de los factores más importantes a la hora de calcular o estimar el gasto energético de un individuo. Las personas con escasa actividad física (caminan o se mueven poco, van en silla de ruedas por ejemplo, o realizan escaso ejercicio) gastan menos kilocalorías que quienes practican deporte de manera regular (los que acuden al gimnasio 2-3 días a la semana o deportistas de élite).
¿Puede cambiar el metabolismo?
El metabolismo, es decir, es el conjunto de reacciones gracias a las cuales funciona nuestro organismo, no cambia a lo largo de la vida. Sin embargo, sí existen situaciones que pueden hacer que las necesidades energéticas sean más elevadas o se vean disminuidas.
Durante la infancia y la adolescencia se incrementa el gasto energético puesto que, en esta etapa de crecimiento, el cuerpo necesita de mucha energía para la construcción de tejidos y también porque es un periodo de gran actividad física. Sin embargo, en muchas ocasiones, en la edad adulta el grado de actividad y ejercicio físico disminuye -debido, en parte, a las obligaciones laborales-, lo que hace que el organismo no precise de tantas kilocalorías como antes. Si en estos momentos de la vida no se controla la ingesta energética, el peso corporal puede incrementarse de manera considerable.
Las enfermedades graves son también otro motivo por el cual las necesidades energéticas pueden verse alteradas. Enfermedades como el cáncer, infecciones en el organismo o cirugías importantes pueden incrementar el gasto energético, es decir las kilocalorías al día que se necesitan, ya que ocasionan cambios metabólicos en el organismo. Si en esos momentos no se es capaz de ingerir más kilocalorías, se puede perder peso de forma importante con facilidad.
¿Existen dietas «aceleradoras del metabolismo»?
Hasta el momento no se ha demostrado de manera científica que ningún patrón alimentario sea capaz de hacer que el organismo queme kilocalorías de una forma más eficiente. No obstante, sí se pueden cambiar algunos aspectos sobre el estilo de vida para conseguir evitar el aumento de peso en determinadas ocasiones y potenciar al máximo el gasto energético:
- Aumentar la actividad física diaria: caminar más, coger menos el ascensor, subir escaleras andando, sacar a pasear el perro o utilizar menos el coche y más la bicicleta.
- Incrementar la práctica de ejercicio físico o deporte y mantenerla de manera regular: jugar al baloncesto o fútbol, practicar bailes de salón, aeróbic, zumba, etc., y hacerlo al menos 2-3 días a la semana.
- Controlar la ingesta calórica diaria evitando alimentos de elevada densidad energética y alimentos ricos en grasas y azúcares. Potenciar en la dieta verduras y hortalizas, frutas y alimentos integrales.
- Controlar el picoteo entre horas y evitar las comidas abundantes y en exceso calóricas repartiendo la ingesta en, al menos, cinco comidas al día: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.