NHS Choices, el mayor portal de salud del Reino Unido, ha puesto el foco sobre la alimentación infantil. Uno de sus artículos más recientes aborda un tema de gran interés: cuáles son los alimentos desaconsejados para los bebés en el llamado “periodo de alimentación complementaria”, que comienza alrededor de los seis meses. Saber qué alimentos no conviene que tomen los niños en esta etapa de su vida nos permitirá estar más tranquilos cuando les ofrezcamos comida y, al mismo tiempo, cuidar mejor su salud. En este artículo enumeramos los diez alimentos que no conviene ofrecerle a un bebé menor de un año y explicamos por qué.
1. Sal
Hay estudios, como el que publicaron en junio de 2006 Heird y colaboradores, que apuntan que los bebés de entre 6 y 11 meses superan las recomendaciones de ingesta de sal en un 33%. No son buenas noticias: no conviene que los bebés tomen mucha sal, debido a que no es buena para sus riñones, por lo que se aconseja no incluirla en la dieta de los menores de un año. A partir del año se puede incluir, en pequeñas cantidades, y mejor si es «yodada«. No extraña, por tanto, que NHS Choices aconseje no añadir sal a los alimentos que elaboremos para nuestros pequeños y que no usemos cubitos de caldo o salsas, ya que a menudo contienen mucha sal. «Acuérdese de esto cuando esté cocinando para la familia, si le va a dar el mismo alimento al bebé», indican. Es un consejo, de hecho, que beneficiará a toda la familia.
2. Azúcar
«Su bebé no necesita azúcar». Con esta rotundidad se expresa NHS Choices. Evitar los alimentos azucarados (y, sobre todo, las bebidas azucaradas) ayudará a prevenir la caries dental, entre otras enfermedades dentales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades dentales suponen un coste para los servicios de atención sanitaria que supera al del tratamiento de enfermedades tan «caras» como las patologías cardiovasculares, el cáncer y la osteoporosis. Así que no es una cuestión menor. Si queremos endulzar los alimentos podemos usar, según NHS Choices, plátanos triturados, leche materna o (en su defecto) leche artificial (la que se ofrece a los bebés que no toman leche materna).
3. Miel
¿Damos miel a los bebés para aprovechar sus «propiedades medicinales»? Lo cierto es que, en un dictamen publicado en 2010, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no halló pruebas que sustentaran los múltiples beneficios que se suelen atribuir a la miel. No obstante, sí sabemos que su contenido en azúcar es muy similar al que encontramos en el azúcar blanco. NHS Choices considera que «la miel es un azúcar, así que evitarla también ayudará a prevenir la caries dental».
Pero además, la miel puede contener bacterias capaces de producir toxinas en los intestinos de un bebé, que conducirían al botulismo, una enfermedad muy grave. El Comité Científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) coincide con la anterior postura, al indicar que «los métodos de procesado no pueden garantizar la ausencia de esporas de C. botulinum en la miel ni en algunas infusiones de especies vegetales», por lo que recomienda «evitar su consumo en niños menores de doce meses. La inclusión de esta información en el etiquetado de los productos podría contribuir a disminuir la incidencia de la enfermedad».
4. Frutos secos enteros
Pese a que los frutos secos son muy saludables, si están enteros pueden causar un ahogamiento en bebés o niños pequeños. NHS Choices los desaconseja a los menores de cinco años. Hay otras entidades que sitúan la franja de edad en la que pueden incluirse los frutos secos enteros a partir de los tres, pero todas coinciden en que cuando se ofrezcan estos alimentos, debe ser siempre bajo la vigilancia de un adulto. Conviene visitar esta página web, en la que el portal MedlinePlus explica de forma detallada cómo actuar cuando un menor de un año se ahoga con un alimento o con un objeto.
5. Alimentos desnatados o bajos en grasa
Es recomendable que los bebés crezcan, no que «adelgacen», por lo que se desaconseja incluir en su dieta las variedades bajas en grasa. La grasa es una fuente importante de calorías, importantísimas en esta edad, y además les suelen acompañar algunas vitaminas (denominadas «liposolubles»), como la vitamina D. NHS Choices, por tanto, considera que es mejor que los bebés y niños mayores de un año tomen leche (pero no en sustitución de la leche materna, que es muchísimo más saludable), yogur o queso (en pequeñas cantidades, por su alto contenido en sal), siempre en sus variedades «enteras».
6. Ciertos pescados y mariscos
NHS Choices desaconseja, en bebés, el tiburón, el pez espada o el marlin (los marlines son peces perciformes, relativamente cercanos al pez espada), porque su cantidad de mercurio puede afectar el creciente sistema nervioso del bebé. En España, el Ministerio de Sanidad también desaconseja, en menores de tres años, el pez espada, el tiburón, el lucio o el atún rojo, por su alto contenido en mercurio. El mercurio proviene de la contaminación medioambiental y los peces lo acumulan a lo largo de su vida, en especial, las especies de gran tamaño, como los grandes depredadores.
Nuestro Ministerio también aconseja no consumir de manera habitual crustáceos tipo cangrejo o la cabeza de cualquier crustáceo (gambas, langostinos o cigalas), cuyos niveles de cadmio son altos. El cadmio es otro metal pesado, que tiende a acumularse en el organismo, sobre todo en el hígado y en el riñón, y cuya alta ingesta puede causar disfunción renal y desmineralización de los huesos, entre otros desórdenes.
7. Alimentos de origen animal crudos o poco hechos
El pescado, los huevos o los cárnicos crudos pueden generar toxiinfecciones graves en bebés, por lo que en ellos están del todo desaconsejados. Tampoco convienen en adultos, por motivos de seguridad alimentaria.
8. Espinacas, acelgas y borrajas (en función de la dosis)
Conviene vigilar la cantidad de espinacas, acelgas y borrajas que le damos a los bebés, tal como aconseja el Ministerio de Sanidad. Los nitratos, que se encuentran de manera natural en los vegetales (sobre todo en las hortalizas de hoja verde, como las espinacas), se convierten en nitritos en nuestro organismo. Estos, en altas concentraciones y en bebés o niños pequeños, pueden originar metahemoglobinemia, cuyo signo más característico es la cianosis (coloración azulada de la piel o de las membranas mucosas, que suele deberse a la falta de oxígeno en la sangre). Sobre esta cuestión profundiza el artículo ‘Espinacas, acelgas y borrajas: ¿por qué limitar su consumo en bebés?‘, publicado en EROSKI CONSUMER en mayo de 2013.
9. Algas y bebidas de arroz
Las algas pueden contener altísimas cantidades de yodo, algo que puede ser perjudicial para la salud infantil (y adulta). Aunque, en general, las algas presentan un notable contenido de determinados nutrientes, también contienen cantidades alarmantes de este mineral.
En cuanto a las bebidas de arroz, se desaconseja su consumo en niños porque contienen niveles elevados de arsénico. Se puede hallar arsénico en muchos alimentos y bebidas, pero los niveles de este metaloide en el arroz pueden ser preocupantes en lactantes y niños pequeños, ya que el arroz es muy utilizado en el periodo de alimentación complementaria. Tal como se indica en el artículo ‘Bebidas de arroz, a debate‘, conviene que bebés y niños pequeños eviten las bebidas de arroz por esta razón, según aconseja el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN).
10. Alimentos superfluos
NHS Choices aconseja no dar a los bebés alimentos superfluos como patatas chips, pasteles, bollería, etc. Por desgracia, los niños españoles cada vez los toman más a menudo. De hecho, se suele pensar que la galleta María es un alimento recomendable para los bebés, cuando no es así.