La variedad de zumos que pueden prepararse es extensa, tanto como frutas existen. Se pueden elaborar jugos con frutas duras como peras y manzanas, con cítricos como naranja, mandarina o limón, así como con frutas con hueso, como ciruelas, cerezas o melocotones, o exóticas, como kiwis, mangos o papayas. Pero sea cual sea la fruta que se utilice, es importante tener en cuenta posibles riesgos, como que las bacterias que pueda haber en su superficie pasen al interior y se conviertan en parte del zumo. El artículo explica y detalla cuáles son las principales medidas de higiene que deben seguirse para evitar riesgos inesperados al hacer zumos y cómo lavar la fruta.
Los zumos de fruta que se comercializan se someten a un proceso de pasteurización con el fin de reducir la presencia de agentes patógenos como E. coli o Salmonella. Pero si se elaboran en casa, no suelen pasar por tal proceso. A pesar de ello, también pueden tratarse con procesos sin calor para eliminar las bacterias. Debe tenerse en cuenta que cuando se exprimen frutas frescas para hacer zumos, cualquier bacteria presente en la parte interior o exterior de la pieza puede pasar al jugo. Una cuidadosa selección y manipulación de estos alimentos puede prevenir enfermedades.
Medidas para evitar riesgos en zumos caseros
Los zumos naturales pueden tener efectos negativos, si se manipulan de manera deficiente y no se siguen unas condiciones de higiene específicas. Una de las medidas más importantes es utilizar materia prima de calidad, es decir, frutas en buen estado y en su punto de madurez adecuado. Además de esto, para hacer jugos en casa de forma segura es importante:
Limpiar y pelar la piel, ya que puede contener restos de pesticidas que se usan en los cultivos.
Eliminar las zonas dañadas o golpeadas, pues las bacterias pueden desarrollarse en estas partes.
Conservar las frutas en el lugar adecuado; algunas, en condiciones de refrigeración, se oscurecen y pierden su calidad original.
Preparar los zumos en el momentoen que se tenga intención consumirlos.
Evitar la exposición excesiva a la luz, el calor o el aire, porque perderían propiedades.
Mantener limpios todos los utensilios que se utilicen, como tablas de cortar, cuchillos, licuadora y vasos o tazas. Debe tenerse en cuenta que si hay bacterias en el exterior de la fruta, estas pueden contaminar el interior durante el corte o la extracción del jugo.
Conservar el zumo en recipientes esterilizados de vidrio.
Si los jugos no se beben en el momento, es recomendable guardarlos en la nevera a temperaturas de refrigeración.
Cómo lavar la fruta
La seguridad de las frutas gira entorno al lavado y la desinfección
La fruta, antes de consumir, no suele someterse a ningún proceso térmico que elimine posibles contaminaciones con microorganismos. El origen de estas contaminaciones es diverso: desde el uso de abonos, que pueden contener materia fecal, al agua de riego o el empleo de pesticidas para tratar plagas en los cultivos. Para evitar sorpresas indeseadas, es fundamental aplicar estrictas medidas de higiene y manipulación que frenen o eviten la formación y proliferación de microorganismos.
En casa, la seguridad de las frutas gira en torno a dos ejes básicos: el lavado y la desinfección. El objetivo es quitar posibles restos de tierra, abonos, bacterias o virus. Es importante tener en cuenta que la fruta no se lavará en el momento previo a la conservación, sino antes de que se consuman (excepto si están muy sucias). A pesar de que la corteza de muchas frutas no se toma, también debe lavarse preferiblemente cuando la pieza está entera, ya que el proceso es más sencillo y se evita que los patógenos se transfieran al interior. Si bien en las verduras está recomendado el uso de hipoclorito, en las frutas parece que la eficacia es menor. Por tanto, se lavan, se pelan y se consumen.
En frutas que tienen tallo, como las manzanas o las peras, las bacterias y la suciedad pueden concentrarse en esta parte, así que se aconseja cortarlo antes de lavarlas. En frutas en las que no se ingiere la piel, como las naranjas, también es importante lavarla bien, incluso frotarla si es necesario. Debe tenerse en cuenta que los patógenos pueden quedarse en las grietas y llegar a manos y utensilios.